Emilia y Thomas El día transcurrió sin problemas. Claro con los típicos chismes de oficina, más o menos sabia en quien podíamos confiar y en quien no, dado que yo casi nunca iba a las oficinas y no los conocía, pero obviamente a leguas se nota a las chismosas y ardidas que me llamaron la “amante del dueño” La principal fue: Fabiola la secretaria de mi padre que no me había reconocido, no la culpaba, pero si me dio coraje al escucharla, pero le reste importancia. Me reí a carcajadas abrazando a Thomas, al no poder mantenerme erguida al reír tanto, mi estómago iba a doler eso era seguro. ¡Thomas has escuchado! Ahora soy la amante de mi papá, que absurdo han dicho, porque siempre hablan sin pensar o informarse mejor, pero para mí más “publicidad” decía ya sin aire de tanto reír.