CAPITULO 8: Pobre ilusa
SIENNA
Han pasado tres días desde que estoy confeccionando el vestido de novia para Billie, las telas me llegaron ese mismo día en horas de la tarde y de inmediato comencé a trabajar cortando a las medidas y comenzando a realizar mi maqueta, mi maniquí se llama Aurora y es quien hasta ahora ha usado el vestido más costoso que he hecho hasta el momento.
Aun parece un pedazo de tela sin pies ni cabeza, pero yo ya le estoy comenzando a ver la forma que quiero, por ahora puedo decir que llevo un treinta por ciento adelantado y es un gran avance teniendo en cuenta de que cada pequeña cosa que he hecho han sido con mis propias manos y no con máquinas, las cuales sí, me facilitan el trabajo cuando son producciones en masa, pero esto es diferente y estas telas no pueden ser pasadas por maquinarias, mucho menos los hilos de plata pueden pasar por donde ha pasado algo corriente.
Miro hacia la puerta de mi oficina cuando escucho dos golpes, veo el cabello rizado y muy oscuro de Amelie.
—¡Hola, jefe! ¿Puedo pasar? —la alegría de Amelie es contagiosa y le sonrío haciendo un gesto con mi mano para que pase, no puedo hablar ya que tengo un alfiler entre los dientes y no lo quiero perder.
—¿Estas muy ocupada? Es que necesito decirte algo con urgencia —hace un gesto de terror y me asusto, tomo con cuidado el alfiler de mi boca y lo dejo en la pequeña esponja que tengo amarrada alrededor de mi muñeca.
—No me asustes, cualquier persona me puede hacer una mueca de terror menos la de contabilidad —digo con miedo y ella ríe —, no me des estos sustos que a mi edad ya me dan infartos y no quiero morir joven.
—En teoría a cualquier edad le puede dar un infarto —comenta y la miro entrecerrando los ojos.
—No lo alargues más, dime —le pido mientras observo mi creación desde un poco lejos para admirarlo por completo.
—Es bellísimo, ¿es el del multimillonario guapo que ví el otro día?
—Es el de su novia, si —respondo en un gruñido.
—De él tengo que hablarte —la miro rápidamente.
—¿De él? ¿De Alexander Wright? ¿Por? —pregunto sin respirar siquiera y ella ríe con fuerza, abre su agenda y saca el cheque que reconozco con facilidad —, imposible que no tenga fondos.
—No es eso, de hecho tiene muchísimos, pero para hacer pagos de más de un millón de euros debe ir él mismo a firmar en el banco.
—¿Qué? ¿Y desde cuándo? —acaricio mi frente y me pincho con uno de los alfileres —¡Auch!
—Ay, jefe, ten más cuidado —dice, pero termina riendo —. Es algo que se pide siempre —hace una mueca al continuar con el tema. —Les he dicho a los del banco que él lo autorizó y que es un hombre muy ocupado como para tener que viajar a otro país solo por una firma, pero entonces ellos me dijeron que él lo sabe, por eso los hombres que mueven tanto dinero no dan solo un cheque, dan mínimo 3 para esta cantidad y él no lo hizo y que no hay manera de que envíe la firma digital para evitar algún hackeo o que lo haga en otra sucursal fuera del país, que debe ser en el mismo banco en donde se desembolsa el dinero. O en su defecto, romper este y hacer otros tres, pero da lo mismo porque igual tiene que venir a entregarlos en persona.
Frunzo mi ceño mientras analizo sus palabras, teniendo en cuenta que Alex lo sabía… ¿Lo hizo a propósito?
Nah, no lo creo.
Seguramente se le olvidó en ese momento o algo por el estilo.
—O él no quiere pagar o quiere venir a ver cómo va el vestido, porque supongo que ha de ser un hombre bien controlador, al fin de cuentas es su dinero el que esta puesto en manos de un vestido precioso que debe estar listo en tiempo récord.
«O quiere verme»
Alejo esos pensamientos de mi cabeza y solo me quedo con que tiene que haberlo olvidado, tal vez por la emoción del momento o algo así, no lo sé, pero después de lo que dijo es imposible que sea por mí.
