Hosanna esperaba alguna palabra, pero al ver sus ojos tan rabiosos, supo que la despreciaría.
—¡¿Qué es esto?! ¿Por qué cambiaste el color de tu cabello? —exclamó furioso.
Los ojos de Hosanna se volvieron cristalinos, pero tragó saliva, la mirò fijamente.
—¿Por qué has hecho esto, Hosanna? —gritó
—¿Qué? ¿Mi cabello? Porque me gusta.
—¡No debiste cambiar tu imagen, lo sabes bien!
Hosanna sonrió, asintió.
—Ah, ¿sí? ¿Es por ese contrato entre los dos sobre ser la copia de Inés? Lástima, ya rompí el contrato, seré así, quieras o no.
—¡Pues no! ¿Quién te crees que eres? Tenemos un acuerdo, no puedes romperlo —exclamó con rabia
—¿Tanto te afecta no poder ver en mì a tu amada Inés? ¡Ve al hospital, ahí puedes ver a tu amada! —gritó
Luego, Hosanna fue hasta una mesa, abrió un cajón y to
