Prólogo. Parte II

735 Words
La nevera estaba ubicada en un rincón de la sala, pero no precisamente de manera que encajara en este, estaba más bien lateral, dejando de espacio tras de sí, un pequeño triángulo que me sirvió de escondite, entrar en la casa no fue tan difícil, nada que no hubiera podido hacer saltando principalmente el muro que resguardaba el territorio dentro del cual estaban los apartamentos, subiendo las escaleras exteriores que me llevaban al segundo piso, con pasos sigilosos y empleando la utilidad que tiene un alambre estratégicamente doblado, lo cual me sirvió para burlar la cerradura. Al principio fue un tanto complicado, ya que Tommy le había puesto doble seguro con llave, pero no fue tan difícil con otro par de instrumentos que ya traía en los bolsillos delanteros de mi suéter, eso me llevó unos pesados y frustrantes quince minutos, puesto que si rápido hubiera obrado mucho hubiera sido el ruido que mis intentos hubieran ocasionado. Y no debía permitirme ningún error. Tras los ruidos típicos de la vajilla y las hornillas de la cocina mis fosas nasales percibieron el olor del café, entonces escuché los pasos de nuevo, probándome que Tommy iba de regreso a su habitación y fue allí cuando vi mi oportunidad de dar comienzo a la función. Empleé la fuerza necesaria para empujar la nevera que apenas me sobrepasaba en estatura, aunque sí me superaba en grosor, tanto así como para ocultarme bastante bien. Caminé entonces hacia la cafetera que comenzaba a ejecutar la función para la que estaba diseñada, extrayendo del bolsillo de mi suéter n***o un poco de escopolamina en polvo para luego verter lo necesario en la bebida cuya agua comenzaba a hervir en un depósito práctico, ubicado en la parte superior de la cafetera en sí. Posterior a ello, volví a guardar el frasquito con droga en mi bolsillo, tapando el pequeño depósito y observando las hondas oscuras que se formaban dentro del recipiente de cristal que recibía cada gota de café que caía, el motor de la nevera continuaba sin cesar su sutil gruñido y su voz, que pudo haberme sorprendido, pero para que algo consiguiera sobresaltarme tendría que ser muy imprevisible y peligroso, pero para mí su presencia no era sino la de una mosca ante una pantera. —¿Qué haces aquí? —preguntó él, seguramente desde el marco de la entrada a su dormitorio—. ¿Qué quieres? Levanté mi barbilla apenas unos centímetros, apartando la vista del recipiente que recolectaba el café gota a gota, extendiendo la mirada hacia el otro lado del cristal que justo frente a mí tenía y que daba hacia la calle vacía a esa hora. Curvé mis labios en una mínima sonrisa y retiré de mi cabeza la capucha de mi suéter, volteando hacia él lentamente. Vi que Tommy, con solamente un paño cubriendo la parte inferior de su cuerpo terminaba de anotar alguna cosa en el móvil que después apartó en su vista para centrarse en mí con evidente molestia y sorpresa en su expresión facial. Miré el móvil en su mano a un lado de su cadera y pude notar que también observaba mi aspecto mirándome de arriba a abajo. —Hablar —dije tranquilamente. Pareció incomodarle la calma que mantenía yo, así que, sin la valentía necesaria para acercarse a mí y actuar de alguna forma brusca, lo que hizo fue removerse frustrado en su mismo sitio. —¿Cómo entraste, Josephine? —inquirió. Volteando hacia la puerta cerrada y luego hacia mí. —Eso no es importante, Walter —contesté, caminando hacia una de las sillas que ante la pequeña mesa de cristal habían—. Mejor, tomemos un café mientras aclaramos ciertos puntos. —Tú no vas a darme órdenes, Josephine —replicó él dando un paso hacia mí, pero sin atreverse a acercarse demasiado—. No en mi casa. Me recosté cómodamente de mi respectivo asiento y lo miré desdeñosa. —Mejor haz lo que te digo, Walter… —¿O qué? —me retó—. O sales ahora o llamo a la policía. Asentí aún en calma. —Entonces hazlo —sugerí, mirando el móvil en su mano y luego a él—. También llama al ministerio de protección a la mujer, así ambos le hablaríamos acerca de los videos que andan por allí circulando, los mismos que grabaste mientras abusabas sexualmente de Diana Crysler.
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