-¿Hello?¿Tina?- frunció el ceño- Dile a papá que voy en camino- terminó su trago de champange y estiró la copa para que la azafata volviera a llenarla. Lo había convencido, era un imbécil pero su padre era el único que podía hacerlo salir de su cueva cuando específicamente había dejado en claro que necesitaba espacio. Ahora todo era peor, con una Emira despechada y sobre-excitada y con un Jordan furioso e intenso en la misma ciudad. Terminaría las pendejadas de las que su padre quería que se encargara y luego volvería a su refugio en Nueva York, quizás llamaría de nuevo a Diara, aunque dudaba que la pobre ahora mismo pudiese trabajar. -Señor, su padre no está aquí y ya el contador nuevo lo está esperando- Jordan frunció el ceño al oír la noticia de la secretaria de su viejo. ¿Dónde cara