Y Clara no se equivocó, vaya que era tangible la sexualidad que irradiaba ese par de entrenadores, eran una pareja casada, así se presentaron, y Emira terminó emparejada con un chico alto y de tez achocolatada, con una linda sonrisa que le hizo sentir sequedad en la garganta. Se llamaba Reg y tenía un año menos que ella, lo sabía porque al comenzar se presentaron cortamente de esa manera. -Uno, dos, tres y cuatro, ¡Más cadera, más sentimiento, chicos!- animaba Mauricio teniendo en sus manos a su mujer. El grupo de diez parejas se movía al unísono, los pasos básicos dominados y Emira sentía el corazón agitado- Así, muy bien, Emira- le sonrió el hombre y ella se sintió en confianza, hasta ese momento no creía que lo hacía tan bien y fue a la incorporación de vueltas y caídas que todo se ani