Al llegar a la casa de Murat, él se levantó, miró a la mujer. —¿Dónde estoy? —dijo, su rostro estaba muy enrojecido. Zoey le ayudó a bajar del auto. —¿Estás bien? Tu piel está ardiendo y estás sudando mucho, creo que te has intoxicado, vamos adentro. Murat sintió que ella estaba tan cerca, su corazón latió rápido y sintió su erección crecer. Intentó contenerse, ¿Qué pasaba con él? Entraron a casa, subieron la escalera, ella lo acostó en la cama. El hombre respiraba rápido, estaba mal. —¿Llamo a un médico? ¿Conoces a alguno? El hombre negó. —Murat, no te ves bien, dime, ¿Qué hago? No quiero que mueras. Murat la miró con ojos pequeños, de pronto se lanzó sobre ella, era como un cazador por una presa, acunó su rostro, besó sus labios. *** Fernando volvió a casa, trajo hielo y lo