Momentos extraños
Me encontraba haciendo una de las entregas esa tarde de martes y esta vez tocó ir hasta Cartagena, que es una ciudad cercana que queda a alrededor de dos horas de Barranquilla cuando recibí un mensaje de cierta persona que llevaba doce días enojado conmigo.
-Te odio, me caes mal, tonta.-Escuché su mensaje en la voz de Ricky, quién fue el que me acompañó a este viaje porque el Kevin tiene fiebre y otras porquerías, y como no podía mirar mi teléfono al conducir por el peligro que esto suponía, él leyó el mensaje y estalló en risas.
-Jajá, ¿ya terminaste con “el millones”?-Se burló y lo miré de reojo.
-Sigue sin hablarme por lo mismo. Ignora su mensaje, es más, bloquéalo.
-¿Segura? Puede sacarte de su herencia si haces eso.
-Ya me tiene harta, sigue molesto por una tontería y no tengo tiempo para eso.
-Aunque, mmm, estos mensajes son de un tipo ardido o de uno borracho. En el peor de los casos de ambos.
-Me da igual.
-¿Será que está borracho?-Preguntó curioso y me encogí de hombros.
-No lo sé.
-Vamos a comprobarlo.-Sonrió con su típica sonrisa de cuando hará algo malo y fruncí el ceño. Noté que empezó a llamarlo e intenté quitarle el teléfono, sé que solo lo llamaba con la intención de fastidiarme y no quería eso, pero no pude quitarle el teléfono porque iba a unos 80km/h y sería peligroso ponerme a pelear con este inútil.
-Oye, ¡cuelga!
-Hola, mi amor.-Le dijo cuando contestó y si hubiese podido me detenía exclusivamente para pegarle o mejor aún, tengo turbios pensamientos, unos grandes deseos de arrojarlo a la carretera en movimiento. No volvió a decir nada, solo lo escuchaba reír como nunca con lo que escuchaba, que por supuesto yo no podía oír.
-Oye, te detesto.-Me quejé y en ese momento colgó, pero le costaba hablar de lo mucho que reía y yo sentía que la vena de mi cuello estaba a punto de estallar de la felicidad que esto me causaba.
-Sí, positivo. Está borracho.
-¿En serio?
-Sí, solo dijo incoherencias y babosadas, que le caes mal y cosas así.
-Oh.
-Pero castígalo si te anda diciendo cosas así, yo a mi novia no le permito que me hable así, eso sí que jamás.
-¿Cuál novia?-Pregunté enarcando una ceja y él sonrió.-Creía que eras gay.
-¿Gay? Irina, vas a hacer que yo también te haga pataletas.
-En serio lo creía.
-¡No soy gay!
-Nunca te había visto una novia.
-Sí, tengo novia, solo que… es a distancia. Hablamos por mensajes todas las noches.
-Mm, eso me suena como a estafa.
-¿Estafa?
-¿La has visto en persona?
-No, es que ella tiene la cámara dañada, pero sí es quién dice ser, te lo aseguro.
-Más te vale y espero que no le haya estado mandando plata sin haberla visto, porque ahí sí que te echo de la casa, pero por estúpido.
-Mmm, me reservo mis comentarios.-Dijo y lo incendié con la mirada.
Esa entrega llegó algo retrasada por los trancones en la vía que nunca faltan y más por la hora, que es en que todos los vehículos empiezan a regresar, pero pudimos entregar todo y regresar antes de la medianoche. Al día siguiente solo fui a la última clase porque estaba bastante agotada y necesitaba descansar un poco más, así que llegué algo tarde y esto se puede hacer en la universidad sin inconvenientes siempre y cuando no sea algo tan seguido porque las inasistencias sí me pueden perjudicar académicamente y lógicamente no quería eso. Entré a la clase y fue normal como siempre.
Esta terminó a eso de las 12:30pm y salí rápido sola porque Andrés no había asistido hoy tampoco y, además, como me levanté tarde no alcancé ni a desayunar, así que tenía el estómago vacío y solo quería ir a comer algo, pero cuando iba a tomar el autobús en la parada, vi a Daniela acercarse junto a su grupo de amigas, pero parecía que solo ella era quién quería hablarme.
