Cercanía
-Irina, no me mates por favor.-Dijo Kevin aterrado ese domingo, justo antes de que empezara la reunión que habíamos planeado, en que ya teníamos listo todo, la carne para asar, los tragos y demás, pero ahora él, venía con mucho misterio y no entendía por qué.
-Mmm, ¿por qué te mataría?
-Es que… fui al peluquero y… se molestó conmigo por un desacuerdo de fútbol, es que hoy jugaba el envigado con Cali y se puso pesado, así que se le fue la mano y… me hizo un corte horrible del cual no había reversa, así que no tuve de otra, era verse como la mierda con dos huecos en la cabeza o pasarme la cero, así que tuve que dejarme como una mano.
-¿Cómo una mano?-Repliqué y se quitó la gorra que traía. Me dejó estupefacta, ¡no tenía un pelo en la cabeza! ¡era muy feo de ver!
-Sí, me calvearon y sé que odias a los calvos.
-Sí, pero… esto fue intencional.
-Él dice que fue un error, me dejó varios parches en la cabeza y sé que lo hizo adrede, pero qué se le hace. Cuando me quejé, dijo que si me ponía pesado, me iba a reventar y lo sabes, ya una vez me pegó y bueno, esa vez me ganó, así que mejor me quedo quieto.
-Oye, ¿qué acordamos una vez? Si se meten con uno de nosotros, se meten con todos.
-¿De qué hablan? ¿a quién hay que matar?-Preguntó Ricky entre risas.
-Al ecuatoriano, el que le hace los cortes al Kevin.
-Ah sí, eso pensé y te lo iba a comunicar, que hay que joderlo. Ya se sobrepasó.
-Sí y ya sé cómo.-Les dije y ambos me miraron emocionados.
-Sabemos a qué te refieres exactamente, ¿es eso?-Preguntó Kevin y asentí, sonrieron felices, porque sé que les encantaba cuando hacíamos esas cosas, que eran más por mi propio gusto y con el tiempo, le agarraron gusto propio, pero no como yo, que siempre lo llevé todo mucho más lejos y eso era justo mi problema, el gran problema: la piromanía, que estaba a punto de regresar y con mucha más fuerza.
La reunión transcurrió normal y fue divertido, siempre se pasa bien con mis primos y los chicos del pueblo, que son todos bastante alegres y aman festejar e incluso Andrés, quién es de otro estrato y está acostumbrado a otras cosas, pareció gustarle mucho la reunión y se embriagó por completo, así que creo que empezará a venir siempre a estas fiestas.
A eso de las once, me tiré en la cama luego de que todos se fueran y estaba bastante agotada, siempre toca cocinar y hacer muchas cosas cuando vienen, pero de igual forma me gustan estos días así. Luego de ducharme, simplemente me acosté y pensé en dormir enseguida, pero cuando fui a poner la alarma de la mañana siguiente, noté que tenía varios mensajes sin leer, ¿y de quién podrían ser? Claro, eran justamente del pelinegro, quién era el que más me escribía por mensajes y se le había hecho algo como costumbre, pero muy poco le respondo porque olvido hacerlo o me ocupo en algo, pero no sabía cuánto este tema, el que lo ignorara, aunque no de forma adrede, lo iba a afectar.
Abrí sus mensajes, eran cuatro.
-Buenos días, ¿dormiste bien anoche?-Recibido, 07:40am.
-Ayer en la noche me despedí de ti, pero no me contestaste y supongo te dormiste y tal vez lo sigas ahora, así que deseo que descanses mucho.-Recibido, 11:25am.
-¿Pudiste almorzar bien?-Recibido, 14:10pm.
-¿Sabes? Sería genial que de vez en cuando me contestaras… :c que pases buena noche.-Recibido, 23:00pm. Este último mensaje fue hace solo unos minutos.
Me senté y pensé en responderle, porque sí me parecía un poco cruel ignorarlo cuando solo me ha escrito para ver como estoy y nada más. Desde hace unos días en que tuvo mi teléfono, empezó a escribirme a diario y tiene ahora una especie de rutina, me escribe apenas se levanta y cada vez que abro los ojos en la mañana siempre encuentro un: Buenos días, departe suya y también es la última persona en escribirme cada noche, siempre. Me escribe antes de ir a la universidad y cuando ya me he ido, me pregunta sobre mi día y me cuenta cosas del suyo, sobre las cosas que hace e incluso, a veces me manda fotos de libros que lee, sus juegos, sobre la ropa que se pondrá y demás, pero muchas veces, habla prácticamente solo porque como me ocupo siempre con las cosas de la finca o de los encargos, muchas veces tardo horas en responderle, pero aún así, cada vez que le contesto, siempre me contesta casi enseguida y se muestra demasiado interesado en saber sobre mí, pero hasta ahora no hemos conversado de nada en sí o al menos no de algo mío por lo mismo, tardo en contestarle y es más siempre él quién me cuenta sobre cosas suyas al ver que de pronto no demuestro el mismo interés que él hacia mí, pero parece no importarle ese hecho y al contrario, cada día me escribe más que el anterior, pero hoy sí me fue imposible contestarle porque todo el día estuve cocinando con mis primos y atendiendo gente, así que apenas le contestaría.
Tal vez esté durmiendo ahora.
-Hola, disculpa responder a esta hora. Me ocupé todo el día y apenas tuve tiempo de abrir tus mensajes. Que estés bien.-Enviado, 23:12pm. Me di la vuelta intentando descansar, pero sólo unos minutos después recibí un mensaje suyo en respuesta y tuve que sentarme de nuevo.
