CAPITULO 4: La cabaña del amor.
═══════ • ♥ Sienna ♥• ═══════
A eso de las tres de la mañana, vuelvo a casa en mi Jeep, no he tomado más que tres copas de champagne y antes de conducir esperé más de una hora para que los bajos niveles de alcohol de mi sistema desaparecieran, podría haberme ido caminando o en alguna limusina de las tantas que estaban disponibles para llevar a los invitados a sus hoteles, pero preferí no ocupar ninguna e irme sola.
Quienes si aprovecharon de las limusinas patrocinadas por Gio, fueron Alex y Billie, a quien nuevamente me encontré cuando estaba subiendo a mi Jeep. Billie fue la primera en verme y tomando la mano de Alex corrieron hacia mí, suspiré hondo antes de mostrarle una sonrisa y esperar hasta que llegaran a mi lado, dejando la puerta de mi Jeep abierta para no parecer desinteresada si me subía sin darles la atención necesaria.
—Señorita Sienna…
—Llámame solo Sienna, por favor, eso de señorita no va conmigo —ella rio encantada con que la dejara ser informal conmigo y es que yo siempre he preferido que mis clientes y yo nos sintamos en el mismo nivel.
—¿Tampoco señora Sienna? —rio negando con mi cabeza divertida.
—¡Mucho menos! —ella asiente y me atrevo a mirar a Alex, esta distraído mirando mi Jeep y sonrío con suficiencia y un poco de ego, yo amo mi auto, realmente lo hago y me siento muy orgullosa cuando veo que lo miran de esa forma.
No será un carro de lujo como se esperan todos que yo tenga y tampoco es un carro muy femenino como me dijo Gio cuando me vio llegar en él, pero es mi sueño hecho realidad y me encanta romper estereotipos tan banales como el de un auto.
—Lindo auto —dice luego de un tiempo en el que Billie y yo conversamos sobre la cita para el diseño que aun no se le dio ya que continuamos la fiesta sin hablar de trabajo.
—Gracias —mi sonrisa es grande y muy sincera. Admito, mi debilidad son los autos de este tipo y ver que lo admiran me derrite el corazón.
Sé que es algo muy básico decir que amo este auto, pero realmente lo hago y me encanta demasiado, para otra persona uno de sus sueños será viajar por el mundo, tener hijos o cosas por el estilo y uno de los míos era tener este auto y desde que lo tengo me siento muy feliz conmigo misma y es mi recordatorio de que yo puedo con todo y es quien me ha llevado a lugares increíbles y me muestra paisajes espectaculares y me enseña que hay un mundo inmensamente gigante por descubrir ante mis ojos.
—¿Es tuyo? —pregunta ella.
—Si, es mi bebé —acaricio mi auto cual cachorro, Alex sonríe de medio lado mientras que Billie enarca una ceja.
—¿Y tienes conductor?
—No, solo lo conduzco yo, no dejaría que nadie más lo haga.
—Me imaginaba que siendo tu tendrías un Ferrari con chofer incluido.
—No me gustan esos autos, los prefiero así, grandes, fuertes, rudos, dispuestos a toda la diversión… Aburrido, le quitan lo divertido a la vida.
—En eso tienes razón, a mí también me gustan los autos con personalidad, los autos deportivos podrán ser muy de lujo y sofisticación y alcanzar velocidades increíbles, pero un todo terreno como este Jeep es simplemente impresionante. Has elegido muy bien.
—Ay si claro, lo dice el señor que tiene un Porsche. —Él se encoje de hombros.
—Yo soy más de motos, pero…
—¡Las motos son horribles! —exclama ella y él me mira señalándola.
—Pasa eso con todos los que conozco —sin que ella mire me dice mujeres y yo suelto una carcajada —así que no he podido tener una.
—A mi me gustan las motos —comento —¸ en realidad me gusta mucho la aventura, por eso mi auto es un Jeep, no me serviría un Porsche teniendo en cuenta de que tengo una cabaña a las afueras de la ciudad y el terreno para llegar es irregular y solo este bebé puede entrar allá.