-Hola, Irina, ¿qué tal estás?
-Genial, ¿y tú?
-Bien, aunque no tanto.-Dijo con el ceño fruncido y la miré fijamente.
-¿Te pasó algo?
-Dos cosas, primero: debemos hacer la segunda parte del trabajo la otra semana, nos reuniremos el jueves, ojalá puedas ir.
-Sí, puedo sacar el tiempo.
-Y segundo… quería pedirte disculpas, creo que ya te enteraste de que Alejo me sobornó para darte celos.
-Mmm, sí, pero tranquila, no me dio celos en lo absoluto.
-Lo sé, lo supuse, pero de igual forma no estuvo bien y de hecho… si no es mucho pedir, me gustaría pedirte algo que es bien urgente.-Dijo con un poco de vergüenza.
-A ver.
-Lo que pasa es que… si no es mucho pedir, ¿podrías hablar con Alejo? Todos lo hemos notado bastante triste estos días y como no anda detrás de ti, supongo que algo pasó contigo.
-Sí, me dejó de hablar por una tontería.
-¿Fue él quién te dejó de hablar?-Preguntó y asentí, me miró desconcertada.-Vaya, entonces no entiendo por qué anda así.
-Ni yo.
-Pero… de igual forma, ¿podrías hablar? Anda bastante triste y es obvio que es por ti.
-Pero si es él quien no quiere hablarme…
-Es que es bien orgulloso y delicado, pero háblale, ¿sí? Hazlo como un buen gesto hacia alguien, es que sí está bastante triste.
-Mmm, me rehúso, ya le hablé el otro día y solo recibí gritos de su parte.
-Por favor, hazlo, ¿sí? Te pagaré 200 mil si accedes.
-¿Por qué ustedes los ricos ofrecen dinero para todo?
-Por favor.-Rogó y al final accedí, pero porque al parecer anda triste y en verdad es su culpa, él fue el que quiso alejarse y hacer drama cuando no había motivos, pero bueno, supongo intentaré hablarte una última vez, porque tampoco me siento bien al saber que estás triste, no lo mereces, pero debes aprender muchas cosas. ¿Cómo será en un futuro cuando tengas novia? No puedes dejarle de hablar a alguien cada vez que te enojas y menos por cosas sin fundamento, eres un niño aún que necesita aprender muchas cosas y sobre todo, dejar el orgullo a un lado que no sirve para nada.
-¿Él sigue en la universidad?
-No, estos días como no tiene a quién molestar se va directo a su apartamento. Puedes ir allí si puedes.
-No sé dónde vive.
-Sé donde es, pero no me sé la dirección exacta, si quieres te llevo.
-Mmm, normalmente no acepto, pero como eres la de la insistencia, está bien.-Le dije y sonrió aliviada. Fuimos en su auto hasta el edificio del pelinegro, quién vive en una zona exclusiva de la ciudad como era de esperarse y no, no vivía en un apartamento común, vivía en un jodido penthouse en uno de los edificios más altos de la ciudad, todo con él debía ser extravagante y fuera de lo común.
Como conocían a Daniela, ella me acompañó a ingresar, pero en el ascensor me dejó y se fue, porque sin ella jamás habría podido entrar, en estos lugares tienen una seguridad bastante hermética. Me indicó que subiera hasta el último piso y allí solo hay dos penthouse y me dio el número de él de él porque no tenía idea de cual era. Cuando llegué a su puerta, me lo pensé unos segundos, ¿será que debo tocar? Solo había un pasillo muy amplio para tratarse de solo dos apartamentos, aunque como eran de lujo supongo no era extraño, pero había muchas plantas, un olor muy agradable como a lavanda y los pisos eran blancos, de mármol y había una decoración exquisita. No me puedo ni imaginar cómo será adentro entonces.
