Fiestas inesperadas
Hoy ocurriría algo que en verdad no esperaba, por cierta persona que creí que jamás volvería a ver y precisamente esta, haría que discutiera por primera vez tan en serio con el pelinegro. Todas las veces anteriores había sido por una estupidez, pero esta era la primera que sería en serio.
Yo nunca he sido de asistir mucho a fiestas, es que precisamente esa etapa en la que debí salir a fiestas, conocer chicos y demás fue que estuve encarcelada, así que esta fiesta sería la primera a la que asistiría. Esta la daría otro de los amigos de Alejandro, Martín por su cumpleaños y me pidió que lo acompañara a la fiesta de su amigo. Era el sábado y fuimos a eso de las nueve hasta el salón de eventos que alquiló, que no era cualquiera por supuesto, era uno que quedaba en el club campestre del lago y no cualquiera puede ingresar a este lugar, es con membresía y pude entrar gracias al pelinegro. Ingresamos en su auto y como nunca, tuve que venir vestida formal, porque la fiesta al ser en este lugar tenía un código de vestimenta, así que tuve que conseguir un vestido de esos de cóctel, era n***o, largo y de tirantes, se puede decir que era bonito, pero eso sí, el precio no lo era para nada.
Antes de ingresar al salón como tal, nos desviamos cerca de los baños por la insistencia de cierto tonto que tenía muchas ganas hoy. Me besaba en ese rincón con tanto deseo que no podía detenerlo. Sus manos recorrían mi cuerpo con deseo y no podía evitarlo, esto me encantaba, por dios, me encantaba demasiado y mucho más, cuando ingresó su lengua en mi boca, incrementando el beso y con sus manos que se deslizaron por mi espalda llegando a mis glúteos, los cuales apretó, no pude evitarlo y gemí con ganas.
-Oye.-Le hablé separándome un poco, pero él volvía a besarme.-Vas a arruinar mi maquillaje, el labial que traía.
-No importa, te necesito preciosa.-Dijo y acto seguido tomó la parte inferior de mi vestido, levantándolo y sentí una de sus manos escabullirse entre mis piernas. Deslizó sus dedos entre mi ropa interior, acariciando mi intimidad y por supuesto, me hizo enloquecer y más, cuando mordió mi labio inferior. Dios… gemí muy fuerte y nos besamos más y más fuerte, pero luego, escuchamos ruidos de personas que se acercaban y nos vimos obligados a separarnos. Caminamos por el pasillo, intentando disimular que nada había pasado entre nosotros, pero él, me detuvo un momento abrazándome por mis hombros y me miró.
-Nena, esta noche no te me salvas.
-¿Sí?
-Estaremos solo un rato en la fiesta, por cortesía, pero nos iremos luego. Necesito tenerte desnuda para mí.-Dijo con una sonrisa de malicia y no pude evitarlo, sonreí también y me dio un último beso. No me molestaba para nada que me dijera cosas así, por el contrario, creo que sentíamos tanta confianza el uno en el otro como para permitirnos ese tipo de trato.
Ingresamos al salón luego de que me arreglara un poco el maquillaje, porque a este tipo de eventos hay que mantener una buena imagen y vaya que me dejó desconcertada todo lo que veía dentro. La decoración era de lujo, extremadamente elegante, con luces tenues, flores por doquier, meseros, es que parecía más una boda que el cumpleaños diecinueve de un chico normal. Había mucha gente, tal vez unas cien personas o más y a todos se les notaba la plata, la clase, eran gente diferente a lo que estuviera acostumbrada a ver, aunque bueno, estudiando en la universidad en que estoy sí me acostumbro un poco más rápido a este tipo de personas, pero sin duda los que estaban aquí, podían ser los chicos más ricos de toda la ciudad.
-Ven bebé, sentémonos junto a mis amigos.-Me dijo y nos sentamos en la mesa en que estaban los chicos de la universidad, que eran los únicos rostros conocidos que veía en el lugar entre este mar de gente.
La noche pasó y fue bastante agradable, más de lo que había pensado. Sabía que estos chicos eran divertidos, pero en esta ocasión los pude conocer más y la pasamos genial lo debo admitir. Andrés llegó una hora después y afortunadamente estaba en sus buenos días, así que no estuvo peleando por todos y por primera vez en mucho tiempo no lo vi discutir con Alejandro, es que a él le molestaba mucho que intentara controlarme o que fuese posesivo o celoso, y aunque esta noche no fue la excepción porque no dejó que ninguno de sus amigos siquiera se parara a mi lado, no discutieron y todos la pasamos genial. Llevaba tiempo sin beber de la forma en que lo hice esa noche, es que me sentía bien, como nunca en mucho tiempo y quise dejar de pensar y pasar un buen rato. Bebimos, bailamos y a eso de la medianoche los chicos quisieron salir al estar un poco tomados y fuimos hasta el campo de golf. Por supuesto, este lugar tenía su propio campo de golf y a esta hora eso era lo que querían hacer, jugar.
