―¡Tendremos una niña! ―dijo Erika, tocando amorosamente la mano de Charles. Todos nos miramos algunos segundos, conmocionados por la repentina sorpresa, considerando que Charles me había comentado que querían que fuera una sorpresa hasta el nacimiento de la adorable criatura. Mientras canalizábamos la noticia, sus enormes sonrisas resplandecían a través de la oscuridad de la noche. ―Felicidades ―murmuró Angie, cortando el aparatoso silencio. ―Gracias ―contestó Erika. ―Felicidades, Charles ―añadí, abrazando a mi hermano del alma, a la persona que me conocía mejor que yo mismo y había estado para mí en las buenas y en las malas. Esa era una excelente noticia entre tanta maldad, una que regocijaba nuestros corazones. ―Gracias. Sé que te dije que esperábamos fuera sorpresa, pero no pudimo