Impulsos oscuros
Esa noche de martes, esperamos Ricky y yo afuera del local del ecuatoriano porque de esta noche no iba a pasar. No tenemos nada en contra de ese país ni de su gente, pero es que este individuo ya se había sobrepasado y que dejara a mi primo más calvo que monje budista no tenía perdón de dios y debía pagar por ello. Él tiene una barbería ubicada en la entrada principal del pueblo, es decir, tiene un buen negocio porque todos en esa ubicación no son nada baratos y no, no nos meteríamos con su negocio porque sería algo miserable, más sabiendo que él mantiene a su familia con esto, pero como es chirri de primera categoría, tiene tres motocicletas bastante feas que ama con el alma y cuida más que a él mismo, en especial la motocicleta negra con verde, que es más fea que cagar para dentro, pero él la ama y casi todas las fotos en sus r************* sale con esta e incluso, sube fotos de la moto sola y le pone corazones y cosas ridículas más, así que teníamos un objetivo claro en mente y era uno solo, le quedaban minutos de vida a su motocicleta estilo atracador de pueblo.
-Ahí va ese malnacido, y lo peor es que se va riendo.-Dijo Ricky, mientras nos ocultábamos tras unos matorrales.
-¿Qué tiene de malo que se ría?
-No sé, no me gusta su sonrisa de descaro, hay que borrársela del rostro.
-Sí, tienes razón. Tampoco me gusta cuando ríe y menos, porque le faltan los dientes del medio.-Le dije y él me miró entre risas.
-Es cierto, es tenebroso.
Esperamos pacientemente a que él saliera. Tiene ciertas costumbres, como salir tipo diez de la noche, porque el cierra pasadas las doce y va a comprar cervezas o comida, así que cuando salió, de forma meticulosa y eso sí, percatándonos de que nadie nos estuviera viendo y en cuestión de segundos, vacié la pimpina de gasolina mientras Ricky vigilaba si alguien nos estaba viendo y sin dudarlo, tomé mi encendedor, lo encendí y lo arrojé sobre esta. El fuego se dispersó muy rápido por la cantidad de gasolina arrojada y de inmediato, un enorme incendio se formó que sería visible desde lejos. Debíamos irnos enseguida antes de que alguien viniera, pero como siempre, me perdí observando el fuego, su color, como se movía y demás, era precioso, pero Ricky me jaló al escuchar que alguien se acercaba y afortunadamente pudimos huir con un crimen completamente exitoso del que no dejamos cabos sueltos. En este pueblo no hay cámaras de seguridad en ningún lado y además, fuimos cuidadosos, nadie nos vio y solo habría un perjudicado de todo esto.
A la mañana siguiente, bebía una botella de agua cuando iba ingresando a la institución, pero algo me detuvo de repente y fue el ver al pelinegro a la salida. Lo vi conversar con una chica tal vez de forma muy amistosa y eso me causó curiosidad, no tenía idea de que tenía mujeres cercanas o bueno, tan cercanas porque se hablaban muy cerca. Ignoré este hecho e ingresé, pero noté que él me vio cuando entré y pareció nervioso de repente, no sé si porque se hablaban muy cerca y que él en específico, tenía su brazo sobre sus hombros.
Me senté en la misma silla de siempre y Andrés de inmediato se sentó a mi lado.
-Oye, ¿qué si a la salida vamos a los juegos mecánicos?-Preguntó y me encogí de hombros.
-No sé qué es, pero vamos.
-Genial y nos tomamos una de lulo.
-¿Vodka?-Pregunté y asintió.-Vale.
-Sí, estoy emocionado. Allá hacemos apuestas a ver quién dispara mejor o en las carreras.-Dijo emocionado, cuan niño grande, pero justo en ese instante, el otro niño grande llegó y se sentó a mi lado. Saludó a Andrés chocando puños y a mí, me saludó besando mi mejilla y no sé por qué sigue haciendo eso, no me gustan esas costumbres francesas.
-Hola Irina.
-Hola.
-¿Podemos salir un momento? Quiero preguntarte algo.
-Mmm, puedes preguntarme aquí.
-Me refería a solas.-Dijo y Andrés frunció el ceño.
-Si es porque le coqueteas a Irina, puedes hacerlo delante de mí, que me da igual.
-Mmm, Irina, ¿te molestaría si tengo una cita con una amiga?-Preguntó de repente y me quedé en blanco.
-¿En serio?
-Sí.
-Oh, no sé, supongo es tu problema.
-¿En serio le preguntas eso?-Dijo Andrés y el pelinegro lo fulminó con la mirada.-No sabes ni cómo conquistar a una vieja.
-Cállate.
-En Colombia es ilegal la poligamia, así que si vas a salir con la mona que abrazabas en la entrada, ya no podrías salir con Irina.
-Entonces… ¿puedo hacerlo?-Preguntó y me encogí de hombros.
-Haz lo que quieras y no me molestes.-Respondí, irritada y pareció no gustarle en nada mi respuesta.
No hablamos más esa mañana en ningún momento, él permaneció distante y fue algo fortuito porque los temas que tocamos en clase fueron complejos y pude prestar atención sin cierto pelinegro a mi lado que me distraiga. A eso de las once luego de la última clase, me disponía a irme con Andrés, cuando justo antes de salir de la institución, Alejandro nos detuvo antes de llegar a la salida. Se detuvo en frente de mí y me miró, lucía algo nervioso o preocupado, no estoy segura por qué.
-Irina.
-¿Sí?
-Oye, mmm, ¿segura que no te importa si salgo con ella?
-No sé, ese es tu problema, ¿por qué insistes?
-Es que… pensé que no te gustaría.
-¿Sabes? No te comprendo, pero ni un poco. Profanas decir que “te gusto”, cosa que aún no creo de a mucho y ahora sales con esto. Sal con ella o con quién desees, pero no me molestes de nuevo.
-Eso era lo que quería escuchar.-Dijo y una sonrisa iluminó su rostro de repente. Andrés y yo nos miramos confundidos.
-¿Estás borracho?-Le preguntó Andrés al pelinegro y este negó con la cabeza.
-En serio gustas mucho.-Sonrió y al verse sonrojado, prefirió alejarse y desvié la mirada, más confundida con lo que sentía en ese momento. No te comprendo en nada Alejandro, no te comprendo ni siquiera un poco.