Estuve a punto de irme porque él la vez pasada reaccionó muy mal, pero… ahora que sé que está triste creo que no me puedo ir, no así. No me gusta ser cruel o al menos no a propósito, así que no lo pensé mucho más y toqué sin darle vueltas al tema, no quería dilatarlo más. Creo que tocar no serviría de mucho porque esos apartamentos deben ser muy grandes y no creo que escuche, así que toqué el timbre y alrededor de un minuto después, una mujer me abrió. Supongo que era la empleada, porque era una señora y usaba uniforme, parecía ser alguien amable.
-Hola.-Me saludó y sonreí.
-¿Está Alejandro?
-Sí claro, ¿quién lo busca?
-Irina.
-Irina, ¿le digo que eres su compañera? Digo, porque de pronto conoce a varias con ese nombre.
-No, dígale que su novia.-Le dije y ella sonrió, al parecer emocionada y exhalé. Solo de esa forma saldría de inmediato y por supuesto no me equivoqué. Lo vi salir a los pocos segundos, bastante emocionado, pero trató de ocultarlo cuando llegó hacia mí. Vestía ropa cómoda, solo un suéter azul, una sudadera y zapatos deportivos, era la primera vez que lo veía vestido informal.
-Así que hoy me vino a visitar mi novia, qué interesante.-Dijo con una ceja enarcada y lo miré de reojo.
-¿Cómo estás?
-Estoy bien, genial y guapo, ¿cómo más estaría?
-Mmm, si eso dices.-Dije de forma incrédula, pero de nuevo no lo entendió.-Alejandro, ¿puedes dejar de estar molesto conmigo?
-No…-Dijo desviando la mirada y pude notarlo, en verdad está triste. ¿Por qué debes ser de esta manera? Si quieres hablarme puedes hacerlo, no te he pedido que te alejes de mí, pero haces demasiados berrinches por algo que no lo amerita.
-Mmm, a ver. Pongámoslo de esta manera, ¿qué quieres que haga para que dejes de estar molesto conmigo?
-Eso abre tantas posibilidades.-Dijo pensativo, con una sonrisa de maldad en el rostro y lo incendié con la mirada.
-¿Qué estás pensando? Pervertido.
-Bebé, no pensaba nada malo.-Dijo entre risas, excusándose.-Quiero… a ver… creo que… un beso.
-¿Por qué siempre pides eso?
-Porque no he besado aún. Ya todos mis amigos lo han hecho menos yo.
-Ah, qué decepcionante eres. ¿Es porque te sientes atrasado en comparación al resto? ¿te da vergüenza eso?
-No, no es eso porque si lo fuera, me habría dado pena hace años ya, pero… te quiero besar a ti, no hago más que pensar en eso.-Dijo y bajé la mirada, incómoda y de nuevo, me sonrojé por completo. Ojalá no notes que estoy de esta manera.
-Mmm, ¿no hay otra cosa que quieras?
-Sí, muchas. Que seas mi novia, que me beses, que me abraces, que me quieras, que me mimes…-Iba a seguir con su larga lista, pero lo interrumpí.
-Mejor me voy.
-Oye, no.-Sujetó mi mano y se puso en frente de mí. Deslizó luego sus dedos por mi cintura, abrazándome y sentí que por poco me infarto ante su tacto. Dios, esto se sentía tan extraño, tan… surreal.-Está bien, no quiero abusar y que te vayas. Solo… pasa el día de hoy conmigo, ¿sí?
-Mmm, había quedado en trabajar esta tarde, irá la veterinaria a la casa y…-Me interrumpió.
-Irina, todo lo que te digo te niegas, no quieres hacer nada conmigo.-Dijo como siempre, haciendo pucheros y tomé aire.
-Está bien, tú ganas.-Le dije y sonrió enormemente.
Me invitó a pasar y quedé estupefacta al entrar al lugar, pero traté de disimularlo lo mejor que pude. Era amplio, de concepto abierto. Los pisos eran similares a los de afuera, es decir, de mármol y era muy luminoso porque tenía grandes ventanales que en la mayoría del lugar reemplazaban una pared entera. Todo era de colores oscuros a excepción del piso y lucía demasiado costoso. También daba un poco de vértigo, es que era muy alto y al tener ventanales de ese tamaño se podía ver casi toda la ciudad desde acá arriba.
