Buenos momentos
Nos encontrábamos desayunando esa mañana bastante temprano, a eso de las cinco y treinta porque debíamos ir primero a su apartamento para que se cambiara de ropa y de allí hasta la universidad, pero desayunábamos primero en casa y como nunca todos estaban despiertos. Ricky había salido de su habitación y parecía estar al menos un poco mejor, aunque no tanto, pero no podía hablar bien con él de lo que sucedió por tener a cierto pelinegro meloso a mi lado, quién estaba más mimado que nunca y tan de buen ánimo que cualquiera podría haberlo notado de lejos. Yo me sentía extraña, pero no, no en un mal sentido. Me sentía genial, pero al menos podía disimularlo un poco, cosa que al pelinegro le costaba.
Kevin estaba despierto de mala gana, porque debía recibir unas cajas de cosas aquí de la casa, pero su mala cara se esfumó al ver a Alejandro, pero no porque fuese extraño que durmiera aquí, ya eso había pasado varias veces, pero fue más por la expresión en su rostro, es que se veía tan feliz como jamás lo había visto nunca y me hacía sentir avergonzada.
-¿Y esa cara?-Preguntó Ricky de mal genio, porque por su lado se notaba que no se encontraba bien y creo que le desagradaba el hecho de ver a otro ser humano estando feliz.
-Estoy feliz hoy, ¿no se nota?-Preguntó con una enorme sonrisa y me abrazó por mis hombros.
-¿Te quitaron la virginidad o qué? porque si es así, se debería celebrar.-Dijo Kevin entre risas y Alejandro besó mi mejilla. Como siempre, me sonrojé por completo ante su gesto. No lo entendía, ¿cómo es que siempre me haces sentir así? Como un fuerte dolor en mi estómago, es algo que no puedo manejar.
-Mmm, pues técnicamente no, pero estoy feliz. Es más, si quieren consigo un buen vino para celebrar, llamaré a mis contactos en Portugal y pediré un par.-Dijo tecleando algo en su teléfono y todos los presentes rieron, incluyéndome. Hasta Ricky que estaba de malas por lo que sea que le sucedió con la holandesa rió al ver al pelinegro tan feliz.
-¿Ya son novios al fin?-Preguntó Kevin y Alejandro asintió con la cabeza. Lo fulminé con la mirada y estalló en risas.
-Sí, lo somos, ya no lo niegues más preciosa.-Dijo muy seguro de sí y no le dije nada, él es un caso perdido en verdad.
-Bueno, como ya eres parte de la familia entonces hay que darte ciertas recomendaciones porque se te nota a leguas que eres un ser inexperto y eso no puede ser, hay que tomar precauciones.-Le dijo Ricky y aunque no parecía muy feliz, creo que quería llegar a cierto punto.
-Claro, dime.
-Como se te nota desde lejos que eres virgen, debes empezar a informarte al respecto y sobre todo, conseguir preservativos. No queremos que aquí nuestra Irina se nos embarace y ni porque seas rico lo vamos a permitir.
-¿Embarazos? Mmm, no había pensado en eso.-Dijo pensativo y esta conversación me tenía sumamente incómoda.
-Si tienes poronga como supongo que debes tener a menos que tengas un hueco ahí, puedes embarazar y es cierto lo que Ricky dice, Irina no se puede embarazar, al menos por ahora.
-Mmm, aunque no sería mala idea.-Dijo con una sonrisa de malicia y lo fulminé con la mirada.
-¿Qué? ni creas, puedes hacer los berrinches que quieras, pero eso sí que no.
-Con eso sí que te aseguraría, bebé.
-¿Asegurarme de qué?
-Que serías solo mía y no de otro. Es más, te voy a poner un listón en la frente que diga: propiedad de Alejandro, para que nadie mire lo que es mío.
-Cállate.-Me quejé y él ignoró lo que le dije y por el contrario, me dio un corto beso y no pude decir nada más. Aún no me acostumbraba a esto, a sus besos, a lo que sucedió ayer que parece tan irreal… pero pasó y no sé cómo asimilarlo. Incluso, por primera vez dormimos juntos después de eso, es que anoche pasaron tantas cosas por primera vez, desde los besos, la intimidad, incluso el pelinegro al ser tan insistente, logró que tomáramos un baño juntos y después de ese momento no le di mucha importancia, es que me sentía increíble, pero… ahora, me daba un poco de vergüenza de solo recordarlo y más, al ver como sus ojos brillan al verme, está genuinamente feliz y me gustaba mucho verlo así.
-No coman delante del pobre.-Se quejó Ricky, enojado al ver que Alejandro me había dado un corto beso y lo miré.
-¿Ahora sí nos puedes contar lo que sucedió?
-Mmm, lo haré solo si él se va.-Dijo señalando al pelinegro y este negó con la cabeza.
-Negativo, ¿quién te crees para echarme? Nadie echa a alguien tan bello como yo de ningún lugar.
-Si peleas con la Irina, de aquí sí que te puede echar.-Dijo Kevin, jactándose de sí y el pelinegro chasqueó la lengua.
-Si se le ocurre echarme, compro todo Salgar y así técnicamente esta casa sería mía y ustedes también, que si se descuidan los compro también.
