“Nada puede hacer más daño, que suponer cosas y guardar silencio”
A.K.M
Dos meses después, y a diferencia de cinco años anteriores, el día del cumpleaños de Alice se festejó lleno de alegría, una hermosa reunión, sus compañeros de la escuela. Mateo que ya comienza a gatear y la alegría de la niña al ver a su padre sonreír junto a ella.
Harris aunque intenta hacer un esfuerzo por no revivir aquel momento de su pasado, no lo logra del todo. Había en él cierto remordimiento por haberle insistido a Kim, en su deseo de ser padre. Emily se acerca a él y lo abraza por detrás, enlazando sus manos en su pecho y reposando su rostro en su espalda.
—¿Te sientes bien? —le pregunta cariñosamente.
—Sí, a pesar de todo, creo que hoy duele un poco menos su recuerdo
—Deja de martirizarte, no fue tu culpa lo que pasó. —Harris suspira y acaricia las manos de su amada Emily. Se gira hacia ella, rodea su rostro con sus manos.
—Gracias por estar aquí. —besa con ternura su frente.
—Siempre estaré, mi amor. —le toma de la mano— Ven, vamos al jardín. Es hora de cantar el cumpleaños.
Se abrazan y regresan al jardín. La alegría de los niños es contagiosa, Harris sonríe al ver a su pequeña, cada vez más grande, corre y reír. Sin embargo, hay algo más que le preocupa a Harris y que no ha querido contarle a Emily.
Un mes atrás
—Angie por favor, cita a todos los jefes de departamento a una reunión extraordinaria en quince minutos.
—Sí, señor. —responde desde la extensión de su oficina.
Minutos después entran a la sala de juntas cada uno de los jefes de departamento de la inmobiliaria.
—Buenos días, los he citado por dos razones, una de ella debido a la baja en las ventas de inmuebles que ya debieron haberse vendido. La segunda, es que tenemos un problema a nivel financiero que no está afectando en estos momentos de forma devastadora. —expone Harris visiblemente preocupado por la situación de la empresa.
—Existen muchos factores que debemos considerar Harris —planteó Joe Gutenberg el CFO de la empresa.— El mercado inmobiliario ha ido creciendo, tenemos más competencias que meses atrás. Necesitamos hacer nuevas ofertas y más publicidad. —miró al resto de los miembros que estaban reunidos, algunos asintieron, otros mostraron incomodidad, especialmente Sarah Holder quien era la encargada del departamento de mercadeo de la empresa.
—Sí, eso sería una buena propuesta —dijo Harris, caminando de un lado a otro de la oficina. Acá el detalle es que luego de divorciarme tuve que cederle parte de la empresa a mi antigua esposa.
—¿Por qué no vendes algunas acciones y con eso recuperas algo de capital? —propuso Simons.
—No quiero perder más de lo que ya he perdido. Pienso que si logro comprarle su mitad de las acciones a Romina, podría recuperar mi empresa.
—Recuperarías las acciones pero no el capital, Harris. Yo insisto en que debes buscar algunos socios, vender algunas de las tuyas y luego que estés estable, comprarle a tu ex, la parte que tuviste que cederle. —Harris se llena de rabia e impotencia y golpea la mesa con el puño.
—No quiero vender mis acciones. Todo lo que logré hasta ahora me costó años de esfuerzo y sacrificio. Cinco años sin dejar de trabajar para que ahora todo se vaya a la mierda.
—Así no conseguirás nada —expuso Simons.
—Retírense todos, necesito pensar en lo que voy a hacer —dijo lleno de rabia, señalando la puerta a todos los miembros. Tres de ellos, se pusieron de pie y salieron sin chistar.
—Otro día en los que viene de mal humor —murmuró Sarah Holder a Bruno Ferrari, el jefe del departamento de informática.
—Sin duda —hizo un ademán con su mano izquierda— Sí no fuese tan guapo, ya habría renunciado —bromeó con su compañera— ¡Aun no pierdo las esperanzas de conquistarlo —suspiró. Ambos rieron en el pasillo.
Simons esperó a que todos salieran para conversar a solas con Harris.