-¿Te gusta el lugar?
-Sí.-Admití.-Es precioso.
-Puedes venir cuando quieras, me encantaría que siguieras viniendo.
-Ya veremos.
-No, ya veremos no, quiero que sigas viniendo. Podrías venir todos los días si eso quisieras.
-Sabes que me ocupo.
-Sí, pero… así sea en las noches, un ratico no pasaría nada.-No dije nada, ya luego vería como me libraba de esta. Me indicó que me sentara en la sala y lo hice, tenía muebles amplios de color café, bastante cómodos y amplios, deben haber costado un ojo de la cara, podrían sentarse diez personas aquí si lo quisiera. Se sentó a mi lado también.-Me extrañaste demasiado, ¿verdad?
-¿Por qué lo dices?-Pregunté y sonrió, acercándose más a mí, tanto que me incomodó.
-Viniste hasta aquí cuando ni sabías mi dirección, así que tuviste que preguntar para saber cómo llegar. Eso quiere decir que sí me extrañaste.
-Si eso quieres creer.
-Entonces… ¿no me extrañaste?
-Mmm, bueno, sí.-Admití y lo vi sonrojarse por completo, creo que yo me puse aún peor al admitirlo.
-También te extrañé, preciosa.-Dijo sonriente y acarició mis hombros. Traté de disimular que eso me hizo alterar aún más si es que era posible.-¿Sabes? Tengo una curiosidad.
-¿Cuál?
-Como eres así, que no quieres salir con nadie, me pregunto:¿has salido con alguien antes?
-Sí, tuve un novio de adolescente.
-Mmm, ¿y quién era? Seguro era feo y mototaxista.-Dijo enojado, celoso y rompí en risas.
-No, Mauricio era decente, un chico bueno y lindo.
-¿Y por qué no te casaste con él si era tan bueno y perfecto?-Se quejó y lo incendié con la mirada. Siempre debes demostrar tus celos y la locura.
-Mmm, las cosas no se dieron, las circunstancias.
-¿Por qué terminaron?-Preguntó curioso y de inmediato me incomodé. No me gusta hablar de eso, es demasiado difícil para mí y es la hora tantos años después y no lo soporto.
-Él no terminó conmigo ni yo con él si es lo que quieres saber.
-Mmm, pero… ¿por qué terminaron?-Preguntó curioso y me enderecé en la silla, incómoda, deseando huir de esta situación, porque conozco tanto a Alejandro que sé que querrá saber los motivos, que es algo que no puedo explicarle por más que lo quiera. Es horrible, no deseo recrear esas escenas en mi mente nunca más si no enterrarlas lo más profundo que mi mente pueda hacerlo.
-Pues, hubo ciertas circunstancias que hicieron que nosotros termináramos, pero… no quisiera hablar sobre eso, ¿está bien?
-Preciosa…-Dijo dándose un poco la vuelta para estar frente a mí y por primera vez, acarició mi rostro. Empecé a temblar, como nunca en mi vida lo había hecho antes. No entendía cómo es que con una simple caricia podía hacerme sentir de esa manera.-Quiero saber, ¿puedes confiar en mí?
-Yo… no es fácil de decir.
-Creo que sabes que puedes confiar en mí. Presiento que lo que te sucedió fue algo muy malo y… quisiera saber, en verdad quiero.
-Pero…-Titubeé, porque no es que hubiese sido algo muy malo, fue algo horrible que es impensable de solo decir y no… no quiero, no puedo revivir esos horribles momentos sin quebrarme. Es que de tan solo pensar que tenía que de nuevo recrear esas escenas para poder contarle, me hacía sentir horrible, rota, como si esas cosas estuviesen sucediéndome de nuevo y en verdad siento que no puedo, no puedo decirlo, no…-No es algo que quiera decir.
-Irina, bebé, por favor…-Rogó y esas escenas empezaron a pasar en mi cabeza, empecé a revivir cada momento, cada grito que solté, cada lágrima que derramé y no pude evitarlo, es que de solo recordarlo yo… no, no lo podía soportar. Sentí mis ojos aguarse y quise que esto se detuviera, es que odio llorar delante de otras personas, pero no pude evitarlo en ese momento al estar delante de él, que deseaba saber genuinamente lo que me pasó solo porque se interesaba en mí y yo… sentía que me quebraba por completo.