—¿Y qué tipo de moto te gustan? —pregunta y yo me dispongo a hablar, pero Billie me interrumpe.
—Ya se hace tarde y la verdad solamente quería decirte que si puedo pasar en unas horas para que me sea asignada la cita para el vestido de novia.
Muerdo mi labio inferior y me quedo con muchas cosas para hablar acerca de la aventura, pero entonces pienso que puedo hacer que esa conversación vuelva a nacer si hago que vayan hasta mi cabaña.
Vamos, llevo un montón de tiempo sin ir allá y realmente me gustaría despejar un poco mi cabeza de la ciudad e ir fuera de la ciudad es la excusa perfecta para hacerlo y más si así puedo conversar más con Alex, pocas veces tengo la oportunidad de que alguien entienda mis gustos.
—De hecho, en unas horas iré a mi cabaña ya que allí tengo unos cuantos bocetos que he hecho —y es verdad.
Cuando iba a la cabaña con Matteo y como estaba tan enamorada, comencé a dibujar vestidos de novia porque yo me quería ver en uno y así descubrí que tenía talento para ello y me gustaba que mi estilo fuera parte importante de las mujeres, así que allí están muchos de mis bocetos sin ver la luz del sol y le serviría a Billie de inspiración.
—Pueden ir mañana y allá hacemos la reunión, justo esta semana mi agenda no es un caos por lo que me estoy tomando estos días libres, pero solo por hacer a una novia feliz los puedo posponer.
—¿De verdad? —asiento con rapidez —¡Si, por supuesto!
—Genial, entonces… —me subo a mi auto y busco una agenda y un lapicero para anotar la dirección —, lo hago rápidamente y vuelvo a bajar de este —. Esta un poco retirado, pero el lugar es increíble, pueden llegar en lancha desde el muelle que esta solo a quince minutos de acá, porque como les comenté, no es fácil llegar y menos sin un bebé de estos.
—Tu tranquila, nosotros llegamos porque llegamos —comenta —, ¿Te parece bien en horas de la tarde? Es que ya casi amanece y debo dormir bien o me saldrán unas ojeras horribles y nadie querrá contratarme nunca más.
—Y no queremos eso, por supuesto. A cualquier hora estará bien, estaré allí un par de días.
—Muchas gracias por esto, de nuevo. Realmente estas haciendo mi vida más feliz.
—Aun no he hecho nada —digo riendo con suavidad —, pero espero poder hacerte muy feliz. Ahora, tengo que dejarlos.
—Descansa, nos vemos pronto.
—Igual ustedes.
Subo a mi auto y lo enciendo, los miro de nuevo y me despido con un gesto de mano, Alex me guiña un ojo y yo nuevamente me sonrojo. Dios, ¿acaso no he visto ningún hombre como él?
«No, no lo has hecho
Bufo y emprendo camino a mi cabaña, cuando salgo, veo que dos guardias me siguen en un auto a cierta distancia prudente, bajo el vidrio para poder hablarles y decir que no voy a casa, que voy a la cabaña.
—La seguimos.
Continuo mi camino, podría haber ido a esta hora a mi casa a descansar, pero realmente necesito escapar de estas paredes de cemento, necesito olor a madera, a pinos, jazmines y el inigualable olor a rio.
Me espera un largo camino, pero mientras conduzco voy cantando canciones a todo pulmón sacando esos miedos que me dan al regresar a ese lugar, pero nada malo puede suceder ahora. No voy a volver a bajar nunca la cabeza ante un hombre y tengo un equipo de seguridad tras de mí. Todo estará bien.
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Al llegar a la cabaña, todo se siente perfectamente bien, el aroma que desprende este lugar es fascinante, la frescura de las afueras es simplemente majestuoso.
