¿Amigo o enemigo?

1627 Words
Razif la mira fijamente, está serio, Delfina se tapa con la sábana y vuelve a temblar. —Buenos días, ¿Has dormido bien? —le pregunta sin cambiar de expresión. —¿En serio te importa?, ¿Por qué me has traído así?, ¡Solo tenías que llamarme! —Quiero que entiendas que no puedes hacer lo que te dé la gana, soy tu jefe, y harás lo que yo te diga, espero que mis hombres no te hayan hecho daño. —No han sido muy delicados, la verdad —le contesta frotándose los brazos. Razif mira los pequeños moratones que le han hecho. —Pagarán por eso, fui muy claro cuando dije que no te lastimaran. —Nadie pagará por nada, ¿Cómo esperabas que me trajeran a la fuerza sino? —Tienes razón, seguramente pusiste resistencia, sabía que eras muy terca. —¿Pero qué persona en su sano juicio no intentaría huir si la secuestran? —le pregunta furiosa poniéndose de pie al salir de la cama. El brillo en los ojos de Razif cambia al verla semi desnuda, también se pone de pie, y se acerca a ella, la joven da pasos hacia atrás. —No te acerques más —le ruega. —¿O qué? —le pregunta sonriendo. —O olvídate de que encuentre al tal Gabriel. —Haras lo que te ordene, te guste o no, y seré realmente generoso contigo, dentro, y fuera de la cama. —¡Ja! —se rie dramatizando el gesto —¡Ni loca me acuesto contigo! —Tampoco te he preguntado... —Eres insufrible —le responde ella. Razif se acerca más y más, está tan cerca que escucha el corazón de Delfina latir a toda velocidad, pero se detiene al recibir una bofetada de la joven. —¡Para!, ¡No me toques! —le grita. Él se frota la mejilla suavemente, sonríe y con un ágil movimiento le da la vuelta y la coloca contra la pared. —¡Suéltame!, ¡Iré a la policía! —grita intentando soltarse. —No lo harás, ahora eres mía —le dice Razif pasando la mano libre por el vientre de la joven, sube por las costillas hasta llegar a su pecho. Sin querer, Delfina gime al notar el contacto en el pezón por encima de la tela, vuelve a intentar soltarse. —¡Secuestro y violación!, ¡No verás más la luz del día! —le grita. Razif le da la vuelta y la aplasta más contra la pared y la mira más serio todavía. —Ya te lo he dicho, no harás nada —le dice justo antes de agarrarla de la nuca y besarla apasionadamente. La devora con fuerza, es un beso desesperado, o al menos lo parece, Delfina intenta separarse de él, pero es más fuerte y grande. Cuando la suelta por fin, lo vuelve a abofetear, se queda congelada mirándolo, igual que él a ella, la sensación de que él corazón va a acabar saliéndose del pecho la acalora. —¿Por qué haces esto, eh?, ¿Por qué? —le pregunta desesperada. —Porque no puedo pensar en otra cosa desde que te probé en el avión —le responde él, extrañamente, confuso. El silencio se apodera de la habitación, Delfina no sabe que responder, él está luchando en su interior, lo que al principio fue atracción, pasó al deseo, y ahora, pura obsesión. —Cambiate, el equipo vendrá en diez minutos —le ordena Razif rompiendo el tenso momento. —No tengo ropa, tus hombres me trajeron tal cual me ves —le contesta ella. —Demasiada ropa, la próxima vez les pediré que te desnuden primero —dice con un tono burlón. —No es momento para bromas. —No estoy bromeando, lo haría, pero ahora tenemos algo que hacer, usa ropa del armario, la he comprado para tí. —¿Qué? —dice con la voz cortada. —He dicho que... —¡Ya, ya!, lo tuyo no es normal —le contesta frustrada. —Vamos, cambiate —le ordena de nuevo. —Vete y lo haré. —No, ahora, quiero verte. —Entonces tendrás que aceptar a que el equipo me vea así, no me cambiaré mientras estés tú aquí. —¿Crees que me importa? —le pregunta acercándose —Pueden verte, pero no tocarte. Delfina siente un extraño hormigueo en el vientre, no sabe si es miedo, o por la cercania, no debería excitarse con su secuestrador, pero lo hace, o se va pronto, o caerá en sus redes de don Juan. —Por esta vez te permito tu deseo, pero la próxima..., te desnudaré yo mismo —la amenaza cogiendo el tirante del sujetador y bajándolo por su brazo. Lo suelta y camina hacia la puerta, sale, dejándola respirar de nuevo. —Debí quedarme en España —se dice pensando en que esto superaba la idea de una aventura. Obedece segura de que cumplirá su amenaza, abre el armario y selecciona un