—Entiendo como debes sentirte Harris, de verdad que te entiendo. Pero si me atrevo a darte un consejo es por el tiempo que llevo trabajando contigo. —Colocó su mano en el hombro de Harris— A veces hay que sacrificar un poco para obtener algo. Piénsalo bien o habrás perdido todo lo que has alcanzado hasta hoy.
Aquella situación provoca estrés y angustia en Harris, aunque ha tratado de sobrellevar la situación, se le ha hecho cuesta arriba. Regresó a su oficina, se sentó en su escritorio, revisó algunos archivos en su computador. Estaba aturdido con lo que ocurría, no lograba concentrarse en el trabajo de supervisión que debía hacer.
—Angie, venga a mi oficina por favor. —en segundos, la joven abrió la puerta:
—Permiso Sr Geller.
—Necesito que me prepares un catálogo de los inmuebles más pequeños que tenemos ubicados en la zona central.
—Como usted ordene señor —Angie se gira para salir, pero él la detiene.
—¡Aguarda un minuto! —le ordena, ella se vuelve hacia él— No quiero que nadie, absolutamente nadie sepa sobre la reunión que tuve hoy con mi equipo, mucho menos sobre lo que está ocurriendo. ¿Entendiste? —le preguntó elevando una ceja.
—Así será señor.
—Puede retirarse.
Durante la hora de almuerzo, Harris prefirió no ir a su casa, no quería llevar los problemas de la oficina, hasta su hogar. Llamó a Emily y le dio una excusa para no ir, se sentía demasiado irritado, ni sus hijos, ni su madre, ni menos la mujer que amaba merecían verse afectadas por su situación. Como sea, él trataría de resolverlo, solo.
Finalmente llegó a la mansión, minutos antes de servir la cena, Emily lo recibió con un beso, él respondió con un beso escueto. Estuvo callado y pensativo durante la cena.
—¿Ocurre algo, hijo? —me preguntó Aghata, quien lo conoce demasiado bien para no percibir su angustia.
—No, madre. No pasa nada —tomó la mano de Emily entre la suya.— Asuntos del trabajo, ya sabes retrasos de pagos de los alquileres.
—Ok mi amor. Sabes que cualquier cosa que necesites, puedes decírmelo.
—Lo sé madre —se inclinó y besó su frente.
***
La actitud algo dispersa de Harris continuaba, a pesar de sus intentos de ocultar lo que le pasa. Después que todos los invitados se marcharon, él subió hasta su habitación, se metió en el baño y duró más de veinte minutos en la ducha. En tanto, Emily terminó de acostar a los niños y regresó a su dormitorio con la intención de seducir a su amado Harris y tener una noche especial. Se desvistió completamente y se cubrió con las sábanas el torso, dejando sus piernas descubiertas y su espalda.
Harris salió envuelto en la toalla, las gotas de agua se deslizaban por su cuerpo y sus pronunciados pectorales, aquella imagen provocó deseos intensos en ella. Él se sentó en la cama, de espaldas a su esposa. Ni siquiera se detuvo a mirarla. Aún así, ella insistió en su plan de disfrutar de una noche de sexo con él; se incorporó lentamente, se acercó a él, rozando con sus pezones la espalda húmeda de su marido, se inclinó y besó su cuello.
—Me encanta verte así —susurra ella a su oído, se pone rodillas y adhiere su cuerpo desnudo al de él.
—Quiero descansar, me duele un poco la cabeza ¿me disculpas? —volteó hacia ella.
Emily se sorprendió de aquella respuesta, no esperaba que él le contestara de eso modo. ¿Acaso estaba dejando de desearla? Eso la perturba.
—¡Sí! Por supuesto —se apartó de él, se acostó de espalda a Harris, se quedó en silencio, imaginando mil razones por las cuales él estuviese actuando de aquella manera.
El silencio reinó entre ellos, esa noche. Él se mantuvo distante, pensativo. Ella preocupada y algo perturbada por el rechazo de Harris. Ambos pensando en sus propias realidades. Ella suponiendo cosas y él callando lo que le ocurría.