La “no” relación.
Debo aceptar que la reacción de Alejandro después de que estuvimos juntos esa noche fue bastante inesperada. Sabía que iba a estar emocionado y no puedo negarlo, yo también me sentía feliz aún cuando no lo dijera en voz alta, pero lo que sí no esperaba, es como sería todo con sus amigos, la forma tan épica en que les diría, formando tremendo alboroto en que todos se enterarían de nuestra supuesta relación. No entiendo por qué tenía que decirlo a los cuatro vientos cuando hace tiempo es más que obvio para todos que hay algo entre nosotros y aún cuando yo no lo dijera, este hecho era más que obvio, pero él no descansaría hasta que la última persona que él conociera supiera sobre esto, nuestra supuesta relación, a lo cual no le veo la importancia. Es decir, no es que le reste importancia a él, jamás podría hacerlo cuando él es la persona más cercana a mí en este momento, está siempre conmigo, se preocupa genuinamente por mí y debo admitirlo, ese tonto ha girado mi mundo de cabeza, pero el hecho de tener una relación seria no sé si es algo que pueda tener, porque sé lo que esto conlleva. En un inicio, puede que todo sea igual que ahora y no pasaría nada, pero… si duramos mucho tiempo más, puede que él quiera dar más pasos, hacer más cosas que comprometan más y no sé si por el estilo de vida que llevo, en que en cualquier momento puedo ir a la cárcel y más, por la nueva venganza que tenemos en mente, no sé si lo deba involucrar en eso. Alejandro es demasiado buena persona para meterlo en tremendos líos que no pidió, en verdad lo es a pesar de su egocéntrica forma de ser que en verdad ya ni me molesta. Nada de él me incomoda, lo quiero.
Cuando llegamos a la universidad esa mañana, él antes se detuvo cerca de las canchas y me pidió que lo esperara un momento. Lo hice y estaba confundida, porque la clase estaba por empezar y él estaba buscando quién sabe qué en ese lugar, así que solo esperé porque también si me iba, se pondría pesado y no tengo ganas de discutir con él ahora. Alrededor de diez minutos después, regresó, pero me desconcertó lo que llevaba en la mano: un jodido bate de beisbol, ¿qué carajos?
-¿Vas a jugar más tarde?-Le pregunté mientras caminábamos hacia el salón de clases y él se encogió de hombros.
-No sé, jamás he jugado.
-¿Y para qué traes eso entonces?
-Ya verás, preciosa.
Apenas llegamos, él como siempre que es celoso psicópata, me abrazó por mis hombros cuando pasamos entre unas chicas a las cuales aún no les conozco el nombre, pero lo peor vino cuando nos detuvimos en la entrada. El profesor aún no llegaba por lo que estaban todos por fuera o de pie, pero su grupo de amigos estaban en la entrada y lo saludaron cuando lo vieron, pero él se puso a la defensiva y vi para qué había traído el dichoso bate. Los empezó a amedrentar, diciéndoles que se quitaran y que ni se les ocurriera siquiera mirarme por más de dos segundos. Ese fue uno de los momentos más vergonzosos de mi vida, él hizo toda una escena y amenazó a todos por igual, diciéndoles que ni se les ocurriera en broma si quiera respirar mi aire y yo quería asesinarlo. Al menos, nadie pareció tomarlo en serio, todos reían pensando que era una broma, lo cual lo frustró más, pero sí dejó bien en claro que yo era su “novia”. Bien, creo que hasta en Cartagena lo habrán escuchado y Andrés, miraba desconcertado la escena.
-Irina, por favor, no me digas que aceptaste ser novia de ese.-Se quejó y fruncí el ceño.
-¿No eran amigos ustedes dos? Hace rato andas hablando mal de él.
-Siempre me ha caído bien, pero es la primera vez que se pone a interferir con una de mis amistades. Lo conozco desde niño, nunca pensé que fuese tan posesivo. ¿No es agotador?
-Mmm, no lo sé.
-Espero que cuando logre tener novia no me pase algo similar, no me gustaría que me controlen.
-Él no me controla.-Me quejé y él enarcó una ceja.
-Nena, él controla cada uno de tus movimientos.
-No es así.
-Más adelante te darás cuenta.-Dijo y luego lo vi poner un juego en su teléfono. Eso que dijo me dejó pensativa unos instantes, pero luego como ingresó la profesora a clases, olvidé lo que estaba pensando. Él no se sentó a mi lado porque esta profesora es bastante exigente y apenas entra, no permite que nadie se mueva del lugar donde estaba, así que él estuvo en la parte de atrás las siguientes tres horas, pero luego, cuando esta clase acabó, salí por un momento de la universidad porque me entró un fuerte dolor de cabeza de repente y necesitaba tomar algo urgente para ello. Es que siempre me sucede en las clases tan largas, agotan y no sé qué hacer.
Esperé unos minutos por fuera en lo que me hacía efecto la medicación y alrededor de quince minutos después cuando apenas empezaba a bajar, regresaba al salón de clases para tomar mi morral, cuando vi a los amigos de Alejandro salir y se detuvieron apenas me vieron.
-Oye, Irina, allá tu novio el psicópata está haciendo estragos porque te fuiste sin decirle.-Me dijo Javier, el más alto de ellos y creí que bromeaba, pero por supuesto no era así.
-¿En serio?-Pregunté avergonzada y los tres asintieron entre risas.
