Emira sintió sus lágrimas humedecer estúpidamente su rostro y las apartó con furia mientras veía a la bebé dormir. ¿Cómo carajo confiar, cómo seguir fiel, cómo no discutir y alzar la voz, quebrar cristales, cómo no cuándo Jordan dejaba a una maldita mujer como lo era aquella tratarla de aquel humillante modo? Jordan pellizcaba el puente de su nariz furioso con la mujer ante él con una sonrisa sardónica y una mirada traviesa que recordaba desde hacía mucho tiempo. -¿Estarás feliz, no? ¿Qué no ves que estoy tranquilo?- dijo con la mandíbula apretada- ¿Qué quieres, Fiorella? Y no me estés jodiendo más. Ella se puso de pie y lo miró con una enorme sonrisa. -Te lo dije, te extrañaba- acercó sus uñas a su cuello- La última vez que nos vimos prometiste visitarme, bugiardo- mordió su labio inf