Dos días en “casa” la estaban enloqueciendo. Aunque se negara, debía ser dócil ante Jordan y agradecía el hecho de que al parecer o se sentía muy culpable por lo que hizo, o estaba entretenido cogiendose a alguien más porque sexualmente no la había hostigado. Eso era un punto a su favor, al menos. Pero Emira estaba ansiosa y en su interior sabía que necesitaba tener sexo, bufó mirando al techo desde la gran cama, eran más de las dos de la tarde y ahí estaba, aburrida y sin nada que hacer, perdiendo el ánimo en nada más que pensar. Tomó su teléfono celular, había empezado a usar las r************* recientemente y estaba muy orgullosa de su avance aún sin nadie que la enseñara. Le envió un saludo a las pocas amigas que hizo en su “curso” y también a Marie, que por motivos laborales había