—¿Entonces tendré que llamarlo yo, no? —Amelia muerde su labio superior haciendo una mueca graciosa y asiente repetidas veces con su cabeza.
—Es lo más sensato teniendo en cuenta de que hasta el momento todo se ha pagado con el dinero de la empresa y digo, estamos lejos de los números rojos, pero personalmente no me gusta ver que hay tanto movimiento en la caja.
Le doy la razón a Amelie y me dirijo a mi computador para sacar la información personal de mi ultima cliente, Billie. No solo tengo los datos de ella sino de una de sus mejores amigas y por supuesto que también están los de Alex.
Yo, hasta el día de hoy, no me atrevía a tomar su número, se me hacía muy osado de mi parte así que simplemente ignoré que estaba allí, pero como es una urgencia en este momento, debo dejar a un lado mi timidez y llamarlo.
—Dile que eres tú, puede que no responda al ver un numero del extranjero.
—Me imagino que recibe más llamadas del exterior que de su propio país, pero responderá, él ha guardado mi número, se lo di hace varios días.
Amelie sonríe feliz de aquello y espera pacientemente a que yo marque el numero de Alex y lo hago desde mi numero personal porque es el que él tiene en sus contactos.
No responde.
—Intenta otra vez, seguramente esta ocupado, pero si ve que insistes es porque es importante.
—Okay.
Intento una segunda vez y nuevamente me envía el buzón de voz y bufo molesta.
—Vamos de nuevo, la tercera es la vencida.
Con un poco de molestia vuelvo a marcar su número y milagrosamente después de cinco tonos responde la llamada.
—¿Hola?
—Hola, Alex —digo con una mueca parecida a una sonrisa, escuchar su voz por medio del teléfono se siente exactamente igual a tenerlo de frente y muy cerca.
—Si hola, ¿con quién hablo? —pregunta y abro mi boca con sorpresa.
—Soy yo…
—Esto… ¿quién es yo? —frunzo mis labios y siento que mis mejillas se ponen rojas, Amelie me hace señas para que siga hablando y yo respiro hondo antes de hablar.
—Sienna Thompson, diseño el vestido de novia para tu prometida —digo despacio para que lo entienda bien.
—¡Ah, hola! ¿Cómo estás? ¿Todo bien?
—Si, te llamo porque hubo un problema con el banco y no pueden depositar si no tienen una firma en persona tuya, ¿podrías venir en unos cuantos días?
Escucho una maldición de su parte y supongo que esa es mi confirmación para comprender que no lo hizo por mí, que realmente lo olvidó. No me afecta en nada saberlo, pff, no me había emocionado.
«Si lo habías hecho»
Cállate.
—Tengo que hacerlo de todas maneras, ¿no?
—Si porque no podemos continuar sin al menos la mitad del valor total del costo del vestido —comento y Amelie aplaude suavemente para apoyarme, ruedo mis ojos y tapo la bocina para que no me escuche reír. —Eres una tonta.
Le susurro a Amelie quien ríe de mi chiste, Alex no habla durante unos cuantos segundos y debo carraspear mi garganta para hacer que regrese a la llamada.
—Voy a revisar mi agenda y estaré allí lo más pronto que pueda, ¿vale?
—Esta bien, gracias.
—A ti.
Termino la llamada de repente sin siquiera despedirme o desearle un lindo día, Amelie me mira con las cejas levantas y deja con suavidad el cheque en mi escritorio.
—Todo tuyo hasta que yo lo pueda usar —dice.
—Claro, a ti solo te interesa el dinero —le digo con tono de burla, ella me guiña un ojo y camina en dirección a la puerta.
—Es mi motivación diaria, vivo y respiro dinero —me lanza un beso que le devuelvo —, sigue trabajando que eso se ve complicado y deja de hacerte daño con los alfileres.
—Trataré, pero no prometo nada.
Niega con la cabeza riendo mientras sale de mi oficina, suspiro profundamente y continuo mi arduo trabajo. Ay, Alex, que tonta fui al creer que habías guardado mi número.
Pobre ilusa.
