Estefanía se quedó perpleja, sus ojos estaban tan grandes que casi parecían salir de sus cuencas, no podía creer lo que Camila dijo, observó el auto de Emmanuel, encender el motor y alejarse rápido de ellos. La mujer sintió que un escalofrío la recorría y pronto su miedo pasó a ser rabia, miró a Fernando. —¿Me traicionaste? ¡Hijo de perra! ¡Me traicionaste! —reclamó con furia, lanzándose contra él, dando golpes a su pecho y cara. El hombre la detenía, lo màs que podía, sosteniendo sus manos entre las suyas. —¡Ya basta! —Perro traidor, ¿Cómo pudiste traicionarme así? —Yo no te traicioné, ella miente, ¿no te das cuenta? La mujer abofeteó su rostro. —Sé que tú me traicionaste, como lo hiciste con Camila. Ahora estás solo, Fernando. —Si me dejas, te quitaré la mitad de todo, no lo ol