Jugaban bastante bien y de hecho yo ni lo intenté, no me gustaba ni me llamaba la atención este deporte, solo me limité a verlos jugar y noté que el pelinegro jugaba bastante bien, se notaba que se divertía, así que solo me limité a observarlos. Andrés repartía de una botella que trajo de vodka y pasó un largo rato, como una hora y era bastante tarde, como las dos de la mañana y a lo lejos, vimos a otros chicos que se acercaban a jugar, pero estos no estaban en la fiesta del amigo de Alejandro, debían venir de otra fiesta. No presté mucha atención a ellos, veía a los chicos jugar cuando Andrés se acercó a mí.
-Irina, ¿conoces a esa gente que está allá?-Preguntó señalando al grupo de chicos y chicas que estaban del otro lado y negué con la cabeza.-Varios están secreteándose y te observan.
-No los conozco, es imposible.
-Pero pareciera que sí.-Dijo y me encogí de hombros. Pasaron solo un par de minutos cuando vimos que un chico de ese grupo se acercaba, Andrés me hizo señas y volteé a ver, pero, lo que vi me dejó desconcertada. ¿Podría ser… podría ser en verdad él? ¿estaría teniendo acaso alucinaciones de ebria? Se acercó un poco más y ya no tenía dudas. Dios, era él, Mauricio, a quién nunca pude volver a ver porque nos separaron, a él lo enviaron a… esta ciudad, sí, lo habían enviado aquí.
-Irina, eres tú en verdad.-Dijo conmovido y de inmediato lo abracé. No podía creer que esto estuviese sucediendo, creí en verdad que jamás lo volvería a ver, pero no, aquí estaba, delante de mí y no estaba soñando. Me separé unos segundos después y notaba que él me miraba casi entre lágrimas.
-Esto parece un sueño.-Admití y él asintió entre risas.
-Sí, en verdad creí que jamás te volvería a ver.-Dijo y asentí.-¿Cómo has estado?
-Pues… bien, estoy en la universidad estudiando administración.
-Oh, es genial. No esperé encontrarte en la ciudad, es que… no es fácil de hablar, pero… en ese entonces, me hicieron irme y por mucho tiempo no supe qué ocurrió contigo, no tenía idea, pero… luego, cuando la curiosidad empezó a matarme, empecé a indagar muchos años hasta que supe qué pasó, pero no sabía exactamente donde te tenían ni nada, mi familia me ocultó todo. Perdón por no ir a visitarte ni nada, en verdad no lo sabía.
-Mmm, supuse que no sabías nada. Tranquilo.-Hablamos por un rato bastante largo y le conté superficialmente lo que pasó, porque tampoco es que quisiera hablar sobre eso, nunca me gusta hacerlo, pero como él fue parte de lo que pasó creí que merecía saber y noté que le afectó mucho saber lo que ocurrió. Al parecer el creía que solo me habían incriminado y ya, que fui a la cárcel y salí al poco tiempo para no volver al pueblo, eso le contó su familia para que no fuera a verme, pero le dije que sí estuve bastante tiempo, toda mi adolescencia la pasé encerrada y bueno, trato de dejar esas cosas atrás, aunque no ha pasado ni siquiera un año desde que salí, pero trato de hacerlo lo mejor que puedo. Él me escuchó atento lo que le conté, que fue superficial, pero sí supo sobre los abusos y lo que pasó, porque no es justo que regrese al pueblo cada tanto y vea a esas personas como si nada, como si no me hubiesen atacado y lo peor, es que han seguido sus vidas como si nada, sin remordimiento, él mismo me dijo que el papá de las Romero se volvió a casar y que tiene una hija de un año y un bebé de meses, lo cual es una porquería. Esa mujer no sabe al tipo que tiene al lado y menos esos pequeños, me causa terror qué pueda hacer con ellos cuando esté más grande cuando está claro que es un maldito abusador y ahora estaba más segura que nunca, había que actuar cuánto antes, ya sea por el señor Juan Antonio o por otros medios, pero había que hacerlo.