-Está bien, voy a contarte.
-Si te sientes mal no te sientas presionado a hacerlo, cuando tú quieras, a tu tiempo.
-Pues… si en verdad quieres saber, te lo diré, pero solo será una vez y no quiero volver a hablar nunca sobre este tema de nuevo en toda mi vida.
-¿Tanto te afectó la ruptura?
-¡No! No fue la ruptura, fue algo muchísimo peor, pero… si te digo, podrías mirarme diferente después de eso.
-¿Por qué lo haría?-Preguntó confundido y lo miré.
-Es que… me pasaron cosas horribles, muy malas y sé que ni siquiera te puedes imaginar ni un poco la dimensión de lo que me ocurrió, que no solo fue malo, fue horrible y cambió mi vida, pero… podrías verme diferente después de eso.
-¿Diferente?
-Sí, podrías sentir asco.
-No, no, de ninguna manera. Te lo prometo.-Dijo mientras acariciaba mis manos, tratando de calmarme y lo miré. Lucía muy preocupado, quería en verdad saber lo que me ocurrió y yo… decidí por primera vez confiar en alguien ajeno a mis primos.
-Sabes que te conté que yo crecí en un pueblo de Sucre, ¿cierto?-Pregunté y asintió.-También te dije que siempre fui una niña problemática. Mis padres eran buenos, pero muy estrictos a su modo y al crecer en un ambiente rural me hacían trabajar con ellos, pero no me daban ni un peso, no me pagaban por mi trabajo y es que ni para la escuela, no me daban ni un solo centavo y para esa época, sabía que necesitaba dinero, ya de adolescente, al menos para comer algo en la escuela, fotocopias o siquiera para algún gusto como siquiera un brillo labial, así que opté por negocios ilegales y lo que sea que diera plata. Vendía exámenes que le robaba a los profesores, los resolvía y los vendía, pero como esto no daba para todo lo que quería, empecé a contrabandear, aunque no directamente yo, solo llevaba la mercancía, pero me descubrieron fácilmente y me metí en problemas con la policía por eso.
-Oh, en verdad tienes agallas para hacer esas cosas.
-Sí, pero en realidad no era tan grave, no era el peor de los delitos, pero luego de eso, empecé a tener muy mala fama en el pueblo, me veían como lo peor a mí y a mis primos que me ayudaban en todas estas cosas. Siempre fui rencorosa, me vengaba de todos, pero… nunca hice daño físico, jamás agredí a alguien ni siquiera con palabras, pero… había rumores de que yo hacía todo lo malo imaginable, que delinquía de las peores maneras cuando lo único que buscaba era dinero fácil, pero sin herir a nadie.-Le dije y él me escuchaba atento.-Hubo una ocasión en que fui a la casa de mi novio, el que tenía en ese momento y el único que tuve en mi vida, Mauricio, me volé de mi casa para ir a verlo, me gustaba muchísimo, pero… fue la peor decisión que tomaría en mi vida.
-¿Él te hizo algo?
-¡No! Es que… justo esa noche, sucedería algo malo con las hermanas Romero. Ellas estudiaban en mi escuela, no eran las mejores estudiantes, eran algo mediocres y por supuesto, no me llevaba nada bien con ellas y este hecho era sabido por todos. La noche en que me quedé donde Mauricio, la primera y única en que me quedé allí, en que sólo vimos películas y nada más, porque aún cuando no parezca, no pensaba en otra cosa, yo era inocente hasta ese momento, otra cosa no pasaba por mi mente ni por la suya, pero… dormir allá fue mi sentencia de muerte.
-¿Qué sucedió?-Preguntó alterado, intentando calmarme porque temblaba de solo recordarlo y sentía que no podía soportarlo.-Bebé, estoy aquí, puedes decirme.-Dijo y lo miré a los ojos, limpió mis lágrimas y no tuve ni siquiera fuerzas para alejarlo.
