Capítulo: ¿Aún quieres venganza?

1273 Words
Los ojos de Camila se cerraron, hace tantos meses, que no experimentaba un beso así, lleno de pasión, de codicia. Como esos de las películas de amor. Por un instante olvidó donde estaba y con quién, se dejó llevar por el deseo de mujer de ser besada. Sus lenguas se acariciaron, sintió la humedad de su boca, mientras el beso apremiaba, más quería que fuese eterno. Luego, Camila volvió a la realidad, ese hombre no era su marido, y era prácticamente un desconocido. Se alejó al instante. —¡No, señor Harp! Ella miró su cuerpo, en realidad era un hombre muy bien dotado, como un adonis o una estatua griega, sintió su corazón temblar, y un calor la invadió. Decidió no verlo más, tomó su brazo y lo llevó hasta la bañera, lo instó a meterse, el hombre parecía un autómata, pero al final, cedió. El baño le ayudó, la mujer comenzó a mojar su rostro, con la ducha de mano, y poco a poco, Emmanuel Harp recuperó bien la conciencia. Miró a la mujer. —¿Qué es esto, mujer? Ella titubeó, el hombre se puso rojo hasta las raíces. —Estás ardiendo en fiebre, por eso te ayudo. El mayordomo entró, y los miró, inquieto. —¡Ralf! ¡¿Qué demonios significa esto?! Camila salió de prisa al escuchar ese grito, y Ralf le explicó todo a su jefe. —Creí que ella era su amiga… como la vi durmiendo en la calle, pensé que… —¡No te p**o por pensar! Sal de aquí —sentenció con ojos severos. —¿Quiere que expulse a la chica? —No, déjala en mi habitación, la expulsaré yo mismo —dijo severo. Cuando Ralf salió, Camila lo miró. —¿Me va a correr? —Ah, yo… no lo sé… Ralf salió corriendo, sin dar explicación. Camila permaneció ahí, pero tomó su bolsa de plástico, estuvo a punto de irse. La puerta del baño se abrió, el hombre salió con una toalla anudada a la cintura, miró sus ojos. —¿Por qué estás aquí, mujer? Como sea que te llames. —Camila Larios Pons, señor, ya se lo sabía dicho, ¿Cómo se siente? El doctor dijo que tiene neumonía, mañana debe ir al médico, usted ahora no se encuentra bien. La mujer intentó tocar su rostro, y él la detuvo, miró sus ojos fijamente. —¿Qué es lo que quieres de mí? —Yo… la verdad, no quería nada, pero cuando lo vi a punto de lanzarse del puente, pues quise salvarlo. El hombre la miró con ojos severos. —No me mientas. —No miento, bueno, la verdad, seré honesta, quiero venganza, ¿acaso no quiere usted venganza? Nuestros ex ahora están juntos, y estoy segura de que eso ocurrió también cuando ella era aún su esposa. Los ojos de Emmanuel se abrieron enormes. —¿Qué has dicho? Camila tomó su móvil, se lo mostró. —Véalo usted mismo, es un video de ellos hace seis meses, ¿no es el tiempo en que ella era aún su esposa? Bien, pues cuando debió ser una esposa abnegada, ella era la amante de mi marido. Los ojos de Camila destellaron de odio. Emmanuel observó el teléfono y vio el video, estaba la fecha y hora, ¡ella tenía razón! Ver esa fecha destrozó al hombre, que se sentó sobre la cama. Sus ojos brillaron de dolor. —¡Sal de aquí! Vete ahora mismo —bramó como una fiera herida. Camila tuvo miedo, salió rápido. Encontró al mayordomo afuera. —Ven conmigo, dormirás en una habitación del servicio. Camila agradeció que, por lo menos, esa noche tuviera un techo sobre su cabeza. Emmanuel Harp estaba destrozado, recordó esa maldita fecha que quería borrar de su mente. Los recuerdos vinieron a él con rapidez, no pudo detenerlos. «Èl era muy feliz, tenía una esposa, Estefanía