CAPÍTULO VEINTE

1034 Words
ABIGAIL   Cuando salgo del shock de verlo de pie allí, como si fuera una aparición, me apresuro a abrirle la puerta al darme cuenta que si se queda más tiempo allí pueden verlo en cualquier momento, él tiene su frente perlada en sudor, pero está temblando ligeramente por el frío de afuera, así que cierro la puerta del balcón y lo guío hacia el sofá que hay a un lado de mi habitación, y es allí cuando noto que sus manos están heridas, sus nudillos están hinchados y sangre brota de ellos.   “¿Qué te pasó en las manos?” es lo primero que digo, aunque hay un millón de preguntas apresurándose en mi cabeza.   “Oh, fueron los arbustos,” él dice, y aunque sí tiene algunas cortadas en la palma de sus manos que evidencian su paso por los arbustos que rodean la pared lateral de la casa, las heridas de sus nudillos no son a causa de ello.   “No, esas son heridas por golpes, ¿te peleaste con alguien?” le pregunto y él evita mi mirada.   “Fue un pequeño malentendido, pero eso es todo, no tienes por qué hacer esa cara, no pasó nada,” él me dice.   “Te pueden expulsar por eso,” le digo.   “No, porque no sucedió dentro del campus,” él responde encogiéndose de hombros.   Así que me dirijo al baño a buscar el pequeño botiquín que hay en el cajón debajo del lavabo, y cuando regreso a la habitación veo a Ezra caminando alrededor mientras observa con atención cada pequeño rincón con una media sonrisa en su rostro.   “¿Qué haces?” le pregunto.   “Con que así se ve tu habitación, la imaginaba diferente,” él murmulla, pero parece estar hablando consigo mismo.   “¿Cómo la imaginabas?” le pregunto y él parece sorprendido con mi pregunta.   “Bueno, pues tal vez la imaginaba más ostentosa, no lo sé, pero no me malinterpretes, es bastante bonita y muy… tú,” él dice mientras se dirige a la cama y se sienta en la orilla.   “Mis padres siempre la decoraron según mis gustos, afortunadamente nunca intentaron imponerme nada, bueno, nada relacionado con esto, porque con el resto de cosas sí han puesto demasiadas imposiciones… lo que me recuerda, ¿cómo entraste aquí? ¿Estás loco? Hay demasiada seguridad en la propiedad, te pudieron haber atrapado,” le digo, y él sonríe con malicia.   “Cuando escuché lo que había sucedido contigo y ese hijo de puta hoy, decidí venir a ver si estabas bien, estaba aparcando por la carretera contigua para que los guardias no me vieran y vi a un chico joven escabulléndose por una de las ventanas de atrás, bajar por las enredaderas de la pared y luego subirse a un árbol que tiene ramas dentro y fuera de la cerca, me pareció extraño que saliera de esa forma y al principio pensé que era un ladrón o algo así, pero luego lo reconocí por las fotos en internet, creo que es uno de tus primos, así que esperé a ver si los guardias se daban cuenta y cuando vi que no había nadie cerca, entré de la misma forma en que él salió, fue bastante fácil, de hecho,” él me dice con un tinte de orgullo en la voz y yo sacudo mi cabeza.   “Ese mocoso malcriado, con que así es como se ha estado escapando todo este tiempo… pero es peligroso, Ezra, si a él lo atrapan lo máximo que pasará es que sus padres lo castiguen, pero si te atrapan a ti sería muy malo, presentarían cargos por allanamiento de morada y seguramente terminarías en prisión,” le digo y él frunce el ceño ligeramente.   “Abby, no me atraparán, no te preocupes,” él responde y por un momento me molesta que no tome las cosas en serio.   Pero en vez de responderle, me acerco a él y me pongo de pie entre sus piernas, siento mi corazón palpitar con fuera y veo como sus ojos se abren con sorpresa por mi cercanía, pero contrario a lo que él piensa que va a pasar, tomo sus manos y empiezo a hacerle curación a sus heridas, mientras él me observa con atención, haciendo que me ponga nerviosa y las manos me empiecen a temblar ligeramente.   “No me mires así,” le digo.   “¿Así cómo?” él pregunta.   “Pues, así, de esa forma, me pone nerviosa,” le respondo y él se ríe.   “¿Cómo puedes ponerte nerviosa sólo porque te estoy mirando de cerca si ya hemos hecho mucho más que eso?” él me pregunta y yo dejo caer la curita por el shock.   “Para, no digas esas cosas,” le digo.   “¿Yo no puedo decirte esas cosas pero tú si puedes decirle a media universidad qué tan bueno soy en la cama?” él me pregunta con una sonrisa traviesa y yo siento mi rostro ponerse caliente de inmediato.   “Ya te dije que lo siento, fue algo del momento, si quieres puedo retractarme de lo que dije,” le respondo mientras recojo todo con rapidez, pero él me toma de los brazos y hace que lo mire a los ojos.   “No, no quiero que te retractes,” él me dice con voz ronca y yo paso saliva al sentirlo tan cerca por primera vez en semanas.   “Pero lo que dije es mentira,” le respondo.   “¿Cómo sabes que es mentira si no lo has comprobado?” él me pregunta, acercándose a mí hasta sus labios están a tan sólo centímetros de los míos.   “Yo… no lo sé,” es todo lo que puedo decir.   “¿Quieres averiguarlo?” él me pregunta y yo siento que mi corazón está latiendo tan fuerte que va a explotar, y una sensación familiar se posa en la parte baja de mi abdomen como cuando teníamos esos encuentros en la universidad.   Y antes de que pueda responderle, sus labios chocan con los míos y el fuego en mi interior se intensifica hasta que casi es imposible de soportar.
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