Llegamos al Resort y ni tiempo me dieron de llegar a mi oficina, algunos de empleados me abordaron en la recepción. Ya solo quedan dos días para que comiencen a llegar los visitantes por lo que debo ultimar detalles.
- Amanda puedes traer a mi oficina la lista de invitados con la distribución de las habitaciones que les fueron asignadas, por favor –le digo a la chica rubia sentada en la recepción que está en el lobby-.
- Ya se la envío señora White –contesta la chica-.
- Altair mi vida, ven conmigo -le pido al verla que se quedó distraída observando a algunos niños-.
- Voy –responde con tono de fastidio, pues aunque sabe que no debemos exponernos por más del tiempo necesario, ver a otros niños le hace perder toda noción del sentido de precaución que he intentado inculcarle-.
Si bien no haré acto de presencia en ninguno de los eventos que se habrán de celebrar, debo cuidar que todo quede organizado según el itinerario presentado por la empresa promotora del evento.
Todo indica que será un evento de empresas dedicadas al ramo turístico, buscan expandirse en otros lugares. Estos últimos dos años esta isla ha sido el centro de atención de algunas de esas empresas.
Últimamente estoy sintiendo que la seguridad que este lugar me ha venido aportando durante los primeros cinco años, ya no es tal. Sin ánimos de ser paranoica me ha tocado andar más escondida. Si bien esta es una isla que atrae a muchos turistas, he notado la presencia de hombres con aspecto ruso con más frecuencia, por lo que cuido más de Altair al punto de sentirla abrumada.
No es para menos, después de lo que viví antes de venirme a la isla, procuro protegerla al extremo. Gelys dejó asignado una cuadrilla de hombres que cuidan nuestros pasos desde la distancia, lo quise así para no llamar la atención, ya bastante tengo con la curiosidad que causé al aparecer por acá sola y embarazada, además de que no soy de las que frecuenta a los isleños ni anda de amiguera con ninguna chica de estos lados. Solo somos Altair y yo.
El proceso de adaptación fue duro y doloroso. Pase buena parte del embarazo encerrada en la casa, afortunadamente no me faltaba nada, Gelys cuidó hasta de que el doctor viniera a visitarme a casa por los controles del embarazo; sin embargo la el sentimiento de soledad lo pude sentir más acentuado, pasaba días llorando, con una depresión que apretada mi pecho y pulmones.
Haberme dado cuenta que realmente estaba enamorada de Aleskey fue el mayor golpe de realidad que he podido haber vivido. Hubo noches en que me odié por haber sido débil, por haberme dejado arrastrar de esa manera por un hombre que aparentemente no se inmuta ante nada. El sentir a Altair moverse dentro de mi era lo único que calmaba la tristeza y a veces me veía agradeciéndole mentalmente por haberme dado el regalo más grande que he podido lograr.
Sin saberlo, Aleskey me dio una motivación de vida. Segura estoy que de no tenerla tal vez hubiera muerto en vida de a poco. Saberme amando a un hombre que jamás me quiso y no tener una motivación real para procurar olvidar y seguir adelante, hubiera sido la muerte.
Casi me da un infarto cuando escucho el sonido de la puerta de la oficina abrirse de golpe.
- Iliang ¿qué te está sucediendo? –Altair fue quien abrió la puerta como cual huracán-.
- ¿qué te pasa niña?, ¿por qué abres la puerta de esa manera? –le pregunto mirándola molesta, si bien le dejo pasar algunas cosas, estos últimos días el nivel de malcriadez supera mis barreras de paciencia-.
- ¿No estas escuchando el teléfono repicar? –pregunta con los brazos cruzados sobre su pecho recargando el cuerpo en el marco de la puerta-, esta es la tercera vez que repica, ¿será que te estas quedando sin audición? –me pregunta mirándome fijamente arqueando la ceja-.
- ¿Dónde está el teléfono que no lo veo ni escucho? –tan sumergida estaba en mis pensamientos que me sorprendí de no escuchar nada a mi alrededor-.
Sin responderme la vi caminar molesta hasta el sillón que está en una esquina, tomó mi bolso y de allí sacó el teléfono.
- Toma –me dice dejándolo de mala gana sobre el escritorio-, te sugiero estar más pendiente de tus cosas, no siempre estaré cerca –me repite las mismas palabras que le digo cada vez que le llamo la atención por no ubicar las cosas, iba a responderle pero justo en ese momento el teléfono volvió a repicar-.
- Hola –contesto la llamada al tiempo que la miro con dureza por su forma de hablarme-.
- Pequeña ¿dónde estabas? –es Gelys-.
- Aquí trabajando pero no tenía el teléfono a la mano –le explico- ¿cómo estas grandote?
- Bien, bien ¿y mi niña? –pregunta con ternura, Altair los tiene a todos comprados, todos se desviven por ella al punto de consentirla al extremo-.
- Tu niña acaba de salir, no sé qué voy a hacer con ella, cada día está peor –le digo mostrando agotamiento en la voz-, todos los días es de discusión con ella.
- Salió a su padre pequeña, aunque te niegues a admitirlo necesitaras de él para controlarla –me dice serio-.
- ¿A qué debo tu llamada? –le pregunto cambiándole bruscamente el tema-.
- Estoy invitado a la convención que se va a celebrar en tu Resort –me sorprendo pues no vi su nombre en el primer listado-.
- No sabía –le contesto al instante que abro la carpeta que me envió Amanda-, ah ya veo tu nombre y… -las palabras murieron a medio camino, mis ojos no dan crédito al nombre que acabo de ver-.
- Si pequeña, precisamente por eso también te estaba llamando –como si leyera mis pensamientos-, Ales es otro de los invitados.
Sin responderle, dejé caer mi cuerpo sobre el respaldar del sillón, sintiendo el peso de la vida caer sobre mis hombros y un nudo formarse en el comienzo del estómago. De la impresión llevé la mirada a la puerta que permanece abierta, recordando que del otro lado permanece esa personita por la cual hui de su presencia. Sabía que en algún momento debía prepararme para la experiencia de volver a verlo, jamás pensé que fuese a suceder tan rápido.