Aullido

955 Words
Capitulo 3: Zafiro. Su mano era cálida, abrazaba y sujetaba con firmeza mí pequeña y delgada mano, finalmente habíamos llegado a lo que era su pueblo, no me esperaba tan gran recibimiento.  Aiden era todo un adonis, podía fácilmente ser un dios griego. Su familia por poco no sé tiraba al piso a adorarme y eso me molesta. Aveces me enojaba el ser la Diosa de Luna. Seguía siendo una loba normal. -Señora... -dijo un lobo sirviéndonos comida- -Gracias. -murmure con una sonrisa- Mi mate se encontraba hablando con su hermano, si no mal recuerdo su nombre era Zack. Mi loba interior se encontraba eufórica, estábamos cumpliendo el protocolo ella con amor y yo por obligación. La Diosa Luna que no se uniera a uno de sus mates, era cazada y asesinada ofreciendo la como sacrificio por su clan. Y yo no quería eso. Aiden me sacó de mís pensamientos tomando asiento a mí lado y tomando nuevamente mí mano. Lo miré y no pude evitar sonreír. -Ya completamos el primer paso. -le dije con una sonrisa, el asintió y frunció el ceño- Algún día le diría que ésto no era por amor, que no me sentía capaz de amar. Que temía que podría pasar y que muy a mi pesar mí loba lo amaba con locura, sabía que uniéndome a el si llegaba a morir en ese duelo a muerte entre mates, moriría de alguna manera yo también. -Mañana no hay luna, no puedo salir de casa. -murmuré- Me debilito. Supongo pasado  mañana nos veremos y serás presentado en mi manada. El asintió, noté que en sus bellos ojos café había duda  e incertidumbre. Lo sé, yo causo eso. Dí un apretón a su mano y le sonreí sutilmente, el me devolvió la sonrisa. Éste chico era una ternura y me dolía el no sentirme suficiente para amarlo como se merecía. -Pequeña te acompaño a casa. -me susurró al oído, asentí y nos despedimos de todos- Eran la una de la madrugada, llevaba dos horas en su manda y me sentía a gusto, después de todo quizá y solo quizá viviría ahí de por vida. Aiden me acompaño hasta la cascada y antes de que se despidiera, mí loba tomó control de mis acciones y beso su mejilla, causando una gran sonrisa en el rostro de mi mate, el se transformó en el lobo n***o que era, aulló y se perdió entre los arboles.  Imité su actuar y volví a mí hogar, pero mí hogar ya no era mí hogar... Ante mi había una imagen terrorífica, ellos habían estado aquí, los malditos vampiros habían estado aquí. Atacaron cuando menos lo esperamos y asesinaron a todos. Niños, embarazadas, ancianas, hombres trabajadores, no le perdonaron la vida a nadie. Los vengaremos. ¡Júralo! Gruñí, mi loba estaba furiosa. Lo juré y lo juro, los vengare. Había un tratado y ellos lo habían violado, pagarían con la muerte. Corrí a mí casa y la escena me devasto, mís padres... Estaban sentados en la mesa pero sin vida, sus ojos neutros estaban fijados en un punto inexistente.  -Padres... -murmuré con lagrimas en mis ojos- Lo siento, perdónenme... Busqué con la mirada a Alekey y Rushel, mis hermanas. No podían habérselas llevado ¿no? Las busqué sin cesar hasta que oí los llantos de las pequeñas. Estaban encerradas en el escondite que nuestro padre creó por si sucedía algo como lo de hoy. Me acerqué y ambas gruñeron, estaban asustadas. Abrí el pequeño escondite y al momento que me vieron saltaron hacía mi llorando. -¡No te vayas Zafiro! ¡No nos dejes! -gritó Alekey desconsolada- -Ya pequeña, estaremos bien.  -murmuré acariciándolas- Ellas estarían conmigo, jamás me separaría de ellas. Salimos de lo que fue nuestra casa y nos sentamos en los escalones de esta. ¿Cómo era posible que el clan de lobos más poderoso fuera tan fácilmente aniquilado?  Miré a mí alrededor, busque a Michy, mí mejor amiga. Entonces la olfatee, venía de vuelta a casa y se topó con la misma imagen que yo. Seguro venía de hacer su caminata diaria. -¿Zai? -murmuro al verme- ¿Qué ha sucedido? -dijo con sus ojos cristalizados- -No lo sé Michy... -susurré- Llegué y me encontré con lo mismo que tu. -Esos vampiros... -gruño-  Entonces ese aroma nauseabundo a muerto viviente vino a mi. Giré mi cabeza mirando hacía la derecho y desde lo alto de un sauce bajaron tres vampiros, malditos bastardos se atrevían a seguir aquí. Instintivamente me transforme, mís hermanas y Michy hicieron lo mismo. Debes llamarlo, llama a Aiden. Suspiré, quizá era buena idea. Me puse firme y aullé, era un aullido desgarrador llenó de dolor y angustia. Mire a los vampiros quienes sonreían siniestramente sin comprender el por que de mi aullido. -Vaya, una Diosa Luna. -rió el de medio, pelirrojo alto de ojos verde pálido- El rumor era cierto. Gruñí. No los soportaba, no toleraba tener vampiros ante mi. -Oh alabada sea. -se burló el otro- Esto es una advertencia.  Los miré con intriga. ¿Advertencia de que?  -Se han apoderado de muchas tierras y no les correspondía, su territorio se vuelve más grande que el nuestro y Matayus no lo permitirá más. -habló nuevamente el pelirrojo- Gruñí nuevamente. ¿De qué mierda hablan? El pelirrojo se acercó rápidamente a mí y sostuvo mí hocico en sus manos. Sus ojos ahora rojos estaban fijos en los míos.  -Eres toda una belleza, Diosa Luna.  Me estaba hipnotizando, mierda. No podía quitar mí mirada de la suya y tampoco evitar su tacto. En eso un gran lobo n***o aulló y lo mordió en el brazo provocando que me suelte y yo al fin reaccione. Era Aiden, había acudido a mi llamado. Continuara...
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