Capítulo 12:
Aiden
Zafiro se encontraba emocionada. La miraba maravillado ya que la sonrisa de su rostro no se borraba.
-Jamás había visitado la ciudad. -dijo de repente-
-¿Por qué? -pregunté sorprendido-
-Mis padres me cuidaban demasiado, en especial mi papá. -confesó- Sabían que era la última diosa Luna terrenal además de que mi padre tenía sangre de alpha pero decidió ser el beta para darle su lugar a mi tío. -explicó-
-Entonces tu... -me interrumpió-
-No solo yo, extrañamente mis hermanas también tienen sangre de alpha e instinto de liderazgo. -habló-
-Bueno me he sacado la lotería. -bromee y ella rió-
Era tan extraño que siendo manadas vecinas jamás nos hayamos encontrado o al menos el yo haberla encontrado antes, el haber aspirado su aroma y conocerla.
-¿Por qué será qué no nos encontramos antes? -pregunté y me miró-
-Ocultaba mi aroma, no quería encontrar a mi mate. -respondió apenada- Perdón por privarte de ello tanto tiempo.
-No pasa nada hermosa, ahora te tengo conmigo. -murmuré sonriente y ella asintió-
El tiempo que había pasado buscándola ya no me interesaba, la tenía conmigo y sería así por toda la eternidad a mi lado, tendría mis cachorros y seríamos felices juntos.
Luego de media hora de viaje llegamos a la ciudad.
Zafiro observaba maravillada cada cosa, las casas de barrio, los negocios y lo que más llamó su atención fueron los enormes edificios que se ubicaban más al centro de la ciudad.
Bajó su ventanilla y aspiró los mezclados aromas que había en el ambiente urbano. Sonreí de lado, sin querer había cumplido uno de sus deseos, conocer la ciudad.
-Gracias por traerme. -pronunció alegre-
-No es nada. -respondí y bese su mejilla fugazmente-
Estacioné en la cafetería que tanto me gustaba "Dal'f", me baje y abrí la puerta de mi bella mate para que juntos entráramos al lugar. Ella me siguió y una vez dentro de lugar pedí una mesa, nos sentamos y le mostré la carta
-Un capuchino suave y dos emparedados. -pedí y ella igual-
-Espero este delicioso. -bromeó y sonreí-
Llamé a la camarera que siempre me atendía y deje que tomará nuestras ordenes, noté que mi hermosa mate de repente estaba de mal humor. La miré alarmado, quería saber que le molestaba.
Zafiro
Maldita humana regalada. Miraba a Aiden con ganas de comérselo. Akira aulló molesta y no tardé en sentir odio hacia esa mujer. Aiden parecía no notar como ella al pararse ante nuestra mesa, irguió su postura y sus senos se veían más grandes de lo normal gracias a eso y además lamia sus labios cada vez que decía una palabra.
Luego de que se fue noté que Aiden me miraba preocupado.
-¿Qué sucede hermosa? -me preguntó y gruñí por lo bajo-
-No me digas que no lo notaste. -le reté y me miro confundido-
-¿El qué? -pronunció-
-j***r Aiden, la chica está a punto de sufrir un orgasmo de tan solo verte. -exclamé furiosa-
El me miró sorprendido y sonrió de una manera tan bella. Lo miré sin comprender. ¡Estaba celosa y el sonreía!
-No es para que sonrías. -gruñí y el rió-
-Me encanta que te pongas posesiva y celosa linda. -murmuró y me sonroje- Ni siquiera la he mirado a los ojos cariño, no te molestes.
-Pero ella se insinúa mientras estoy aquí claramente me molesta. -respondí-
-Mira esto entonces. -murmuró-
En eso la regalada de camarera se acercó con lo que pedimos. Aiden me guiño un ojo y dijo algo que me hizo querer besarle inmediatamente.
-Disculpe señorita... -dijo captando la completa atención de la rubia- ¿Podría dejar de mirarme así? Mi mujer es algo celosa.
La chica cambió de colores, me causó mucha gracia. Se avergonzó y pidió disculpas a ambos, se retiró dejándonos disfrutar nuestros pedidos. Sonreí a Aiden, la Madre Luna me había dado un mate hermoso y único. Disfrutamos la velada y conversamos animadamente. En un mes y tres semanas Aiden debía presentar a su Luna.
-¿Seré tu Luna? -pregunté con temor-
-Claro que sí, no quiero nadie a demás de ti. -respondió-
-Yo... espero sepas que estoy poniendo todo de mi parte. -dije y sonreí- Estoy aprendiendo a amar a mi mate y me siento feliz de poder decir que lo estoy logrando.
-Me alegra saberlo preciosa... -murmuró- Antes de declararte como Luna debo marcarte y no sabes cuanto anhelo aquello.
Me sentí estremecer, imaginé rápidamente a Aiden acariciando mi cuerpo y una ola de calor atravesó todo mi cuerpo. Entonces Aiden gruño y me miró fijo, sus ojos chocolate se habían oscurecido.
-No hagas eso... -murmuró entre dientes- Soy capaz de sacarte de aquí y hacerte mía, eso no es lo que quiero.
Sonreí, era raro pero me sentía bien al saber que sería la única capaz de hacer delirar a mi mate. Dejé que mi excitación se evaporara y tuvimos un grato rato, finalmente la noche comenzó a hacerse notar y decidimos irnos a casa. Aiden pagó la cuenta y nos encaminamos a su vehículo.
-Me alegra que podamos compartir momentos así. -admití y el sonrió-
En un rápido movimiento Aiden me tomó de la cintura entre sus fuertes y marcados brazos, entonces pasó... Sentí sus deliciosos y jugosos labios sobre los míos. Sentí que mis piernas eran de gelatina, besarle se convertiría en mi única adicción.
-Vamos a casa cariño. -habló y subimos al auto-
Repasé todo lo que venía sucediendo en mi mente, creó que el fin comenzaba a amarlo. Me sentía feliz, viva, completa. Todo se lo debía a la Madre Luna, sinceramente ella me ayudó mucho.
Miré a Aiden de reojo, un hombre tan bello y solo mío. Suspire y no pude evitar sonreír. Ya estabamos a escasos metros de entrar al pueblo, cuando ese putrido aroma invadió mis fosas nasales, vampiros. Estaban aquí y eran demasiados.
-No puede ser... -susurre-
-Como la mierda que sí. -pronunció Aiden entre dientes- Les perdone el atravesar mi territorio para evitar una batalla, pero ahora están en mi pueblo y si quieren guerra, guerra tendrán.
Lo miré asombrada, sus ojos estaban negros, su lobo había tomado el control. Sus caninos se notaban. Estaba segura que apenas parara el auto, saltaría convertido en su lobo n***o.
Finalmente llegamos al pueblo y lo que ví me sorprendió...
Continuará....