Destinos Entrelazados (Badboy's series 4)

CAPÍTULO SEIS

ABIGAIL

“¿Prefieres una cerveza o un cóctel? Soy muy bueno haciendo cocteles,” Alec me dice con una sonrisa y yo lo miro sorprendida, pues por un momento olvidé que él estaba parado junto a mí.

“No lo sé,” le respondo con sinceridad.

“Te haré un cóctel suave, ¿puede ser un margarita o prefieres un mojito?” él me pregunta.

“El mojito es muy fuerte para ella,” responde una voz detrás de nosotros y no tengo que girarme para saber que es Ezra.

“Entonces quiero un mojito,” le digo a Alec con una sonrisa y él mira de uno a otro con curiosidad.

“¿La conoces?” escucho a la chica que hizo el comentario desagradable preguntarle a Ezra.

“Un poco,” él responde de forma evasiva y luego se acerca a mí.

“No deberías tomar eso si no estás acostumbrada a beber alcohol,” Ezra me dice con un tono de molestia y yo noto en su aliento y el rojo de sus ojos que él no está en sus cinco sentidos.

“Y tú no deberías decirme qué debo y qué no debo hacer, apenas si nos conocemos y la última vez que hablamos ignoraste mi mensaje, así que no entiendo tu repentino interés en mi sobriedad,” le respondo.

Él frunce el ceño y se aleja de mí nuevamente sin decir una palabra más, por lo que me acerco a Alec y lo observo mientras prepara nuestros tragos, un par de minutos después observo por el rabillo del ojos que Ezra está saliendo con la chica del comentario desagradable y cuando salimos junto con Alec a la sala, los veo subir silenciosamente al segundo piso y de nuevo ese sentimiento extraño me revuelve el estómago.

Sin embargo, trato de ignorarlo y me concentro en la explicación de Alec de cómo se juega el beerpong y otros juegos más que se están llevando a cabo por todo el lugar, y noto las miradas curiosas de la gente sobre mí, acompañadas de algunos comentarios como los que hizo esa chica cuando entré a la cocina y puedo ver que Alec parece apenado por ello y trata en lo posible de distraerme con charlas sobre cualquier cosa que se le ocurre.

El mojito que él me hizo me gustó bastante, por lo que le pido que me haga otro, y una hora más tarde, cuando ya voy por mi tercer mojito, decido probar mi suerte en el beerpong, Alec, uno de sus amigos y yo nos hacemos en un equipo, mientras el otros dos chicos, incluyendo el cumpleañero, y una chica morena de rasgos perfectos y cabello rizado, se hacen en el lado opuesto para jugar como nuestros contrincantes.

Fallo el primer tiro, así que tengo que beberme el contenido de un vaso de cerveza que está junto a mí y que no parece muy salubre, pero el efecto de los mojitos hace que pierda mis reparos bastante rápido y tan pronto pongo el vaso sobre la mesa completamente vacío, escucho aplausos alrededor y más gente se reúne para ver el juego.

No obstante, después de mi segundo fallo y segundo vaso de cerveza desocupado en unos instantes, empiezo a cogerle el tiro al juego y cada vez logró encestar la pelotita en los vasos contrarios, ganando aún más aplausos y felicitaciones, especialmente de Alec quien parece bastante orgulloso de que esté jugando junto a él.

Para el final del juego, me he bebido un total de tres mojitos y tres vasos de cerveza y siento que la habitación empieza a dar vueltas, así que le digo a Alec que saldré un poco a la terraza para tomar aire fresco, él se ofrece a acompañarme, pero yo le digo que no es necesario y su amigo lo arrastra con él a otra partida de beerpong, por lo que me dirijo a la parte trasera de la casa en donde hay una terraza iluminada por algunos faroles, y sólo hay una pareja sentada en un rincón quienes parecen estar inmersos en una discusión fuerte sobre su falta de atención a los detalles.

Me acerco a la baranda de madera y miro hacia un pequeño jardín que hay justo al frente, sintiéndome un poco mareada pero feliz de estar en mi primera fiesta universitaria y de haber hecho al menos un par de amigos que no me miraron como bicho raro ni hicieron comentarios desagradables sobre mí, de repente siento una mano posarse en mi espalda y me giro tan rápido que siento una ola de náusea invadirme pero la controlo respirando hondo.

“¿Estás bien?” Ezra me pregunta con preocupación.

“Sí,” le respondo simplemente.

“Parecía que te estabas divirtiendo allí adentro,” él me dice y yo asiento.

“Fue divertido, no tanto como lo que tú estabas haciendo, pero estuvo bastante bien,” le respondo, y yo misma me sorprendo por el tono acusador de mis palabras.

Él levanta las cejas en una expresión sorprendida y me mira con curiosidad.

“¿Y qué se supone que yo estaba haciendo?” él me pregunta divertido.

“No lo sé,” le respondo de forma evasiva y desviando la mirada hacia el jardín.

“¿Entonces cómo sabías que me estaba divirtiendo?” él pregunta en tono divertido y yo frunzo el ceño.

“¿Sí te estabas divirtiendo?” le pregunto de inmediato y luego me maldigo internamente por ser tan imprudente.

“No tanto como me hubiese divertido si estuviese acompañado de alguien más,” él me dice poniendo su dedo bajo mi barbilla para que lo mire a los ojos y yo siento el rubor apresurarse a mis mejillas.

“Entonces deberías ser más cuidadoso cuando elijas a tu compañía, para que después no resultes decepcionado,” le respondo y veo una sonrisa empezar a formarse en su rostro.

“Eres mucho más habladora cuando estás un poco ebria,” él me dice en tono burlón y yo frunzo el ceño.

“No estoy ebria,” le respondo de forma testaruda.

“Claro que sí lo estás, ese amiguito tuyo le puso demasiado alcohol a esos mojitos,” él dice con un tono que denota peligro y yo simplemente lo observo ensimismada, notando por primera vez sus rasgos, cejas pobladas, ojos grises enmarcados por largas pestañas, nariz ligeramente torcida, sospecho que es producto de una o varias fracturas, su labio superior es ligeramente más lleno que el inferior y su mandíbula es fuerte y sexy, él es sexy, pero por alguna razón su rostro parece familiar.

No obstante, antes de que pueda hacerle algún comentario al respecto, noto su rostro acercándose al mío y siento su aliento rozar mi rostro haciendo que la piel se me erice.