-Esa noche en que dormí en su casa, las hermanas fueron asesinadas de una forma horrible que ni te puedo describir, es horrible hasta de contar, pero… yo estuve donde Mauricio, dormimos juntos y él era testigo de que no salí en toda la noche, pero… cuando regresé a casa la mañana siguiente, mis padres quienes no tenían nada de confianza en mí, me acusaron indirectamente del crimen y lo sabía, debía huir, pero antes de que lo hiciera, se aplicó la ley del pueblo, no habría ninguna clemencia conmigo ni aún sabiendo que no tenían pruebas que me incriminaran porque no estuve allí, solo una señora dijo que vio una extranjera y todos asumieron que era yo porque ningún extranjero iba a la vereda y solo yo tenía rasgos de no ser de ahí, ya sabes, por los ojos y el pelo claro.
-¿Qué te sucedió?-Preguntó alterado, con los ojos muy abiertos y tuve que tomar aire para proseguir. Bien, confiaré en ti, te confiaré las cosas horribles que me sucedieron aún por difíciles que sean. Confío en ti, Alejandro. Suspiré obligándome a proseguir y lo hice.
-Mis padres me entregaron al papá de las hermanas. Papá me dio una paliza y luego, me entregó a su padre, el cual a rastras me sacó de la casa junto a dos amigos suyos y los tres, me llevaron hasta otra finca, un granero lejano donde… me hicieron todas las cosas malas posibles. No solo me golpearon, patearon y agredieron de todas las formas posibles, fui abusada, sexualmente y… me torturaron la noche entera, me tomaron de juguete y me humillaron de las peores maneras posibles.-Dije y sequé mis lágrimas, no sé ni de donde saqué fuerza para proseguir contándole. Él me miraba anonadado, creo que estaba en shock ante lo que oía.-Esto duró una noche entera, todo esto se extendió por horas y creí que moriría, deseaba hacerlo, es que me agredieron tanto de todas las formas, con golpes, patadas, cortadas e incluso, me quitaron mi cabello, lo cortaron todo, ¡todo! Y cuando creí que esto pararía, vertieron gasolina en mí y… la policía me salvó de morir de la peor manera, llegaron justo en el momento antes de que aventaran un cerillo en mí y luego de eso… aún estando a poco de morir, fui encarcelada.
-Irina…
-El pueblo como contaba muy pocos recursos, la policía carecía de estos y la investigación cerró rápido. Me condenaron a solo ocho años por los tres homicidios que en teoría había cometido y fueron pocos años porque era menor de edad, de los cuales cumplí solo cinco, porque después de años, el ADN que encontraron en el lugar me desvinculó del crimen y el susodicho confesó, era un extranjero el autor de los crímenes y cuando se supo la verdad, quedé en libertad y por los años que pasé allí, sumados a los abusos que sufrí dentro de la cárcel, palizas y demás, recibí una indemnización alta con lo que compré mi casa, a la que fuiste y todas las cosas que tengo. No volví a ver a nadie de mi familia, ni mis padres, ni nadie, solo mis primos quienes huyeron al ver lo que me pasó, fueron los únicos que siempre creyeron en mi inocencia y por eso los ayudé cuando recibí el dinero. No los abandonaría, son lo único que tengo.
-Yo… no… no sé ni qué decir.-Dijo anonadado, evidentemente afectado por lo que le había contado y lo que me dolió en verdad en ese momento es ver que sus ojitos se habían aguado al escucharme, le había afectado en verdad lo que acababa de contarle y el verlo así me hizo sentir mucho peor.
-Está bien, no digas nada.
-Ahora lo entiendo todo, por eso no quieres salir con nadie, por eso pareces tan alerta y resentida, tiene todo sentido ahora.
-Sí…-Le dije y acarició mi cabello.
-Bebé, princesa.-Dijo mientras se acercaba más a mí y sujetaba mis manos.-Quiero que sepas que ni aún cuando me hayas contado que esto, que en verdad es horrible, lo acepto, ni aún con esto ni nada me hace cambiar lo que pienso de ti. Me gustas, me gustas mucho y si es posible ahora mucho más.
