La gripe
Observaba como Ricky cortaba su cabello, el cual siempre lo mantuvo largo. Su cabello era muy bonito, con rizos y siempre lo cuidó bastante, tanto que incluso antes se ponía rulos y cosas así, pero dejó de hacerlo por las burlas de Kevin y los chicos que trabajan acá en la finca le hacían, pero siempre mantuvo la costumbre de cuidárselo mucho, se aplicaba miles de productos y este era su otro mayor gasto, porque el resto del dinero lo usaba para equipar su nevera, la de su habitación, la cual siempre ha mantenido llena de snacks, papitas, dulces, gaseosas y muchas cosas, pero hoy, por un extraño motivo había decidido sin motivo alguno cortárselo todo. No se dejó calvo del todo porque sabía que yo detestaba eso, no me gustan los tipos calvos en general porque dos de mis atacantes lo eran y ya es como una fobia que le agarré a ese tema y no le puedo hablar a nadie así en general, pero eso sí, se lo dejó bien corto, como al estilo militar y es que él en general había cambiado muchísimo desde que se llevó esa decepción amorosa y lo que no sabía, es que jamás volvería a ser el mismo de antes. Es como si algo en él se hubiera roto y no había marcha atrás.
Cuando terminó de cortarse el cabello, se miró en el espejo de forma un tanto… ¿tétrica sería la palabra correcta? No lo sé, él ha estado actuando diferente y no en un buen sentido. Siguió con sus labores en la finca, es que nosotros no solo tenemos a los animales y a los cultivos para vivir, nosotros vendemos al menos a nivel local y aunque aún no da mucho, espero que en un futuro podamos exportar a nivel regional o hasta nacional y así podamos dedicarnos solo a esto y no a nuestras otras actividades no tan lícitas, pero entonces, sí se ha seguido dedicando a esto, pero en cuánto a su forma de ser o incluso hasta en sus costumbres ha cambiado muchísimo y no hay ni sombra del chico alegre que siempre fue, esto parecía haber quedado en el pasado y extrañábamos cómo era, pero nada de lo que le dijéramos servía de nada. Se mantenía siempre con un pésimo semblante, de mal genio y todo le desagradaba y lo peor es que no hallábamos forma alguna de ayudarlo.
-Oye.-Dijo Kevin mientras se colaba en mi habitación esa mañana de viernes. Se sentó junto a mi en la cama mientras me ataba los zapatos de forma misteriosa.
-¿Qué pasa?
-Primero:¿tienes antiácido? Desayuné frijoles y ya me estoy cagando.
-Mmm, arriba de la nevera están las medicinas.
-Segundo: ¿recuerdas que estamos con el tema de la adquisición de nuevas armas para nuestro plan?-Preguntó y asentí.
-Sí, pero… deberían dejar eso así. ¿Sabían que el papá de Alejandro fue ministro de justicia? Sabe sobre mi caso y creo que podría ayudarme, quiere hacerlo.
-Oh, vaya. De haberlo sabido no habría gastado mi dinerito en municiones.-Se quejó y me encogí de hombros.
-Puedes venderlas.
-Sí, creo que lo haré, pero… el problema no es ese, es Ricky.
-¿Qué sucede con él?
-Ha comprado unas cinco armas, ¡cinco jodidas pistolas automáticas! No sé con qué fin está comprando tantas, pero no es para el plan inexistente, es con otro motivo y me aterra.
-Mmm, y yo que estaba preocupada era por ti, por tu compra repentina cuando había era que desconfiar de él.
-Hay que tenerle diez ojos encima a ese, puede enloquecer y salir como con los tiroteos gringos. Hay que cómpranos chalecos antibalas por si acaso, no quiero que me deje como colador.
-No creo que nos haga daño.
-Eso no lo sabemos.-Dijo y eso me dejó pensativa.
No sabía si podía perder la cabeza. En nuestra infancia, de los tres, fue siempre él quién a veces actuaba de formas inesperadas. Kevin siempre fue el irresponsable y todas sus acciones y tropezones eran esperables de alguien como él que actuaba de forma espontanea a pesar de que pudiese estrellarse, pero con Ricky no era así. A él siempre le afectaba mucho el equivocarse o no lograr lo que quería, lo afectaba al punto de estallar de ira y demás, lo cual supongo que con el rechazo funciona igual, no lo tolera, lo enloquece y a pesar de que hace años haya estado intentando controlarse al respecto, al parecer no es suficiente y creo que el tanto reprimirse le ha estado pasando factura. No ha sabido como tolerar esta frustración, el engaño de esta mujer y que lo haya estado usando como tarjeta de crédito. Me preocupa demasiado cómo esto pueda ser más adelante.
-¿Y mi novia por qué osa de no contestar mis mensajes?-Recibido, 6:01 am. Llevas cinco mensajes enviados en esta mañana, nunca te cansas. Durante las semanas que han pasado desde que proclamaste nuestro “noviazgo” en voz alta no has hecho más que empeorar, al menos con respecto al tema de la intensidad. Me he cansado de decirle cuántos mensajes es prudente enviarle a una persona sin agotarla, pero lo que uno le dice a ese niño tonto, le entra por un oído y le sale por otro.
