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1555 Words
Hay un revuelo en las puertas del Cielo, los ángeles van y vienen y una investigación seria se lleva a cabo por las autoridades angelicales –Querubines y Serafines–, pero el principal revuelo tiene que ver con la llegada de un nuevo “hermano” y el encargado de recibirlo es Zadkiel. ― Cuanta emoción traen― Arina observa a todos. ― Es todo un acontecimiento el nacimiento de uno de nosotros, tal como lo es con los seres humanos ― el pelinegro sonríe viendo el cielo. En esa parte donde se encuentran solo puede verse la inmensidad del manto azul –nocturno – colmado de infinidad de estrellas, de todos los tamaños y colores, con diferentes intensidades debido al tipo de cercanía que llevan y la enorme sensación de grandeza que ello emana. ― ¿Por qué recibes tú al nuevo ángel? ― la rubia lo observa. ― Generalmente es Él quien recibe al recién nacido pero cuando las cosas lo demandan delega el honor al encargado de sección ― le sonríe orgulloso ― Nuestro hogar se divide en secciones o sectores, de acuerdo al momento, estación del año y demás; en mi caso soy encargado de la noche pues nací a semejanza de ésta y no hay otro con mis cualidades. ― Asombroso ― susurra llevando sus ojos nuevamente al manto nocturno.― El nuevo ha de ser nacido de las estrellas. ― Exacto, las estrellas deben haber inspirado a Padre para traerlo al mundo, es muy importante para mí pues es la primera vez que recibo a alguien― suspira. ― ¿No hay más ángeles nocturnos?― pregunta asombrada. ― Hay hermanos que han sido creados a base de cualidades, momentos u objetos relacionados con la noche como la luna, las estrellas, el silencio, la calma, etc. Pero nadie que sea la noche misma. ― explica. ― Solo tú ― asiente escuchando una trompeta, casi es hora. ― ¿Ya solucionaste tu problema de actividades? ― la ve serio. ― Algo así, creo que iré por la opción que sugeriste, espero que estén de acuerdo. ― se despereza en el lugar. El pelinegro asiente satisfecho de que haya tomado una buena decisión, mantiene la vista fija en los ángeles –de todos los rangos– que comienzan a llegar al lugar. Arina por su parte no ha dejado de ver a su amigo, recuerda a la perfección el momento que tuvieron estando en su cuarto y es que tiene más que claro que estuvieron a punto de besarse si su tío no hubiera aparecido para importunar el momento, si eso pasaba, ¿Qué hubieran dicho luego? ¿Sentía ella algo más por ese joven? Cuando apenas era una niña solía decir que Zadkiel era suyo y de nadie más y la enojaba de sobremanera ese amor que el muchacho llegó a sentir por Elizabeth. Creía que aquel sentimiento de propiedad que tenía hacia Zadkiel era algo propio de su niñez debido al cariño que le tenía, que con el tiempo desaparecería y lo vería como a un hermano o amigo pero… ― Casi no llego ― Ariael la sorprende para hacerla notar que el pelinegro ya no se encuentra a su lado. ― Estás algo perdida Arina. ― Si ― ríe ― Bueno esperemos que esto no demore mucho, necesito hablar con mis padres y Chamuel. ― Suerte, están muy atareados con el incidente del demonio― se encoge de hombros. De pronto el silencio reina llamando su atención, el cielo nocturno brilla intensamente y la expectación de todos le provoca curiosidad a la rubia, Zadkiel se adelanta hasta lo que parece ser una fuente y posa su mirada en el firmamento; casi de manera inmediata una estrella brillante se acerca surcando la bóveda celeste, ralentiza su andar al llegar hasta el muchacho y con el sutil toque de su dedo índice un avasallante destello provocó que más de uno tuviera que cubrir sus ojos ante la incomodidad. De repente, ante todos, un joven de unos catorce o quince años humanos –aparentemente – se yergue de manera tímida y algo curiosa, pasea sus ojos –tan claros como la luz que destelló al llegar– por el lugar y los curiosos hasta posarlos en Zadkiel. ― Bienvenido ― sonríe el joven ― Déjame ayudarte con eso ― señala al ver al chico mover incomodo las alas que aún no se han desplegado por primera vez. ― Gracias― susurra el recién llegado. El ángel encargado del recibimiento posa sus manos sobre las blancuzcas alas, su toque es casi imperceptible y de un momento a otro logra que éstas se extiendan a más no poder. Pronto todos los presentes se acercan a darle el recibimiento apropiado al más joven de la horda, los superiores se encargan de cubrir las dudas del