CAPÍTULO DIECIOCHO

1381 Words
ABIGAIL   Después de ese breve encuentro con Ezra en la sección especial de la biblioteca, no volvimos a encontrarnos a solas, y aunque no podría confesarlo en voz alta ni siquiera a mí misma, sabía en el fondo que esperaba que un encuentro así volviera a ocurrir, y entonces me encontré a mí misma pasando por los lugares en donde solíamos encontrarnos antes de que todo se arruinara, con la esperanza de volverlo a encontrar en uno de ellos, tal y como había pasado en la biblioteca, pues aunque mi excusa era buscar un libro para un trabajo de mi clase de biología, la realidad era que inconscientemente quería recordarlo, y no sé si la razón por la que él estaba allí fuera la misma que la mía, o si tal vez me vio entrando a la sección especial y me siguió allí.   Pero sin importar la razón, no volvió a suceder y eso me tenía con un sentimiento de decepción y autodesprecio por querer verlo nuevamente a pesar de las cosas horribles que me dijo y lo mal que me hizo sentir al besar a Chloe delante de todos, el conflicto en mi cabeza era tal que las personas a mi alrededor empezaron a notarlo, incluyendo a Alec, a quien, desde ese día en que hablé con Ezra, no había podido volverlo a ver con los mismos ojos, empecé a estudiar su comportamiento y a ser más observadora cuando estaba con él, y pronto me di cuenta de que en mi afán de darle celos a Ezra y también de tener a alguien a mi lado, me volví ciega a las obvias señales de alarma.   Y ahora todas ellas estaban ahí, tan claras como el día, y odiaba saber que, de no ser por la advertencia de Ezra, no sé cuánto tiempo habría pasado hasta haberme dado cuenta yo misma de todo ello, de como detrás de esa fachada de caballerosidad se escondía un afán por ostentar cada detalle de lo que pasaba con nosotros en sus r************* o en frente de otras personas, de como siempre parecía querer que estuviera con sus amigos más que estar solo conmigo, lo que en un principio interpreté como su intento de integrarme con su circulo social, pero que en realidad era sólo su forma de presumirme ante los demás como si fuera el premio grande en una feria de pueblo.   Empecé a notar cómo sus conversaciones conmigo o sus amigos se desviaban siempre hacia el asunto de la empresa de mi familia o alguna de las cosas que había en mi casa, de los viajes que he hecho con mi familia o cosas de ese estilo, y aún peor, como él parecía insinuar que algún día esa sería su vida, pero de una forma tan sutil, que, de no ser por la advertencia de Ezra, habría creído que esa era su forma de admirar mi vida familiar.   Incluso llegué a pensar que estaba siendo muy injusta con Alec, y que había dejado que las palabras de Ezra calaran muy hondo en mi cabeza, que de alguna forma lo estaba viendo a través de los ojos de él y que me había dejado influenciar por sus palabras, hasta que un día Emma se acercó a mí después de clase y por su expresión parecía que no venía a decirme nada bueno.   “¿Qué te pasa? ¿Por qué esa cara larga?” le pregunté.   “A que no adivinas lo que acabo de escuchar,” ella me respondió, pero a diferencia de otras veces en las que venía a contarme los rumores en medio de grandes risotadas, esta vez la arruga en medio de sus dos cejas indicaba que era algo malo.   “¿Qué?” le pregunté de inmediato.   “La niñita idiota esa, la hermana menor de tu novio…” ella empezó a decir y yo la interrumpí.   “No es mi novio, sólo estamos…”   “Saliendo, sí ya lo sé,” ella me interrumpió también, conociendo de memoria el pequeño discurso que he venido repitiendo en las últimas semanas.   “Bueno, esa pequeña idiota, estaba hablando de sus amigas acerca de como planea pasar sus vacaciones de verano en casa de los Arlington, decía lo suficientemente alto como para que la escucharan hasta Alaska, que su hermano le había dicho que tú seguramente la invitarías a la enorme piscina de tu casa, y que incluso podía irse contigo de viaje en el jet privado de la empresa,” ella empezó a decir con furia contenida.   “Son sólo delirios de niña inmadura, no le prestes atención,” le respondí rodando mis ojos, pero sintiendo en mi interior ese clic que estaba faltando en los últimos días y que me indicaba que mis observaciones sobre Alec no eran erróneas, ni influenciadas por Ezra.   “Oh no, no son sólo los delirios de ella, aparentemente su hermano le ha venido diciendo a sus amigos que se ha venido acostando contigo en cuanto lugar haya disponible, en la parte trasera de su auto, en tu habitación, en la piscina subterránea… a propósito, ¿tienes una piscina subterránea?” ella preguntó y yo asentí, pero luego le indiqué que continuara.   “Eso es genial, tendrás que enseñármela algún día… bueno, en fin, no sé si esto sea real o no porque no lo escuché yo misma, pero eso fue lo que me dijo mi amigo Brody, y realmente no encuentro ninguna razón por la que él quisiera mentirme al respecto,” ella me dijo y yo sentí un sudor frío en mi espalda, acompañado de una rabia sin precedentes.   “Ezra tenía razón,” murmuré más para mí misma que para Emma, pero ella escuchó.   “¿Tenía razón sobre qué?” ella me preguntó de inmediato.   “Él me dijo que tuviera cuidado con Alec, que no era el chico bueno que yo creía,” le respondí y ella asintió.   “Mira, no estoy diciendo que debas creer en lo que te dice Ezra sin cuestionarlo por un segundo, porque él no es la persona idónea para decirte esas cosas, considerando lo que hizo, pero sí creo que debes hablar con Alec y dejar las cosas claras con él,” Emma me dijo y yo asentí.   --------------------------------   Así que después de mi clase de esa tarde, de la cual salí un poco más temprano porque mi profesor tenía una cita médica, me dirigí a la facultad de ingeniería para buscar a Alec y tratar de hablar con él sobre todo lo que me dijo Emma, y me sorprendí al llegar y encontrarlo de espaldas a mí, rodeado por sus amigos de siempre, hablando y riéndose, pero no fue sino hasta que estuve lo suficientemente cerca para escuchar lo que estaban hablando, que sentí mi estómago retorcerse con incomodidad.   “Quiero decir, la chica no es mala en la cama, Amanda era definitivamente mejor, pero entre hacerlo con Amanda en el asiento trasero de mi auto y hacerlo con Abby en una cama de miles de dólares, pues bueno… no hay punto de comparación,” Alec decía en medio de risas.   “En eso tienes razón,” dije en voz alta y todos se giraron para verme con sorpresa, Alec se puso pálido casi de inmediato.   “Abby, yo…” él empezó a decir, pero yo levanté mi mano para indicarle que cerrara la boca.   “Hacerlo en una cama de miles de dólares puede que sea mejor que el asiento trasero de un auto, pero hacerlo con alguien a quien sí le funcione su pequeño aparatito sería mil veces mejor, y en eso, mi querido Alec, Ezra te lleva la delantera,” le dije y vi con satisfacción como sus orejas y luego su rostro entero se tornaron rojos.   Y mientras sus amigos se desternillaban de risa, yo simplemente le sonreí con malicia y me fui de allí sintiendo mi corazón palpitar en mis oídos y mi estómago retorcerse con incomodidad, mientras trataba de contener las lágrimas que amenazaban con caer, al encontrarme, una vez más, en una situación en que las personas sólo me usan por el dinero de mi familia, pero con la satisfacción de haberlo humillado tanto o más de lo que él me humilló a mí.
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