“De nadie seré, solo de ti. Hasta que mis huesos se vuelvan cenizas y mi corazón deje de latir”.
Pablo Neruda
Harris levantó a Emily entre sus brazos, la llevó hasta la habitación y la dejó caer en la cama. Comenzó a desvestirse frente a ella, quien no apartó su mirada del cuerpo varonil y adónico de Harris.
—¿Por qué me miras así? —preguntó él un poco perturbado por si inquisidora mirada.
—¿Te molesta? —dijo, mordiendo sus labios y humedeciéndolos con la punta de su lengua.
—No, ¿molestarme, no? Excitarme sí —Harris se abalanzó sobre ella, devoró sus labios con pasión y de forma frenética, ella disfrutó de aquel ataque sin defenderse, sumisa y volátil.
Harris besó, mordió sus labios, succionó su lengua reptiliana por unos segundos, cuando se cansó de sus labios, descendió a su cuello, deslizó su lengua y mordió suavemente su cuello. Emily enarcó su espalda mientras su pelvis se movía serpentinamente tras el roce del viril sexo de su amante, pudo sentir su dureza, una de sus manos abandonó su espalda y buscó ansiosa el mástil, lo frotó y acarició con suavidad, pero con firmeza, pudo sentir su tibieza, sus venas palpitantes. Harris se encendió aún más, la tomó de ambas manos y las colocó por encima de su cabeza, presionándolas con fuerza contra la almohada, inmovilizándolas momentáneamente.
Emily lo miró sonriente, aquel juego de sentirse dominada por él, era excitante y perverso. Ella comenzó a moverse para intentar zafarse, pero Harris ejerce presión sobre su cuerpo impulsando su pelvis hacia adelante y hacia atrás, provocando en ella contracciones vaginales que la convierten en una ventosa capaz de succionar por completo su sexo. Mientras la sostiene, él se inclina un poco, lo suficiente como para morder por encima del vestido de la chica, sus pezones erguidos, ella acrecenta sus movimientos al sentir la sus labios y la tela húmeda ciñéndose a sus senos.
—¡Ahhh! —deja escapar uno y varios gemidos entrecortados— ¡Ah, ah, ah! —él sonríe satisfecho de escucharla gemir con el roce de su falo erguido apunto de estallar como un volcán.
—Te amo —bisbisea él, mientras fricción su falo sobre la pantie de encajes.
Él suelta sus manos, ella las mantiene sobre su cabeza y sujeta la almohada con fuerza. Harris se desliza por su pecho, su abdomen, su pelvis, ella mueve sus caderas obligando con sus movimientos a que ŕl llegue a su ruta sin contratiempos, ansiosa de sentir la humedad de su lengua entre sus labios verticales. Él se deshace de su pantie, se aferra a sus muslos, los separa y se pliegues probar el exquisito dulzor de su sexo almibarado. Saborea con su fálica lengua cada espacio entre sus pliegues que como pétalos de flor se rinde ante la primavera y se abren de par en par, ella entonces suelta la almohada, acaricia el cabello ondulado y suave de su amante, quien la mira con morbo desde el sur de sus entrepiernas. Emily cierra los ojos, prefiere imaginar y sentir plenamente cada uno de los movimientos de su lengua, sus labios apretan los de ella y los estira.
—¡Ah, ah, ahhhh! —grita ansiosa sin dejar de contonear sus caderas, sus piernas comienzan a temblar mientras él mueve su cartílago rosado con su lengua, el rostro de Emily se enciende, su boca siente sed, pero la humedad en su v****a es excesiva.
Harris deja que uno de sus dedos sienta sus fluidos, lo introduce suavemente. Ella se estremece al sentirlo, comienza a excitarse aún más hasta que implora.
—¡Hazme tuya! ¡Te necesito, ah!
—Tus deseos son órdenes mi ama. —Harris abandona sus v****a húmeda y sube hasta sus labios, eleva su pelvis, ella lo sostiene de las caderas, Harris la embiste con un movimiento preciso y firme. Ella siente su falo dentro de su caverna.
Emily estalla de placer con cada penetración, se aferra a sus glúteos firmes y los presiona con fuerza como si quisiera tragarlo por completo. Harris también jadea de placer. Adora estar dentro de ella sentir su estrechez y su lubricación perfecta.
—¡Eres mía y soy tuyo! De nadie más, no puedo dejar de desearte y de querer tenerte Emily, te amo —Jadea con mayor frecuencia hasta que se corre dentro de ella.
Aquel encuentro le devolvía la magia de sentirse y amarse libremente. Podían gritar en aquella habitación, explotarse libremente, descubrirse como amantes ardientes y llenos de pasión sin miedos a ser interrumpidos.
—Necesitaba estar así contigo. Tenerte sola para mí.
—También necesitaba sentirme tuya como en este momento. Amarte sin miedos, entregarme a ti en cuerpo y alma.
Los cuerpos quedaron momentáneamente exhaustos, complacidos y satisfechos. Pero su adicción es mucho más fuerte, después de recuperar el aliento, deciden ducharse juntos, sus cuerpos húmedos siguen ardiendo a pesar de la humedad. Emily se encarga de devolverle a Harris un poco de placer del que él acaba de otorgarle, acaricia su cuerpo húmedo, desnudo, recorre con sus dedos su musculosa espalda, desliza su lengua por sus pectoralparada piel de Harris se eriza por completo. Él sujeta su cabello para observar su rostro perverso. Ella le sonríe como niña traviesa, la punta de su lengua afilada desciende por el contorno de su abdomen definido, él contrae sus glúteos al sentir sus caricias. Emily se agacha, se sostiene de las caderas de su amante, y comienza a besar su pelvis, como la compuerta de un castillo, su falo comienza a elevarse, ella abre su boca y amolda sus labios.