chico y se le asigna un arcángel tutor hasta que haya aprendido todo lo necesario para sobrevivir, demás está decir que dicho joven no puede ser enviado a la Tierra ni siquiera traspasar la barrera que separa los mundos puesto que sería como darles carne fresca a los demonios que revolotean los alrededores de la g****a. ― Fue increíble, es la primera vez que veía algo así ― habla la rubia. ― Es porque siempre estas perdida en el caos de la vida humana, te pierdes de cosas bellas aquí en el Cielo, de no ser porque muchos de nosotros viajamos a misiones terrenales tú no tendrías amigos sobrenaturales ― se mofa Ariael. ― La vida humana no es caótica ― rueda los ojos. ― ¿No? ― eleva una ceja ― Hubiera jurado que eso me pareció la última vez que estuve con un custodiado. Arina se enfoca en encontrar a Zadkiel, lo observa cerca de Chamuel hablando con semblante serio, unos pasos detrás de ellos una joven ángel guardián –eso parece ser debido a sus vestimentas– observa al muchacho nacido de la noche con suma adoración y dicha acción le hace sentir extraña a nuestra rubia. Su mejor amigo se encamina hasta donde ella se encuentra seguido de la muchacha que no lo pierde de vista, Ariael saluda a ambos mientras que Arina no aparta la mirada de ella. ― Chamuel quiere hablar contigo seriamente, no lo hagas esperar cabezotas ― el pelinegro pellizca la nariz de la rubia. ― De acuerdo, iré en unos momentos ― le sonríe. ― ¿Y tú eres…? ― Mi nombre es Raquel, soy compañera de Zad en las misiones terrenales ― le tiende la mano. ― ¿Misiones? ― eleva una ceja viendo al chico ― No sabía que tenías misiones. ― Nada de gran importancia ― se encoge de hombros. ― Será mejor que vayas a ver al nuevo, quizás necesite un par de consejos de quien lo recibió ― Raquel codea a Zadkiel y este asiente sonriéndole. Arina no pasa desapercibido ese gesto ni la forma en que ambos parecen tener cierta “amistad” ni mucho menos la sonrisa de su amigo, desvía al mirada sintiéndose estúpida por permitirse sentir celos después de todo ella no es dueña del arcángel ni mucho más y ponerse en plan de preguntona no es su estilo. ― Se te cae la baba ― se carcajea Ariael atrayendo la atención de la chica. ― Silencio, puede oírte ―  responde avergonzada Raquel. ― ¿Qué? ― la rubia enfoca sus celestes ojos en la morena. ― A la vergonzosa le gusta Zadkiel ― sonríe el muchacho viendo de reojo a ambas. ― No me gusta ― lo pellizca ― Estoy enamorada de él desde el momento en que cruzamos miradas. ― suspira. ― ¿Llevan mucho conociéndose? ― pregunta Arina incómoda. ― Lo conocí unos meses después de haber llegado aquí, mis pares se reían de mi incapacidad de volar y eso me avergonzaba. Me esforcé por lograr volar como lo hacían mis compañeros en los entrenamientos pero caía, una y otra vez; un día, de rodillas sobre el fango, con mis compañeros sobrevolando me permití sentir mis primeras lágrimas de impotencia y dolor, en verdad quería ser igual a todos. ― observa al pelinegro ― Zadkiel era custodio de una niña humana en ese tiempo, se acercó a mí y me puso de pie en un solo movimiento, me sonrió como solo él sabe hacerlo y con toda paciencia me enseño a volar, días tras día. ― Ya veo ― susurra Arina. ― Es muy noble. ― Lo es, pero es la naturaleza de Zadkiel, amable, parsimonioso en demasía a veces, calmo, entero, parece que nunca pierde los estribos y todo eso me enamoró de él, me hizo verlo tal y como es, me ayudó a comprender muchas cosas de mí  y sobre todo a tener la confianza, el valor y el autoestima necesario para este trabajo que nos han conferido ― sonríe. Arina ya se encamina hacia donde Chamuel la espera, aprieta los puños molesta y masculla por lo bajo, sin que ella lo quiera la morena le ha sentado mal, especialmente la forma familiar y soñadora con la que se refiere a Zadkiel; para ella está más que claro la forma de ser del joven, lo conoce mucho más y desde hace más tiempo, conoce cada faceta de él e incluso sabe identificar las emociones de Zad sin tener que preguntar; entonces, ¿Por qué se siente molesta? ¿Por qué se siente amenazada cuando Raquel habla de Zadkiel? Sacude la cabeza, necesita tener la mente en claro y despejada para poder hablar con su superior y sus padres sobre lo que hará el resto de su vida, ya tendrá tiempo de pensar en cómo lidiar con los nuevos sentimientos y la nueva amiga de su mejor amigo.  
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