MAXWELL
Llevaba fuera de la oficina desde primera hora de la mañana, ocupado con reuniones fuera de ella y lo que debería haber pasado por mi cabeza mientras caminaba hacia mi despacho eran las cien cosas que tenía que hacer hoy.
Para el trabajo.
Para mi empresa.
Eso debería de haber sido ser lo más sensato, no el hecho de que había estado a centímetros de besar a Sadie en mi cocina ayer y no me había pasado desapercibida su mirada cuando volví a mi despacho. No había dicho nada de lo que casi había pasado y yo claramente tampoco, pero probablemente debería haberlo hecho.
Pasé el resto del día evitándola como un jodido cobarde. Me quedé en mi despacho y me acosté tarde, lo que me hizo sentir como un idiota.
Era bien consciente de que tenía serios problemas con los sentimientos, cada
