14.

998 Words
Peleas absurdas Habían pasado ya ocho días desde que él dejó de hablarme por eso, por algo tan tonto como que me fui a jugar con Andrés a las maquinitas, no podía creer que por algo tan tonto se hubiese alejado por completo de mí y se rehusara a hablarme, pero… si eso era lo que quería, lo iba a respetar, así que volví como al inicio, el primer día de clases en que no habíamos hablado. Me limitaba simplemente a hacer mis deberes, prestar atención en clases y en tiempos libres me iba a comer a la cafetería con Andrés y dos amigas suyas a veces, las cuales conozco poco y trataba de distraerme de esa manera, porque no puedo negarlo, extrañaba un montón al pelinegro, a tenerlo cerca, pero, pero… ah, supongo esto es lo mejor, era lo que debía pasar, aunque no de esta forma, pero supongo era lo mejor. En el descanso, vi a Alejandro junto a sus amigos afuera de la cafetería. Pensé en ignorarlo como siempre, pero… anoche había tenido un sueño tonto con él. Soñé que estábamos en la tienda de ropa donde él compra, es de diseñador y estaba haciendo un berrinche porque quería una chaqueta negra con lentejuelas y le dijeron que ahí no vendían nada con lentejuelas, así que se puso pesado y les dijo que lo iba a demandar, porque lo discriminaron al no tener nada para su gusto personal y yo le decía que se calmara, pero gritaba más y al final, tuve que llevármelo a rastras o demandaría tontamente a todo el personal de esta. Entonces, como soñé con él al igual que la noche anterior, lo tenía en mi mente. Pensé en él en toda la mañana, en que no quería que estuviera molesto conmigo y… no sé, ¿será que le hablo? ¿debería hacerlo o si lo hago se molestará y me gritará como la vez anterior? No estaba segura de qué podría pasar, pero al ser tan impulsiva, no lo pensé mucho más y decidí acercarme para al menos saludarlo, hablarle, yo que sé, pero lo que no me esperaba, es lo que sucedería a continuación. No me importó que estuviese con sus amigos, me acerqué a él igual y cuando me vio detenerme en frente suyo, frunció el ceño, enojado, pero a la vez parecía sorprendido de que estuviese frente a él, que lo hubiese buscado por iniciativa propia. Sus amigos miraban curiosos la situación, supongo estarán al tanto de lo que pasó. -Hola, Alejo.-Le dije y enarcó una ceja. -Primera vez que me llamas así. -Mmm, sí. ¿Cómo estás? -He tenido días mejores. -Oye, ¿vas a dejar de hablarme por siempre?-Me quejé y él me miró indignado. -¿Qué esperabas después de la vez pasada? ¡te fuiste en mis narices! -Pero a las maquinitas, ni que me hubiese ido a matar o robar. -Es peor que eso porque te fuiste ignorándome y me hiciste sentir mal. -Oye… -¡No me hables más nunca!-Chilló tan fuerte que sus amigos prefirieron irse que a reírse delante suyo, porque Alejandro estaba que echaba chispas y era de no creer. -Bien, si eso quieres está bien. Vete al diablo.-Dije y me di la vuelta para irme, pero él, al ver que me iba, se atravesó en frente de mí impidiéndome el paso. -Ah, ¡me haces enojar!-Dijo en un tono que se notaba que estaba por hacer toda una pataleta. -No entiendo por qué te molestó tanto eso. -Irina, creí que me conocías más. -No entiendo. -Oye.-Se acercó a mí, tanto que empecé a temblar.-Me haces sentir celos y por más que él sea mi amigo me molesta muchísimo. Quiero que siempre me tengas en prioridad a mí, que tus ojitos siempre estén en mí.-Dijo señalándose él mismo y exhalé. -Eso es absurdo. -¡No! ¡no lo es! Se supone solo debes mirarme a mí…-Dijo en voz baja, triste y exhalé fuertemente. -No entiendo por qué estás diciendo eso. -Da igual, ¡no me hables nunca más! Es más, si me muero, ni a mi funeral estarás invitada y que te quede en la conciencia.-Sentenció y ni siquiera pude decir nada porque se fue de inmediato. Eso era lo más ridículo y bizarro que me habían dicho en la vida. Está bien, si no me quieres hablar por esa tontería, será como tú quieras, maldito imbécil. Decidí entonces dejar de perder mi tiempo preocupada porque ese infeliz no me hablara, es que la sola situación era ridícula e innecesaria en sí, estaba haciendo toda una tormenta en un vaso de agua y tengo muchas cosas en qué pensar como para perder el tiempo en berrinches de un niño grande y tonto, que claro, me agrada y me gusta tenerlo cerca, se ha convertido en mi amigo dentro de todo, en una de las personas con quién más pasaba tiempo, pero si siempre será de esta manera, en serio que no, no me voy a amargar así la vida por tener cerca a un idiota como él. Por otro lado, cuando regresé a casa ese día, vi a Kevin en el patio con uno de sus amigos, pero no fue tanto el verlo a él lo que llamó mi atención, sino el objeto que tenía en sus manos. Tenía una pistola automática y ambos estaban entrenando en el patio disparándole a botellas de gaseosa vacías. Me acerqué de inmediato a él, quién sonrió victorioso al verme enseñándome su arma. -¿Qué tal te parece? Está buenísima, ¿no crees? -¿De dónde la sacaste? ¿es legal? -Obvio que no es legal, ni loco pagaría por un arma legal, sale muy costoso, los permisos salen por un ojo de la cara. -Mmm, ¿para qué la compraste? Acá ya tenemos una escopeta. -¿Para qué crees que la compré?-Dijo y acto seguido guiñó un ojo. Fruncí el ceño, tenía un mal presentimiento sobre esto.      
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