pantalón fino n***o y una camiseta de manga corta blanca, entonces ve la etiqueta, "¿Cómo no lo he visto antes?, piensa. Revuelve todo, cada detalle tiene su etiqueta, hasta los calcetines, eso debe hacerle costado una fortuna, ¿Por qué lo hace?, ¿Acaso planea retenerla mucho tiempo? Ya cambiada y llena de intrigas, llama a la puerta, pero nadie contesta, gira el pomo y la puerta se abre, esa vez no habían cerrado. Baja por la escalera siguiendo las voces, un hombre le indica que pase a la sala en la que conoció a esa mujer, la que ahora sabe que es prima de Razif. Al llegar observa un grupo de personas, van vestidos informales, vaqueros y camiseta, también hay una mujer, más o menos calcula de unos cuarenta años, viste con un pantalón estilo militar y una camiseta negra. —Aquí estás, os presento a nuestra hacker, Delfina. —Un placer, ya teníamos ganas de ponerte cara —le dice uno de los hombres. —¿No es demasiado joven? —opina la mujer. —Es la mejor, créeme —responde Razif. —Gracias por lo de joven —le dice Delfina sabiendo que no le quedará más remedio que cumplir con el trabajo, tal vez así le dejé irse. —Bueno, al menos es simpática, espero que seas buena con la informática. —Como ya ha dicho él, la mejor —le sonríe orgullosa. No miente, pocos saben tanto de ordenadores y sistemas. —Pasemos al comedor a preparar los detalles, he pedido un almuerzo —les ofrece Razif. Todos caminan hacia esa habitación, asombrandose al encontrar la mesa llena de comida, hay tostadas, frutas, canapés y carnes estofadas. —¿Esto es un almuerzo en tu país? —le pregunta un hombre del equipo sonriendo. —Dicen que se trabaja más agusto con el estómago lleno, veremos si es verdad —le devuelve la sonrisa. Delfina lo mira, no parece el mismo hombre que conoció, el altanero de su oficina en España, ni tampoco el dominante del avión, y mucho menos el posesivo de esa misma mañana. Justo él gira la cara y da con sus ojos, se miran fijamente unos segundos, hasta que los interrumpe la mujer. —Yo me llamo Guadalupe. —No tienes nombre de argelina. —Porque no lo soy, yo soy uruguaya, y al igual que tú, trabajé de informática, pero es un trabajo que me acabó cansando, necesito más acción. —Ya, te comprendo muy bien, a veces pienso lo mismo, pero entonces conocí a Razif, y esa tranquilidad me empieza a parecer muy segura. —Es muy intenso, sí —coincide Guadalupe riéndose. —Delfi, ven, esto es tu parte del trabajo —le informa un hombre del equipo. Se da cuenta de la mirada asesina que recibe de Razif al llamarla así, Delfina sonríe y va al hombre sin corregirlo, satisfecha de la venganza indirecta. —Soy Pablo, encantado —se presenta. —Un placer, ¿De qué especialidad eres tú? —Yo soy el conductor que os guiará por el edificio. —Perfecto, espero que no me pierdas —bromea Delfina queriendo molestar más al jeque. —Tranquila, si lo hago yo mismo iré a buscarte. Delfina levanta la vista para ver la expresión de Razif, este tiene los puños haciendo fuerza, intenta controlar su impulso dominante, feliz con el resultado sonríe, puede que la tenga en su poder, pero ella no va a darle el gusto de que sea tan fácil. Comen mientras preparan cada detalle, tras tres horas han acabado esa parte del trabajo. —Bueno, ya está, cuando tengamos el material os llamamos, por cierto, necesitamos tu número de móvil también por si surge algo. Razif la mira, ella lo mira a él, podría decirles la verdad, que al gran jeque se le han cruzado los cables y la ha secuestrado, pero no lograría nada con ello. —Llamarme a mí, es mi invitada, así que estaremos juntos —contesta Razif finalmente. —Está bien, os mantendremos al tanto entonces, nos vemos pronto —se despiden. Una vez solos, Delfina se acerca a él. —Necesito mis cosas, mi jefe me estará llamando, y tengo todo en mi portátil. Razif la atrae hacia él con un movimiento rápido y la mira a los ojos. —Que sea la última vez que tonteas con otro hombre, ¿Queda claro?, no lograrás que pierda la compostura delante de los demás, pero sí que pierda la cabeza cuando esté a solas contigo —le avisa mirando los labios. —Primo, ¿Ya has acabado? —interrumpe su prima. Suelta a Delfina, ella se frota los brazos y lo mira, ¿Quién es Razif Teiyan?
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