La mañana siguiente llega mucho más rápido para aquellos que no conciliaron el sueño, como una Elisa ansiosa. —¿Seguro que te encuentras bien, padre? —le cuestiona. Pedro sonríe nostálgico, al saber que esa pequeña niña ya no será igual, así que extiende sus brazos ante la mirada de todas las demás y la abraza, con fuerza. —Parece que todo ha resultado. Estoy listo para prepararme, hija, y ofrecerle una disculpa a la reina. —contesta convencido de que es algo que debe hacer por el bien de su pequeña hija y de su familia. Anna se queda sorprendida por esto, porque ahora que su padre se ha resignado ella no tendrá en quién apoyarse; pero sonríe para Elisa quien la mira también insegura de si debe devolverle la sonrisa o no. —Tonta, ¡ya eres una princesa! —Martina le dice a Elisa, y cort