Marchant, la eligió porque creyó amarla, además, era hermosa, era perfecta. Durante siete años creyó ser feliz, hasta que hace un año y medio, su pequeña hija Lisy cayó enferma, la diagnosticaron con un raro cáncer agresivo, la vida de Emmanuel se destruyó. Abandonó el trabajo, y su esposa decidió asumir el cargo de CEO en la empresa. Emmanuel se dedicó a su hija, luchando por encontrar la cura. Sin embargo, todo fue en vano, él recordó aquel día; Lisy se puso tan mal, que el doctor les indicó que era probable que la niña no sobreviviera. Al salir del consultorio, Estefanía miró a los ojos del hombre. —¡No puedo más con esto! Necesito estar sola, no me busques, yo te veré después —dijo con ojos enrojecidos y dejó la mansión. Emmanuel no pudo decir nada, no pudo buscarla, tenía algo más importante, estar con su hija, que estaba muriendo y no podía abandonarla. Durante un largo mes no supo nada de Estefanía, pero su hija Lisy se repuso, casi juró que iba a salvarse, ella lucía de nuevo sana. El doctor estaba asombrado con su mejoría repentina. Sin embargo, cuando Emmanuel buscó a Estefanía, ella no quiso escucharlo. —Emmanuel, ya no me importa nada, hice mi duelo, y en mi corazón, Lisy está muerta, así que he superado la muerte de mi hija, ahora seguiré adelante sin ella, y sin ti, quiero el divorcio. Los ojos de Emmanuel se abrieron horrorizados. —¡Lisy se ha salvado! Nuestra hija vivirá. —Lisy ha muerto para mí, y pronto morirá para ti también. La mujer le entregó los papeles de divorcio y se fue de la mansión. Emmanuel estaba destrozado, pero, decidió que ni él, ni su hija sufrirían más por ella. Sin embargo, Lisy empeoró semanas después, hasta que, finalmente, perdió la vida. La vida de Emmanuel también acabó ese día, y ahora, descubría que el día del entierro de su hija, Estefanía, estaba en la cama con otro hombre» Emmanuel volvió a la realidad, recordó que el abogado le había dicho que Estefanía se había negado a darle un segundo hijo. Antes de firmar el divorcio, negociaron que si ella le daba un segundo hijo, que se tendría en un vientre de alquiler, él le dejaría seguir usando su fortuna y trabajando como CEO de la empresa. Pero, ayer que le informaron la horrible noticia de que ella se negaba, destrozado, el hombre decidió matarse. Emmanuel apretó sus puños. —Eres mala, Estefanía, pero la maldad solo dura mientras el corazón es ciego de amor, y yo he matado mi amor por ti, ahora te veo realmente como eres. Emmanuel tomó su teléfono, el abogado respondió. —¿Hay una emergencia, señor Harp? —Sí, quiero que mañana cumplas con mi contrato prenupcial, quítale todo a mi exmujer, y destiérrenla como CEO de la empresa, obtendrá un puesto como gerente, el mismo que tenía antes, y el sueldo, hagan lo que sea para que se ajuste al anterior, pero nada más. Informe que pronto anunciaré quién es el nuevo CEO. El hombre colgó la llamada, salió de ahí, aún envuelto en toalla. El mayordomo se quedó perplejo al verlo —¿Señor? —¿Dónde está la mujer? ¿Se fue? El mayordomo titubeó. —Era muy tarde para lanzar a una dama en la noche, señor, ella está en la habitación de servicio. Emmanuel fue hasta ahí. —Señor… —¡Déjame en paz! El hombre entró y cerró de un portazo, miró a la mujer. Camila enderezó su postura y lo miró con miedo. —Señor Harp, me iré apenas, amanezca, ¿Por qué está en toalla? —¿Aún quieres venganza? —preguntó.
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