-Alejandro…
-En serio, me gustas aún más ahora. Te conozco más, sé por lo que has pasado y ahora sí te entiendo, ya veo por qué eres así.
-Bueno…
-¿Cómo se llaman esos tres sujetos, los de tu historia?
-¿Por qué quieres saber?
-Sólo dime, ¿está bien?
-Mmm, tengo un mal presentimiento sobre eso.-Le dije, porque no estaba que estaba muy enojado y no lo conozco tanto en ese sentido, no sé qué sea capaz de hacer y no quiero que se involucre en algo malo por mi culpa.
-Quiero saber, dime como se llaman.
-No recuerdo cómo se llaman.-Admití y chasqueó la lengua.
-¿Y cómo se llama el pueblo dónde creciste?
-San Onofre, Sucre, ¿por qué?
-Sólo eso es suficiente.-Dijo y fruncí el ceño.
-Oye, tú, pelinegro, promete que no harás nada.
-No haré nada.
-Promételo, si no, no estaré tranquila.-Me miró de reojo, inconforme con lo que decía, pero al ver mi insistencia, no tuvo otra opción más que asentir.
-Está bien, te lo prometo.
-Bueno.
-Preciosa, recuéstate si quieres, ¿está bien?-Preguntó y fruncí el ceño, pero él siguió insistente y decidí acceder, porque él quería que lo hiciera y no veía nada malo en ello, y además, me dolía fuertemente la cabeza. Me pasa siempre que lloro, me da un fuerte dolor de cabeza y me pesan los ojos, no me sentía bien en ningún sentido. Creo que lo decía, lo de recostarme, es porque… me veía llorar y debía suponer que no me sentía bien, lo cual era completamente cierto, pero por algún motivo el confiar en él al contarle mi secreto, las cosas horribles que pasaron, no se sintió tan mal como se pudo haberse sentido. Confiaba plenamente en él y en ese momento me daba cuenta de ello. Como el mueble era grande, cuando me recosté él lo hizo también a mi lado y noté cuán mala idea fue el que lo hiciera al ver que lo hizo también, se recostó a mi lado, muy, muy cerca de mí y abrazó mi cintura. Empecé a temblar de los nervios y podía sentirlo, nunca había estado tan nerviosa antes como ahora, al tener al pelinegro tan cerca de mí y más al sentir su olor. Podría reconócelo, siempre reconocería su olor, jamás lo olvidaría.-Gracias por haber confiado en mí en algo tan íntimo como eso, sé que no fue fácil de contar y siempre te agradeceré por haber confiado en mí.
-Está bien.
-No me gusta verte llorar, prometo nunca hacerte llorar y menos, hacerte sentir mal.
-Gracias, aunque… sí me siento un poco mal ahora.
-Lo sé, lo que me contaste te debió incomodar mucho.
-Sí claro, eso me afectó, pero es que… no he almorzado, siento que me estoy auto digiriendo del hambre.-Admití y él frunció el ceño.
-Oh, ¿por qué no lo dijiste antes?-Preguntó mientras se levantaba.-Dame un segundo.
Lo vi levantarse y dirigirse hacia la cocina. Sé que habló con su empleada, pude escuchar que lo hacía, aunque no entendí en nada de lo que hablaban. Regresó unos minutos después y se sentó a mi lado.
-Ya te traen algo, pero para la próxima, pide lo que quieras, no quiero que mi chica pase hambre ni mucho menos.
-Oye…
-Irina, eres mi chica ahora.
-Claro que no.
-Claro que sí, lo eres.
-¿Eres posesivo?
-Mmm.-Lo pensó unos segundos y luego me miró. Me senté.-No lo había pensado antes, pero ahora lo noto, creo que lo soy.
-Mmm.-Con su mano, apretó mi mejilla y lo miré fijamente
-Eres mía y nadie me va a convencer de lo contrario.-En ese momento, la señora me trajo un plato de comida, era una especie de ensalada de pollo fitness o algo así como dijo el pelinegro, pero estaba buena y solo comí.