Anna se dirige desconsolada y destrozada por el largo y amplio pasillo de palacio. Las injustas palabras que acababa de decirle su propia hermana, le desgarran de dolor, invadiéndola por completo el desconcierto y la frustración. Ella, quien no ha hecho otra cosa que ocultar sus propios sentimientos hacia el príncipe para no herir a su hermana, que había venido a cuidar de ella con esmero y cariño, ahora era echada sin contemplación de su lado. ¿De que había valido tanto sacrificio? Ocultar que amaba a Rodrigo, resignarse a perderlo y no luchar por su amor. ¿De qué le valía haber puesto por encima de sus propios sentimientos, los de su propia hermana? Todo era injusto. Así lo sentía Anna en su pobre corazón. Bajó las largas escaleras en forma de caracol dispuesta a huir de aquel lugar