-Estoy ocupada, no jodas.
-¿Siempre debes ser así conmigo? Estás buscando que te cambie por otra.
-Como quieras.
-Irina :c
-¿Por qué debes ser tan consentido?
-Te extraño, ya te quiero ver.
-Hoy no iré a clases. Me estaba vistiendo, pero ya no iré. Estoy algo resfriada de ayer que me tocó mojarme en la lluvia para entrar la ropa.
-¿Estás enferma? Voy para allá.
-No, voy a estar durmiendo todo el día probablemente, mejor mañana.-Le dije, pero no me respondió, así que le advertí a todos en la casa que si lo veían llegar no lo dejaran entrar. Sólo quería descansar y por haber estado escuchando los problemas de Ricky hasta había olvidado que yo misma no me sentía bien hoy.
Me quité la ropa de salir y solo me puse un pijama y me recosté en la cama. Me cubrí por completo porque tenía escalofríos e intenté dormir, pero me dolía la cabeza, últimamente sufro mucho de esto y es por eso que no me pude dormir por más que lo intenté. Alrededor de una hora después cuando por fin estaba logrando quedarme dormida, sentí movimientos en la cama, así que abrí los ojos abruptamente, asustada y vi a cierto pelinegro sentado en la cama y mirándome con una enorme sonrisa.
-¿Cómo entraste?
-Sé que me negaste el acceso y me las voy a cobrar a mi manera por eso, a mi nadie se me esconde y es por eso que me tuve que colar por la parte de atrás.-Dijo mientras se acomodaba en la cama, acostándose de lado y lo incendié con la mirada. ¿Este infeliz qué se cree? Venía vestido diferente hoy, no como con la ropa a la que asiste a la universidad que siempre es llamativa, de diseñador y es objeto de todas las miradas, esta era diferente, como cuando está en la casa en que por supuesto también usa ropa costosa, pero no tan llamativa, es más cómoda.
-¿No pensabas ir hoy a clases?
-Sí, ya estaba vestido para salir y venía por ti, cuando me dijiste que no viniera, así que me puse ropa de estar en casa y me vine a enfermar contigo.
-¿Sabías que me detectaron ébola?
-¿Qué? ¡maldita sea!-Se quejó alterado y se levantó. Sé que pasó por su cabeza miles de formas en que podía morir. Esto fue completamente genial.-No puedo morir tan joven, sería una pérdida para la humanidad.
-Es broma, supongo pillé alguna gripe.
-No me asustes así, odio pensar en la muerte.-Dijo aterrado y suspiré.-Bebé, quisiera preguntarte algo.
-Dime.
-¿Me dejarías estar contigo por mucho tiempo?-Preguntó nervioso y fruncí el ceño.
-¿Por qué lo dices?
-Es que… estoy muy enamorado de ti, tal vez por eso es que ando tan temeroso e insistente. Me preocupa que te aburras dentro de poco y me pidas que me aleje.
-No deberías preocuparte tanto.
-¿No me pedirás que me aleje?-Preguntó de nuevo, temeroso y negué con la cabeza.
-No, no te lo pediré. No estés triste, te lo pido, ¿sí?
-Está bien.-Dijo sonriente y se acercó a mí y me besó. Era como si hubiese estado esperando por mucho tiempo besarme. De inmediato, lo noté deseoso, que moría por tocarme y se posó sobre mí e incrementó el beso. Ahora me besaba muy, muy fuerte y yo no le decía nada, sólo me dejé llevar, porque no lo podía negar: sus besos me encantaban, me encantaban demasiado, por Dios… pero luego de unos segundos, se detuvo de repente y se separó.-Lo siento, sé que estás enferma y lo último que vas a querer es hacer estas cosas.
-No te preocupes.
-Me emocioné.-Dijo entre risas, avergonzado y sonreí también.
Esa ocasión en que estuve enferma fue cuando pasamos más tiempo juntos. Él se quedó todo ese día y no esperé la forma en que se comportó. Debo aceptarlo, fue muy lindo esos días. Se dedicó enteramente a cuidarme, compró medicinas para mí y me llevaba la comida a la cama. Usualmente yo soy quién cocino porque trabajo menos, los chicos no cocinan, así que el pelinegro que tampoco cocina, lo hizo el primer día para que yo no lo hiciera, pero como por supuesto fue un desastre total lo que preparó, optó por pedir delivery todos los días, pero aún así, se comportó muy tierno. Me llevaba la comida hasta la cama, estaba pendiente de mí en cada instante e incluso exageraba, no quería ni que me respiraran cerca por miedo a que me muriera lo cual lógicamente no iba a suceder, era una gripe común, pero él siempre es extremista.
Duré como nunca tres días enfermas, tres días en que no estuve sola ni un instante porque lo tuve todo el tiempo a mi lado.