Camila aún tenía la boca cubierta. «¿De verdad se puede ser tan idiota? Fernando Ontiveros, ¿Cómo alguna vez pude amar a una basura como tú?», pensó —Escúchame, Camila, me equivoqué, es que, entiéndeme, no querías tener sexo conmigo, debes aceptar tu culpa en nuestra ruptura, dejaste de hacer todo por mí, por estar triste por lo de tu padre, ¡pero, yo no tengo la culpa! La gente muere todo el tiempo, ¿no podías seguir siendo una buena esposa? Lo arruinaste, lo sabes, pero estoy dispuesto a perdonarte, deja al imbécil de Emmanuel, volvamos a estar juntos. Fernando liberó su boca. Camila le miró desconcertada. —Entonces, dices que, te equivocaste, ya no eres feliz con Estefanía, porque ya no tiene todo el dinero prometido, ya no es una CEO que pueda darte poder y cumplir caprichos fácil