Él

1145 Words
Capitulo 2: Zafiro Ahí estaba yo, discutí con mis padres y decidí salir a dar una vuelta por los alrededores. Era molesto que todo el tiempo me incitaran a buscar a mí mate, quizá yo no tenía uno y ya. Pero la realidad es que como Diosa Luna debo tener mate y no solo uno, dos. Yo debo elegir uno, el más fuerte, el más guapo para mis grisáceos ojos y el más apto para tener cachorros. Y cuando lo elija seguro el otro lo desafiara y deberán tener un combate a muerte, donde el que sobreviva será mí eterna pareja. Caminaba por el bosque, amaba la naturaleza y el bosque que estaba a nuestro alrededor, el cual compartíamos con otras dos manadas, era mí lugar favorito. La nieve hacía que mis patas perrunas casi no se distinguieran, bueno en sí entre la nieve soy casi invisible, mi pelaje blanco sirve de camuflaje.  Y así pasó, ese olor a menta se adueño de mís fosas nasales, al fin aparecía mí mate aunque no me emocionaba para nada aquello. ¿Por qué ahora? Mí loba interior saltaba de la alegría de haber encontrado a su dueño, estúpido ¿no? Lamentablemente la conexión que se tenía con un mate era más fuerte que mi fuerza de voluntad por ignorarlo y seguir como si no hubiera sentido a mí mate, caminé unos cuantos pasos en su dirección hasta que sentí como éste se acercaba a gran velocidad, parecía que el sí me buscaba y que estaba ansioso por verme. Me eche en una gran roca que sobresalía del suelo ahora blanco, todos mís sentidos estaban puestos en el, por más que no quisiera verle y demás, sentía curiosidad por verlo, saber de él. Finalmente el apareció asomándose por lo alto de la roca de la cascada frente a mi.  Qué belleza, ese lobo es nuestro mate. Mí loba interior habló, sentí la emoción y alegría en ella. El era hermoso, no voy a mentir. Pelaje n***o brillante, tan oscuro como la noche, causó en mi un escalofrío. Me levanté, sería mala educación saludarle echada. El bajo de la roca y estábamos a escasos centímetros, apenas medio metro. Decidí hablar yo, su voz era ronca y gruesa, no parecía el típico joven de dieciocho años que sale a buscar a su mate, el tenía más edad, como yo o quizá más grande. Fui algo fría lo admito, pero és que en mí no había ni una pizca de felicidad por encontrarle, mí loba era otro tema. Quedamos en reunirnos mañana de nuevo ahí en la cascada y nos despedimos, volví rápido a mi manada donde mís padres aguardaban por mi molestos. Ups, había olvidado decir que iba a salir. -¿Por qué sales sin avisar? Quizá tengas veinte años pero aún vives con tus padres. -gruño mi madre molesta- -Encontré a mí mate. -murmuré- -Y encuentras a tu mate. -vuelve a gruñir mi madre, entonces abre los ojos y corre a abrazarme- ¿En serio? -Sí. -dije captando la mirada de ambos ahora- Es un futuro alpha, soy su luna.  -¿Un alpha? -habla mi padre- -Sí, por el colgante que tenía supongo es de la manda vecina. -pronuncie  sin interés- -¿Los Luna de Sangre? -pregunta mi madre- Oh hija, tienes a un muy buen lobo entonces. -Sí claro. Iré a dormir con permiso. -dije caminando a mi casa- Ya encontré a uno de mís mates, genial ¿no? Noten el sarcasmo. Me acomodé en mi cama y decidí dormirme, mañana iba a ser un largooo día.  Y así fue, toda la manada sé entero de que era la Luna de un Alpha, todos hicieron su reverencia ante mí. Era la primera Diosa Luna del clan Luna Cristal y era un honor para el que fuera mi mate, el poseer una Diosa Luna.  ... Aiden Finalmente llegó la noche, decidí presentarme en mi forma humana. Corrí velozmente y llegó a la cascada. Y ahí la ví, venía caminando con calma. Era hermosa, era la luna más bella que me podría haber tocado. Su cabello castaño le sentaba hermoso con su tez bronceada y esos ojos que para mi eran como diamantes, ésta era la segunda vez que la veía y ya me traía loco. Traía puesto una remera lila y unos vaqueros oscuros con una boina negra de accesorio, seguro en ella todo se veía bien. -Buenas noches. -saludó ella con educación- -Buenas noches, mí luna. -ofrecí mi mano- ¿Vamos?  Ella asintió y tomó mi mando, sentí una corriente de electricidad recorrer mi cuerpo. Su piel era suave y he de decir que su mano iba a la perfección con la mía. Caminamos y conversamos, me permitió conocerla más a fondo, saber sus gustos e intereses. -Jamás pensé que mí luna sería del clan Luna Cristal. -le confesé sonriendo- -Bueno he decirte que yo jamás espere encontrar a mí mate. -sonrió- Supongo queda encontrar el otro. -¿Otro? -pregunté con celos-  -Soy una Diosa Luna, tengo más potencia que los lobos o lobas comunes. Más fuerza, agilidad, velocidad, oído, olfato. -me explicó- Y por alguna razón existen dos mates destinados a estar conmigo. -Vaya, no sabía eso. -murmuré con cierta molestia- -Por eso no esperaba encontrar a mi mate, prefería vivir encerrada a salir a encontrarme con mí pareja. -sonrío con nostalgia- Pero bueno te encontré o mejor dicho nos encontramos. -Mi Diosa Luna, quiero que sepas que ante nadie te pienso dejar ir, he esperado siete años por encontrarte y no te dejare. -dije llevando su mano a mis labios y dándole un sutil beso- Ella me miró sorprendida, lo sé. Demasiado cursi pero es la verdad, mi lobo rugía diciendo que no la dejaría ir y no pude evitar el no decirlo. Ella asintió y me regaló una sonrisa que no llegó a sus ojos, Zafiro era un misterio pero estaba dispuesto a esperar hasta que ella se abriera a mi. -¿Siete años? -preguntó sorprendida- Lo sabía, no aparentabas dieciocho. -reí ante su confesión- Osea tienes ¿veinticinco? -Sí, ¿tu cuántos tienes? -pregunté sonriendo- -Veinte. -dijo fijando sus ojos grises en mi- Sonreí, deseaba besarla, marcarla y hacerla mía. ¿Iba rápido? Sí pero tratándose de esa belleza, de mi luna y de que encima aparecería otro más, quería que fuera mía cuanto antes en todos los sentidos. Finalmente llegamos a mí pueblo, mí manada había armado una especie de festival para celebrar la aparición de su Luna, mi pareja. -Bonito lugar. -sonrió ella contemplando los alrededores- -Me alegra que te guste. Mi manada era grande, por eso se lo consideraba un pueblo directamente. Eramos el segundo clan más grande luego de Luna de Cristal, eramos conocidos. Finalmente terminamos frente a mis padres. -Oh Diosa Luna. -dijo mi madre contemplándola- -Solo díganme Zafiro. -sonrió mi luna amablemente- Continuara...
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