Apreta con sus labios, pero lubrica con su lengua su sexo. Harris sostiene sus cabellos, ella lo mira mientras saborea su falo como una paleta de helado, dándole forma con su lengua. Él jadea con cada movimiento de sus labios. Ella deja que una de sus manos, se deslice y sostenga su espada. Harris desesperado conduce sus movimientos, impulsando su cadera encabristada, mientras sujeta su cabeza y aprofundiza su sexo. Luego la toma de los hombros la levanta, ella se enlaza a su cuello y envuelve sus caderas con sus piernas como si fuesen un par tentáculos. Él la recuesta de la pared, la penetra una y otra vez, con vehemencia, con imperiosa necesidad de permanecer en sus adentros para siempre.
Los cuerpos agitados, las pieles amalgamadas, los fluidos de sus sexos mezclándose, fluyendo y deslizándose por sus piernas. Harris la baja lentamente, las piernas de ambos tiemblan. Ella se pone de espaldas a él, acariciando su pelvis con sus nalgas.
—Creo que tendremos que pedir algo de comer, estoy hambriento.
—Sí, también estoy hambrienta.
Ambos regresan a la habitación, ella se tiende en la cama absolutamente desnuda como una diosa mitológica. Harris pide el servicio, se sienta en el sofá de un puesto, reposa sus brazos sobre los laterales del mueble y contempla la desnudez de su amada.
—Me cautiva tu belleza, eres una mujer hermosa. Y no hablo sólo de lo físico, hay algo en ti que enloquece y atrapa.
Emily se pone de pie, camina sinuosamente hacia él, se para de frente a él. Harris la sostiene de las caderas, la atrae hasta su rostro, lo besa con ternura, ella exhala un suspiro.
—¿Sabes que puedo amarte de todas las maneras posibles, y aún así sentir que aún me falta descubrir una nueva manera?
—Amar sólo es posible cuando es con el corazón, te entrego mi alma, no sólo mi cuerpo en cada beso. Me salvaste del miedo a amar y a ser mujer.
—¿Por qué dices eso? —le pregunta con curiosidad. Ella se sienta en sus piernas.
—Cuando era adolescente, tuve a punto de ser abusada s3xualmen!e por mi padrastro. Desde ese momento, me encerré en mi misma, incluso me sentí culpable de ello, pensé que yo realmente provocaba en él aquel deseo. —Harris la envolvió en sus brazos.— Yo, yo creí que no valía como mujer —su voz se quebró. Suspiró profundamente. Harris la interrumpió.
—¡No tienes que decírmelo si no quieres! No es necesario.
—¡Sí, necesito contarte, necesito decirte todo lo que siento! Porque así como dices que yo logré sacarte de aquella tristeza y liberarte, tú de igual manera, me diste una razón inmensa para ser feliz.
Harris la abraza con fuerza, no imaginó que ella hubiese vivido aquellos momentos tan difíciles de su vida. Lo que incluso se reprima así mismo, era las veces que dudó de ella. Emily realmente le había entregado todo de sí y él aunque se había abierto al amor nuevamente con ella, no le había entregado su confianza y su alma.
—Quiero que sepas mi amor, que de ahora en adelante y por siempre, voy a estar para ti. Voy a cuidarte, a amarte y sobre todo a entregarte lo mejor de mí.
Harris la besó con profunda ternura. Ella se entregó a aquel beso de igual forma. Había algo entre ellos que excedía los límites de la piel y los pensamientos, una conexión que los hizo coincidir para curar las heridas de su pasado.
Aquel momento intimo entre ellos se convirtió inclusive en un momento de complicidad y confesión. Regresaron a la cama juntos y durmieron abrazados hasta el amanecer.
Regresar a la realidad de sus vidas, era importante para ambos, pero tenerse uno al otro era suficiente para apoyarse mutuamente y continuar juntos esta nueva etapa de sus vidas.
En tanto, Stuart y Angie en su intento de ser babysitter de Mateo, sintieron la necesidad de tener un hijo pronto, la ternura de aquel pequeño, la sonrisa y la inocencia del niño los emocionó profundamente.
—Estaba esperando un momento propicio para decirte esto, quería hacer algo original para sorprenderte, pero creo que para sorprender a la persona que amas, es suficiente con ser sincero desde el fondo de tu corazón. —Angie lo miró sorprendida, nunca vio a Stuart hablarle con tanta seriedad.
—¿Qué pasa mi amor? —preguntó, incluso con cierto temor a lo que él pudiera decirle.
—¿Quieres casarte conmigo? —Angie sintió que las lágrimas descendian por sus mejillas indetenibles.
—¡Sí, mi amor! Claro que quiero —se colgó de su cuello, él la levantó y besó sus labios.
Como Stuart acababa de decirlo, no se trata de la momentos que pretendes hacer especiales porque no existe nada es más especial que decir lo que realmente sientes, desde lo profundo de tu ser.
Al llegar a la mansión, todos estaban despiertos esperando a la pareja de recién casados. Emily tomó en sus brazos a Mateo, y Harris cargó a su pequeña Alice, se abrazaron los unos a los otros, mientras Blanca capturó en su móvil aquel hermoso retrato.
—Aghata ven —Emily extendió su mano. Aghata se sumó al grupo— Llama a Jorge, Blanca por favor.
La empleada fue hasta donde estaba Jorge, los dos regresaron minutos después.
—Vengan los dos, coloquensé junto a nosotros. —pidió Emily. Harris sacó su móvil de su pantalón e hizo una hermosa Selfie. —¡Otra! —pidió Emily y todos sonrieron, incluso el pequeño Mateo.
Para Emily, todo y cada uno de ellos, era parte de su nueva vida, su familia. Una familia que el destino le tenía reservada.