CAPÍTULO OCHO

1056 Words
ABIGAIL   Resulta que escabullirse silenciosamente de tu casa para salir por un par de horas no es tan fácil cuando tienes una madre como la mía, pues no sólo movilizó a todos los miembros de seguridad de la mansión Arlington, sino que además llamó a la policía después de que entró a mi habitación y la encontró vacía, por lo que no creyó que me habría escapado, como cualquier padre normal hubiese hecho, sino que alguien me había secuestrado.   Creo que nunca había visto a mi madre tan molesta en toda mi vida, incluso mi tío Joshua, a quien usualmente le causan mucha gracia sus locuras, estuvo tratando de calmarla durante varias horas, pero sin éxito; afortunadamente logré inventar una mentira creíble que salvara a Ed de quedar involucrado en todo este desastre y todos creyeron la versión de que únicamente él se enteró cuando lo llamé para pedirle que pasara a recogerme, por lo que mantuve mi promesa de no meterlo en problemas.   Aunque no puedo decir lo mismo de los guardias de seguridad, los pobres hombres tuvieron que aguantar la histeria de mi madre y durante varios días estuvieron inspeccionando cada pequeño rincón de la enorme propiedad, buscando posibles puntos ciegos, pues de acuerdo a mi madre, de la misma forma en la que yo salí, alguien pudo haber entrado; por lo que no sólo me gané un enorme regaño por parte de toda mi familia, sino que ahora los guardias de seguridad me observan como si yo fuera el enemigo: con cautela y molestia.   En la universidad las cosas no fueron mejores, pues al parecer mi pequeño momento de estupidez no pasó tan desapercibido como yo había creído, y el relato distorsionado y bastante exagerado de lo que sucedió en la terraza con Ezra se esparció rápidamente por el campus, pues no sólo las personas estaban sorprendidas de que “la princesita” hubiese ido a una fiesta de fraternidad, sino que el hecho de haberme involucrado, así fuera por unos minutos, con un tipo con la reputación que Ezra ha venido acopiando en el último semestre, parece haber sido la mejor noticia que muchos pudieran haber escuchado en años.   Sin mencionar el hecho de que ahora debo ir a todas partes no con un guardaespaldas, sino con dos, gracias a los delirios de mi madre quien piensa que ahora soy una rebelde que buscaré escaparme en cualquier oportunidad que se presente, y por lo tanto un solo guardaespaldas no será suficiente para contenerme si llegara a intentarlo.   Aunque lo único positivo de ello es que, al tener dos guardaespaldas en todo momento, hace mucho más difícil que aquellos idiotas que se creen muy graciosos puedan acercarse para decirme chistes de mal gusto, pero eso no los detiene de gritarlos en algunas ocasiones cuando me ven cerca, así que he optado por no ir a ningún sitio con mucha gente y me he limitado a asistir a mis clases, a las reuniones del consejo y a hacer deporte un par de veces por semana en la pista de atletismo.   Y allí fue donde Ezra intentó acercarse a mí por primera vez, dos semanas después de la fiesta de la fraternidad, no obstante, fue interceptado casi de inmediato por Al y Charlie, mis guardaespaldas, por lo que, a pesar de sus insultos e intentos por rodearlos, no pudo acercarse a mí lo suficiente y yo en cambio lo ignoré por completo y seguí mi camino por la pista de atletismo.   Esa misma noche recibí el primer mensaje que Ezra me ha enviado desde nuestro primer intercambio de mensajes hace poco más de un mes, en él me preguntaba si podíamos hablar en algún momento, pero decidí dejarlo en visto; así que al día siguiente me envío otro mensaje, preguntándome por qué no le respondía sus mensajes, y de nuevo lo ignoré, pues aún no logro perdonarle el hecho de que quisiera llevarme a continuar lo que sea que había empezado con otra chica antes, como si yo fuera la opción más fácil para satisfacer sus urgencias, pero sobre todo, porque el sólo pensar en él me hace recordar mi propia estupidez al haber aceptado ir con él de forma tan abrupta y sin pensar en lo que eso podría significar después.   Después del quinto mensaje ignorado, pensé que finalmente se había rendido, pues no volví a recibir más mensajes en un par de días, así que regresé a mi rutina tediosa en la que únicamente iba a mis clases y luego a casa, hasta que un martes de mitad de marzo salí de clase un momento para dirigirme al baño, dejando a Al y Charlie fuera, ya que era el baño de mujeres, y después de haber salido del cubículo, mientras estaba lavando mis manos, la puerta del primer cubículo se abrió lentamente y escuché a alguien llamarme, por lo que entré en pánico de inmediato e intenté salir del baño apresuradamente.   No obstante, cuando iba casi corriendo hacia la puerta, un brazo que salió de ese cubículo me agarró fuerte del brazo y de inmediato sentí que cubrieron mi boca con una enorme mano para evitar que gritara y me encontré a mi misma siendo empujada hacia el cubículo, traté de liberarme del fuerte agarre y empecé a mover mis piernas de forma frenética hasta que logré golpear algo suave y escuché un gruñido de dolor que me dejó congelada un instante, pues conocía muy bien esa voz.   “¿Puedes quedarte quieta? Me golpeaste duro,” me dice Ezra y yo giro mi cabeza lentamente hasta encontrarme con sus ojos que me observan con intensidad.   “¿Estás demente? Déjame ir ahora mismo, mis guardias están afuera, te vas a meter en problemas si ellos no me ven salir sana y salva en un par de minutos,” le digo, pero por alguna razón lo hago en un susurro, y no gritando, como me dijeron que hiciera en casa cuando me estaban tratando de enseñar defensa personal.   “Sólo quiero que hablemos por un par de minutos sin la interferencia de tus monos amaestrados,” él me responde girando sus ojos.   Y cuando intento zafarme de su agarre nuevamente, él pone sus manos a ambos lados de mi rostro y une sus labios a los míos haciendo que me detenga de inmediato.  
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