-Sí, está buscándote por todos lados. Anda más irritante que nunca.-Respondió y exhalé, más avergonzada aún y deseando que se abriera un hueco en la tierra y me succionara.
-Mierda.
-Ve y búscalo a ver si se calma. Está que le da un infarto porque cree que te fuiste sin él.-Dijo Mathías, otro de sus amigos y asentí. Subí por las escaleras hasta que llegué al pasillo, donde me crucé a un grupo de chicas, entre esas Daniela, quién se acercó apenas me vio.
-Oye, Alejandro creo que ya regresó al salón. Cálmalo por favor, nos va a enloquecer a todos.-Dijo entre risas y las chicas reían también a más no poder. Maldición, ¿en verdad siempre vas a ser así? Yo siempre supe que eras celoso y tal vez posesivo, pero resulta que ahora también eres trágico y extremista, ¿qué más puedo esperar de ti?
Apenas me vio cuando entré, el pelinegro se acercó a mí y me abrazó tan fuerte que por poco me atraviesa. Noté que cargaba mi morral y en verdad esto me hacía sentir muy avergonzada. Las personas nos miraban divertidas, pero yo me quería morir.
-Irina, ¿dónde estabas?-Preguntó enojado y preferí que saliéramos de ese lugar. No quería hacer un drama delante de todos. Bajamos hasta un pasillo vacío cerca de las salas de informática.
-Fui a comprar una pastilla, ¿qué carajos? ¿por qué tanto alboroto?
-No puedes salir sin decirme, siempre debes hacerlo o me preocuparé. Creí lo peor.
-¿Qué podría pasarme? No me iba a raptar una nave alienígena o un psicópata solo por cruzar la calle.
-Bebé, no. Es que creí que te fuiste sin mí, no me dejarías solito, ¿o sí?
-En verdad eres bien fastidioso.-Me quejé y me miró indignado.-Al menos por hoy aléjate de mí y déjame en paz.
-Oye no, no quiero.
-No es necesario que estemos juntos todo el tiempo.
-Claro que sí, ¿qué voy a hacer si no estoy contigo?
-No sé, puedes comprarte un boleto e irte a Portugal a comprar el vino que dijiste, ¡pero déjame en paz!-Exclamé tan molesta que tal vez por mi reacción, vi sus ojitos aguarse y exhalé. Bien, esto no era lo que quería. ¿Por qué debes ser tan sensible? ¿por qué te encanta complicarlo todo? No hago nada mal, trato de ceder en lo que más puedo solo para mantenerte feliz a ti, pero no es posible hacerlo ni por 24 horas seguidas.
-Te odio.
-Oye…
-Tú, tú… siempre me echas, no me quieres y ni siquiera me dices cosas bonitas ni nada. Seguro me odias, ¡así que yo te odio! ¡te detesto! ¡te voy a eliminar de mis contactos!
-Oye ya, ya estuvo bueno.-Me quejé y él me miraba más indignado aún.-Tú ganas, como siempre. Vámonos.-Le dije y jalé su mano, con fuerza porque el tonto a pesar de que quería venir conmigo se resistía. Llegamos hasta la entrada, donde estaba su camioneta y me detuve.
Me miró más indignado aún.
-Tú eliges, ¿nos vamos juntos o no? Para de una tomar un autobús o llamar a mi primo.
-Oye no, de ahora en más solo te llevo yo. Ningún hombre te va a llevar.
-Ya vas de nuevo.-Me quejé, irritada a más no poder. El escolta nos abrió la puerta y sin darle muchas vueltas ingresé, él me siguió y uno segundos después el auto se puso en marcha. El pelinegro se acercó hacia mí y recostó su cabeza en mi hombro.
-Está bien, sé que estoy pesado e irritante, pero es que… ah, supongo estoy sensible luego de lo de ayer.-Admitió cabizbajo.
-¿Por qué?
-No sé, creo que tal vez por cómo me sentí después.-Dijo y se separó un poco, me miró avergonzado y suspiré.-Irina, creo que… creo que… me siento como enamorado.
-Oh.
-Bueno no, no me siento como enamorado, lo estoy.-Admitió sonrojado y desvié la mirada, mil veces más avergonzada aún.-Me enamoré de ti, Irina.
-Mmm.-No respondí, no sabía qué decir, pero… sabía que estaba sintiendo algo similar a lo que no le quería poner nombre, pero… sentí algo muy fuerte al escucharlo decir esas palabras. Nadie en toda mi vida se había enamorado de mí y más sin motivos. Yo no tengo nada de especial, él puede salir con quién quiera porque es atractivo, tiene un alto status y sé que le encantaría a cualquier chica, pero aun así, sigue detrás de una tonta que no ha podido corresponderle como él lo merece.
-No digas nada.-Dijo y acarició mi rostro.-Sé que aun cuando no lo digas, tú también estás sintiendo algo por mí.-Acarició mi rostro aún más, pero a pesar de que no pude responderle, sé que él lo supo en ese momento, todo en mí me delataba, la forma en que temblaba mi cuerpo ante su roce, lo que me costaba respirar, todo, todo. Sonrió feliz al percatarse de esto y me besó.
No sé cuánto vaya a durar esto, probablemente poco antes de que yo misma lo arruine, pero en ese momento decidí no pensar en nada, porque me sentía realmente bien.