-Qué estupideces dices.-Se quejó Kevin y Alejandro lo miró indignado.
-A ver, ¿cuánto vales? Pon una cifra, te la daré.
-Mmm.-Este se emocionó de repente y anotó una cifra en su teléfono, el cual se lo enseñó al pelinegro y este asintió.-Bien, ahora soy todo tuyo bebé.
-Lo único que me podría hacer caer fácilmente es si me regalas un avión privado con cuatro mujerzuelas holandesas.-Dijo Ricky y el pelinegro asintió.
-Todos aquí como que me caen mal.-Me quejé y rompieron en risas, miré a Ricky.-¿A ti qué te pasó?
-Mmm, pues la holandesa… sí es quién decía ser.-Dijo dudoso y Kevin y yo lo miramos confundidos.
-¿Pero?-Pregunté y después de pensárselo unos segundos decidió contarnos lo que pasaba.
-Pero… las fotos que subía a su perfil, son fotos de ella hace unos veinte años. Es mucho mayor de lo que decía, casi ni se parece y… está casada, tiene familia, me lo confesó y lo peor no es eso, es que me pidió venirse a vivir acá conmigo y eso sí que no.
-Vaya, el fraude resultó mucho peor de lo que esperaba.-Le dije y él parecía muy avergonzado.
-Demándala, que te devuelva toda la plata que le enviaste.-Se quejó Kevin y creo que en esto sí tenía la razón. Alejandro solo se limitaba a mirar la situación.
-Todo esto es una porquería, me toca ahora empezar de cero a buscar otra novia.
-Menos mal yo no sufro de eso.-Dijo Kevin con una sonrisa mientras bebía su café.
-Claro, ¿cómo vas a sufrir tú por mujeres si eres marica?-Le dijo Ricky a Kevin quién lo miró desconcertado.
-¡Cállate gordo maldito!
-Oblígame.
-Vámonos.-Le dije a Alejandro, pero él quería seguir viendo la pelea a toda costa, así que tuve que llevármelo a rastras porque si es por él, hasta incentivaría mucho más la discusión absurda de esos dos.
Por supuesto nos fuimos en su camioneta porque dijo que lo que hizo ayer, no lo volvería a hacer ni por mí y con eso se refiere a subirse a un autobús de pueblo, lo cual al parecer lo traumó porque ni soporta hablar sobre el tema. En el camino a su apartamento, él me abrazó y por su actitud, sabía que quería decirme algo.
-Bueno preciosa, debo advertirte ciertas cosas de ahora en más.-Dijo con una leve sonrisa y enarqué una ceja.
-A ver.
-Primero lo primero, le diré a todos que eres mi novia y no habrá poder humano que me haga decir lo contrario.
-Mmm, allá tú si eso quieres creer.
-¡Lo somos! ¿tan rápido y ya quieres arruinar nuestro noviazgo?-Dijo a punto de hacer un berrinche y preferí evitarlo, ya eso de discutir con él como que ya estuvo bueno por un tiempo.
-A ver, ¿qué más ibas a decirme?
-Muy bien, así me gusta, que seas sumisa para mí.-Lo miré tan mal al escuchar sus palabras que tuvo que taparse por miedo a que lo atravesara con la cabeza con mi mirada.-Bueno, lo segundo, es que debes disfrutar de los beneficios de salir con un tipazo como yo. Eres afortunada, ¿lo sabías? Toda mi fanaticada debe tenerte envidia.
-Qué desagradable eres.
-Voy a hacer una publicación oficial explicando la situación, formalizaré nuestra relación y por eso, vamos a hacer un contrato.
-¿Contrato?
-Sí, mi abogado se la arreglará con el tuyo, así que no te preocupes por eso bebé.
-No tengo abogado.
-Bueno, te asignaré uno mío y se arreglarán.
-Pero ¿qué?-Pregunté desconcertada y él parecía ver esto como lo más normal.
-Lo tercero, es que ahora sí debes aceptar los beneficios, que no es solo tenerme como novio, para besitos, abrazos y cosas pecaminosas, no solo basta con ser buen amante, hay que también tener en buenas condiciones a mi mujer.
-¿Sabes? Como que prefiero pelearme contigo, ¿podrías parar?
-Mi amor, es que aún no te digo lo mejor. Ahora sí quiero que fijemos un monto para tus gastos, ¿te parecen dos millones al mes?
-Quiero cinco.
-Mmm, está bien. No escatimaré en gastos para mi princesa.-Dijo besando mi frente y exhalé.
-Oye, ¡ya basta con eso de manutención y dinero! Si sigues hablando de eso, me veré obligada a bloquearte.
-¿No quieres los cinco millones?
-¡No!
-Entonces… ¿estarás conmigo solo por amor? ¿en verdad?-Preguntó desconcertado, como si no pudiese creerlo y fruncí el ceño. Me di un poco la vuelta y tomé su mano.
-Oye, no permitas que nadie nunca te use por tu dinero.
-Pero…
-Vales mucho como para eso.-Admití y él me miró conmovido, nunca lo había visto mirarme antes así.
-En verdad estoy adorándote.-Confesó entre risas nerviosas y suspiré.