MAXWELL
Hoy era el cumpleaños de Sadie, y nunca me había sentido tan extasiado por algo antes. Quería darle todo lo que pudiera y más, porque nadie más que ella se merecía recibir el mundo. Deseaba darle algo bonito y celebrar su día con ella y por primera vez en mi vida lamente tener una reunión que no podía posponer.
Nunca había faltado a la oficina ni un solo día y jamás hasta hoy sentí deseos de hacerlo, pero entonces esa pelirroja rompió con todos mis esquemas establecidos.
La miraba dormir, absorto en ella, en su piel, en su cuerpo tentador y provocativo, sin embargo, lo que más me gustaba de ella no era solo eso, sino sus ojos y su sonrisa que lo iluminaba todo a su alrededor. Sadie era pura luz y yo ya no era capaz de poder alejarme de ella.
Sin poder evitarlo, motivado por el