Hablamos por casi una hora o más y también me contó sobre su vida, me dijo que vino a estudiar acá en la ciudad donde una de sus tías y está en otra universidad privada estudiando ingeniería civil, también casualmente está aquí por un cumpleaños y lo notaba realmente feliz de verme. Yo también lo estaba, nunca volví a saber nada de él y siempre me lo pregunté y deseé que estuviese bien. Luego, Mauricio me dijo que debía irse, ya era tarde, pero sacó su teléfono de sus bolsillos y lo puso en mi mano.
-¿Me das tu número?-Preguntó y me encogí de hombros.
-Vale.-Se lo di, porque sí quería saber más sobre él y mantener contacto, no perderlo del todo como ya había pasado porque él fue una persona muy importante para mí mucho tiempo y no sería justo no saber nada sobre él de nuevo. Le regresé su teléfono y lo noté un poco incómodo de repente.-¿Pasa algo?
-Quería preguntarte… ¿tienes novio?-Dijo y lo pensé unos segundos. Esa era una pregunta complicada de responder, porque en teoría no, no tenía, pero…
-Pues… no.
-Genial.-Sonrió y no sé por qué lo hizo.-Oye, estoy algo incómodo. Esas personas que están contigo, llevan todo el rato viéndonos y ahorita el de pelo rizado estuvo cerca, ha pasado cerca muchas veces y pareciera que estuviesen espiando lo que hablamos.
-¿Sí?-Volteé a ver y sí, todos nos miraban, pero trataban de disimularlo, aunque… el pelinegro miraba mucho peor, es que… lucía tan enojado y lo noté, no estaba enojado como las otras veces en que fue por cosas tontas o algo así, esta vez era en serio y me puse nerviosa de inmediato.-Oye, debo irme.
-Vale, que estés bien.-Sonrió y besó mi mejilla, pero… no creo que eso haya sido lo mejor en este momento, creo que lo empeoró todo. No esperaba que lo hiciera.
Me alejé y cuando me acerqué a Alejandro, noté que todos los presentes nos miraron incómodos, tanto por la forma en que él me miraba, como por todo, lo que acababa de pasar, en que sé que daba para que pensara lo peor, pero nada malo había sucedido, aunque… creo que él no lo estaba viendo de esa manera.
-Alejandro…
-No me hables, ni se te ocurra hacerlo.-Dijo y creo que todos escucharon, porque con excusas los vi alejarse y era entendible, él debía llevar molesto todo el rato y… creo que debí haber hecho las cosas diferente. No quería que malinterpretara lo que pasó y mucho menos que se sintiera celoso o mal, pero… creo que sí daba para mal pensar.
-Oye, no pasó nada malo, tú te diste cuenta.-Le dije tratando de acercarme un poco, pero lo noté, estaba completamente pasado de tragos, creo que bebió muchísimo más en el tiempo en que estuve hablando con Mauricio, tal vez lo hizo al sentirse celoso, molesto, no lo sé, pero lucía tan enfadado conmigo que me alteraba por completo.
-¿Crees que soy estúpido?
-No he dicho eso.
-Mis amigos estuvieron espiando, le diste tu número, le dijiste que no tenías novio y hasta te besó en el rostro. Sé que nosotros no somos novios por más que me fuerce a creerlo, eso lo sé y lo tengo claro todo el maldito tiempo, pero al menos, ¿no podías coquetear con él en otro lado? ¿no podías hacerlo lejos y no delante de todos mis amigos o de mí? ¿cómo crees que me sentí?
-Alejandro, no estuve coqueteando con él.
-¿Me negarás acaso que no le diste tu teléfono? Hasta lo abrazaste, dejaste que te besara…
-No es lo que estás pensando.
-No me hables, no quiero verte, ¡aléjate!-Gritó y me alteré aún más al ver cuán enfadado estaba, tanto que me ponía nerviosa por completo y más, al ver que incluso lloraba y yo… me sentí horrible al verlo llorar, porque sabía que lo que acababa de pasar daba por completo para que él malinterpretara, sabía que lo había hecho sentir mal, peor que nunca y no tenía idea de cómo remediarlo ahora.
-Oye… ¿podemos… podemos hablar sobre esto?-Pregunté intentando acercarme, pero él, reaccionó muy mal a esto, se alejó aún más impidiéndome siquiera tocarlo.
-No, no y nunca vuelvas a hablarme. Terminamos.-Sentenció entre lágrimas y cuando intenté acercarme una última vez, se alejó aún más y se dio la vuelta, se dispuso a correr sin parar, tal vez en un impulso por los tragos, rencor, no lo sé y supe que esto no iba a acabar bien.