-Supongo estabas ocupada en lo de tu fiesta…
-Sí, fue en eso en lo que estaba.-Esperé su respuesta un par de minutos y fue extraño que tardara en contestar tanto, es que normalmente me responde siempre a más tardar un minuto después, pero tardó varios minutos. Cuando pensé que no volvería, escuché mi teléfono sonar y miré, era el pelinegro quién estaba llamándome. Bien, es raro, nunca me había hecho una llamada. Solo contesté sin pensarlo mucho.
-Disculpa, es que… preferí llamarte, porque supongo que bebiste y como no hemos hablado casi hoy, temo que te quedes dormida y no hablemos nada.
-Sí, bebí un poco y estoy algo cansada, pero no me quedo dormida así de fácil.
-¿Te gusta mucho beber?-Preguntó y fruncí el ceño, ¿qué clase de pregunta es esa?
-Pues no sé, lo normal, pero no abuso. ¿Por qué? ¿no te gusta?
-Mmm, en realidad nunca he bebido.-Admitió y me quedé en blanco.
-¿En serio?-Pregunté incrédula.
-Sí, no he bebido nunca. No he tenido digamos… la oportunidad para hacerlo.
-¿Cómo que no? Tienes bastantes amigos que supongo beben cada fin de semana.
-Es que siempre que se van de fiesta yo me quedo en mi apartamento, me pongo a jugar y ya, solo salgo con ellos cuando es a jugar fútbol o pasar el rato, pero a fiestas o discotecas no.
-¿Por qué?-Pregunté curiosa.
-Es que… siempre se van en plan de conquista y… no sé, nunca le di tanta importancia a eso, me aburría siempre que los escuchaba hablar sobre chicas, pero ahora todo cambió abruptamente cuando soy yo ahora quién siempre habla de una chica.
-Mmm.
-Supongo entendiste a quién me refería…-Dijo de forma tímida y no comprendo cómo es que solo en su voz logré reconocer que se había sentido de esa manera.
-Sí…
-Si me invitaras a tus fiestas, podría beber por primera vez.
-Mmm, ¿todo eso lo dices para que te invite a las próximas?-Pregunté en broma y el pelinegro de inmediato dijo que sí, sin dudarlo.
-Sí, invítame a todas las que hagas, ¿sí?
-A ver, dame un motivo para hacerlo.
-Yo te puedo cuidar.
-No me pasaría nada, las reuniones son solo los sábados y es en la finca, es decir, mi casa y solo están mis primos y pocos amigos del pueblo.
-Oh, vives en alguna zona rural.
-Sip.
-Pero… te debe quedar lejos de la universidad.
-Sip.
-Ve que siempre estás rodeada de muchos hombres.
-Sip.
-Mmm, bueno, ahora con más razón invítame a las próximas, ¿sí?
-Mmm, para que no sigas de pesado está bien, puedes venir a las que desees.
-Genial.-Dijo feliz y conversamos por otro largo rato. Debo admitirlo, no esperé que él fuese tan agradable, resultó serlo más de lo que esperaba. No hablamos de nada en especial, solo cosas cotidianas y nada más, me preguntó mucho sobre mi vida, lo que hacía a diario y demás, le conté cómo eran mis días, que vivía en una casa finca y que tenía mis propios animales, cultivos y demás, también le hablé levemente sobre mi infancia, pero cosas leves, no le contaría jamás sobre lo que me sucedió, es que eso jamás, pero… ahora que lo pienso, si llegamos a hacernos amigos que es factible que suceda, si me pregunta sobre cosas más profundas no sabré qué decirle, porque alguien normal me preguntaría cómo es que a mis veinte años tengo casa propia, por qué no tengo familia aparte de mis primos y por qué no puedo regresar a mi pueblo natal, supongo tendré que buscar maneras para evadir esos temas porque no, no hay forma en que pueda decirle eso que sucedió, es algo que morirá conmigo y con mis primos nada más.
Otro detalle que lógicamente omití decirle, es sobre mis andanzas de ahora, los encargos y las entregas de licor, porque ese tema era delicado y no, él no debe saber sobre eso, pero lo que sí le conté, porque de pronto note que puedo tener ciertas costumbres conflictivas, es que nunca fui muy buena estudiante, cosa que trato de mejorar y que de chica me metí en muchos problemas por vandalismo y cosas así, hasta le conté superficialmente sobre el tema del fuego, mi fascinación hacia este y esto último le causó mucha curiosidad, pero no dijo nada más. Hablamos alrededor de tres horas esa noche y pasaron muy rápido, ni me di cuenta, pasaron volando y al final, más que porque me hubiese cansado de hablarle que no fue lo que sucedió, fue porque era tarde y ambos debíamos madrugar para ir a clases, así que le dije que debíamos dormir y a regañadientes aceptó.
-Bueno, espero que sea de día rápido, ojalá lo sea pronto.-Comentó y me acomodé sobre la cama.
-¿Por qué?
-Quiero verte.
-Oh.-No supe qué decir, es extraño cuando él me dice cosas así, porque por un lado, pienso que no es sincero, que soy solo un capricho para él, pero luego, al ver tanto interés que ha empezado a crecer en él estos últimos días, me hace dudar y confundir.
-Que descanses.
-Tú también.
Cerré los ojos, sin saber qué pensar esa noche.