—Señora, vamos a revisar los alrededores y pasar la noche cuidándola, le recomendamos que active la alarma y si pasa algo mínimamente sospechoso nos informe de inmediato, así sea solo un gato que la asuste, por favor avísenos.
—Lo haré, gracias.
Han revisado la cabaña antes de yo entrar, es un lugar demasiado pequeño, consta de dos pisos, en el primer piso esta la cocina, sala de estar amplia con paredes de vidrio y una vista directa al muelle que me pertenece, allí esta el yate y estoy rodeada de pinos y una zona boscosa. Hay también un baño de invitados, una zona de lavado, un cuarto muy pequeño que era de servicio, pero lo adecue para que fuera de visitas y por ultimo esta el garaje que ahora mismo protege a mi bebé.
En el segundo piso solo hay una habitación y su respectivo baño, tiene una vista increíblemente espectacular. Junto a la gran ventanal tengo una pequeña biblioteca y un banco tipo pff colgante muy lindo en donde paso horas y horas leyendo mientras escucho es sonido del rio.
—Pueden turnarse en la habitación de invitados para que descansen y en el cajón hay capsulas de café para que preparen lo que quiera, yo me iré a descansar que vengo agotada.
El amanecer ya se esta alzando en lo más alto y cuando voy a la habitación, me quedo unos cuantos minutos admirando el paisaje antes de dejarme vencer por el sueño.
Duermo prácticamente toda la mañana y al medio día despierto muerta de hambre, es un lugar en el que o pescas tu comida o vas por ella hasta la civilización más cercana que queda a una hora pues en este lugar y no hay manera de que pueda pedir domicilio.
Si alguien busca privacidad, este es el lugar perfecto.
Gracias al cielo yo tengo unas excelentes personas que me ayudan en el lugar y cuando voy al primer piso luego de darme una ducha refrescante, hay un delicioso almuerzo esperándome.
Me termino el almuerzo y salgo a recorrer un poco los alrededores para respirar el aire puro, al volver a casa a eso de las tres y media de la tarde, decido ir en busca de los bocetos guardados pues estoy estimando que en unas cuantas horas Billie y Alex llegarán.
También mando a los guardias de seguridad a que se vayan a descansar a sus hogares, por ahora no corro ningún peligro y ya he visto que Matteo no ha intentado nada y dudo que lo haga. Además, recibiré visita por lo que no me voy a quedar sola.
Me preparo una taza de café y dejo los bocetos en una mesa frente a la ventana, me siento con mi café allí mirando por el ventanal y de vez en cuando dibujando uno que otro diseño que no me gusta tanto.
Poco tiempo después escucho el rugido de una moto, al principio me lleno de temor cuando veo que esta llegando alguien, mi primer pensamiento es que estoy sola y no tengo como defenderme ante un hombre como Matteo, estoy quejándome de que odio que mi vida llegue a su fin de esta manera mientras intento buscar mi teléfono móvil para pedir ayuda, pero entonces veo que la persona que se baja de la moto es Alex cuando se quita el casco.
El alma vuelve a mi cuerpo y salgo a su encuentro.
—¿Y Billie? —pregunto mirando la moto, no hay nadie más que él.
—Hola a ti también —sonríe de medio lado, no sé como lo hace, pero su sonrisa es perfecta y encantadora.
—Hola —mi voz es tímida y estoy consciente de que mis mejillas se sonrojan cuando lo veo acercarse a mí. —¿Y Billie?
Se acerca a mí con lentitud y besa mi mejilla a modo de saludo, las piernas me empiezan a temblar.
—Te envía disculpas por no poder venir, comenzó a sentirse mal de repente y no pudo ni levantarse de la cama.
Frunzo mis labios y lo miro de arriba abajo, tiene un pantalón n***o lleno de lodo y me doy cuenta de que su lado derecho también lo está, muerdo mi labio inferior dándome cuenta de lo que pasó.
—Linda moto, ¿te fue difícil llegar hasta acá en ella?
Él se mira desde los pies y suelta una carcajada que debo admitir que suena muy linda.
—Una La BMW R 1250 GS Adventure, digamos que no soy un experto en ellas y definitivamente esta difícil llegar acá. Espero no me cobren una multa muy alta los del alquiler cuando la devuelva, creo que se dañó un poquito.
—¡Lo sé! Pero no tenias que venir si Billie no lo hacía, a fin de cuentas, ¿a quién le voy a tomar las medidas? Y por cierto, ¿te lastimaste mucho? Ven, entremos.
Camino a paso rápido, esta haciendo un clima más bien friolento y no me gusta mucho que digamos. Alex camina tras de mí y entra a mi cabaña.
—Billie ha enviado las medidas en una hoja —comenta quitándose la chaqueta que veo es demasiado pesada, ha de ser de esas para moteros que cuestan un ojo de la cara.
No quiero repetir el hecho de que eso pudo habérmelo enviado por un mensaje de texto, ya está acá y tampoco voy a ser una grosera en decirle que se vaya de mi casa, a fin de cuestas fui yo quien lo invitó.
—Y tu como buen novio vienes a hacerla feliz —él sonríe y asiente, veo que hace una mueca cuando mueve el hombro hacia atrás. —¿Necesitas hielo o algo? La verdad no sé mucho de primeros auxilios o qué hacer si tienes el hombro dislocado… Por favor no tengas el hombro dislocado porque me desmayo acá mismo si veo un hueso en otra posición.
Alex vuelve a reír.
—Tranquila, no tengo ningún hueso fuera de su lugar —suspira y observa alrededor —, me gusta, es muy acogedora.
—Lo es, te daría un tour, pero creo que ya lo estas viendo todo, no es muy grande y arriba solo hay una cama —de nuevo su sonrisa causadora de mini infartos vuelve a salir.
—Me alegra verte de nuevo, ¿sabes? Ese primer encuentro fue bastante… intenso.
—Oh dios, no tenías que mencionarlo, habría sido todo menos incomodo si no lo recordaba.
—Creo que coincidimos en que fue algo inolvidable —comenta con una sonrisa.
—Por supuesto que lo fue y perdóname por ello, estaba tan emocionada que no lo pensé, quise ir a disculparme ese mismo día, pero luego no te encontraba y me dijeron que ya te habías ido y nunca más te volví a ver.
—Hasta ayer.
—Hasta ayer… ¿El mundo da muchas vueltas, no? Supongo que Billie no sabe que nos conocemos, sería bastante incomodo que yo, la mujer que de la nada besó al hombre que sería su prometido años después, le haga su vestido de novia.
—Correcto, ella no lo sabe y cuando me comentó el nombre de la diseñadora de vestidos de novia que tenía en mente, supe entonces que nos volveríamos a encontrar y sé que has pensado que no tenía que venir, que un simple mensaje habría bastado, pero tenía dos excusas para venir de igual forma.
—¿Cuáles dos excusas? —pregunto bastante intrigada por ello.
—La primera es que dijiste que yo no confiaba en ti y es una completa mentira, lo hago al cien por ciento, puedes creer en mi cuando te digo que he estado al tanto de cada logro que has tenido a lo largo de estos años, digamos que he sido tu admirador en silencio —mi boca se abre ante sus palabras.
—¿Tu?
—Bueno, una mujer hermosa me cautivó un día con un beso cual película romántica y quería saber de ti…
—Vaya, jamás me habría imaginado eso —hace una mueca con sus labios.
—Comprenderás que soy un hombre muy ocupado y bueno, no quería enviarte un correo o una simple llamada, quería poder verte de nuevo y decirte que te admiro, eres joven, una prodigio de la moda, talentosa y besas increíble.
—Omitamos lo último por favor —llevo las manos a mis mejillas ocultando mi sonrojo, lo escucho reír con fuerza y yo miro al suelo apenada.
—Y segunda excusa… Quería verte.