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ALEX
—Sigo sin entender a que se supone que estas jugando, no terminas el compromiso, pero tampoco dejas de pensar en la rubia que te esta volviendo loco.
Me encojo de hombros ante mi mejor amigo, le he contado que espero una llamada de Sienna porque hice algo y si o sí me tiene que llamar, no le queda de otra.
—Yo sinceramente tampoco lo entiendo, le he dicho que había sido un error decir aquello, pero entonces luego la vi mirarme de esa forma en la que sentí que podría saltarme encima nuevamente y la dejo hacerlo sin problema, no puedo pensar eso, ¿verdad? Estoy a punto de casarme y no puedo estar fantaseando con una mujer tan hermosa como ella.
—No, además si lo que me cuentas es cierto, ella tal vez no este lista para una relación, mucho menos para jugar a ser la segunda, debes tener en cuenta de que alguien le hizo daño y ella esta muy prevenida con eso.
Suspiro pensando en que tiene toda la razón del mundo, le ofrecí mi ayuda porque realmente quiero hacerlo, me pongo la mano en el corazón cuando digo que me gusta apoyar a las mujeres que alguna vez fueron victimas de abuso por parte de cualquier persona, en especial aquellas que sufrieron abuso en sus hogares por parte de los hombres que juraron amarlas y respetarlas, que yo quiera buscar nosequé en Sienna, también se puede traducir en que no la respeto y no es verdad, lo hago y por eso me he contenido con tantas fuerzas todos estos días aun cuando se me es tan imposible no flaquear ante ella.
—Pues quiero creer que ya esta mas que superado…
Aunque el recuerdo de su voz roto diciendo «Tengo miedo» es algo que me sigue matando cada vez que lo pienso.
Mi teléfono suena y el nombre de Sienna se ilumina en la pantalla y salto del sofá de mi terraza en donde estoy pasando el rato con Duncan, literalmente solo estaba esperando esta llamada, no entiendo porque tardaron tantos días, creí que ese mismo día en la tarde me llamarían, pero no lo hizo hasta hoy, supongo que no quería verme o no tenía la valentía de hacerlo hasta hoy.
—¡Por fin! —Le muestro a Duncan la pantalla de mi celular y él levanta una ceja asombrado, estaba incrédulo sobre si me llamaría o no. Pongo mi celular en la mesa auxiliar y me quedo mirando como el nombre sigue en la pantalla.
—¡Pero respóndele! —exclama mi mejor amigo y yo niego.
—Tiene que desesperarse, no voy a responder a la primera llamada, esperé mucho este momento.
—No seas idiota, respóndele o no volverá a llamar —la llamada termina y diez segundos después suena nuevamente, miro a Duncan con una sonrisa.
—Me esta llamando por un tema muy importante, ella no puede simplemente dejar de llamarme —él rueda los ojos y vemos como después de un tiempo la llamada termina. —Cuando llame de nuevo si le responderé.
—No va a…
Tomo el celular de nuevo cuando su nombre, hermoso nombre por cierto, aparece otra vez iluminando mi pantalla, espero unos cuantos segundo y respondo.
—¿Hola? —pregunto nada más responder.
—Hola, Alex —escucho su dulce voz a través del altavoz del celular y contengo un suspiro, tiene una voz bastante suave y armoniosa.
—Si hola, ¿con quién hablo? —pregunto y escucho a Duncan maldecir ante mi mentira, ahogo una risa cuando escucho que parece sorprendida.
—Soy yo —respondo y esta vez suelto una pequeña risa alejando mi celular para que no la escuche, es tan tierna.
—Esto… ¿quién es yo? —Duncan sigue negando con la cabeza y llamándome hijo de puta por estar fingiendo no saber con quien hablo, le guiño un ojo mientras lo tranquilizo. Sé lo que estoy haciendo, ella no dejará de pensar en mi durante esta semana, lo aseguro.
—Sienna Thompson, diseño el vestido de novia para tu prometida —la mención de mi prometida me hace hacer una mueca, esta vez quien ríe es Duncan y yo lo fulmino con mi mirada.
—¡Ah, hola! ¿Cómo estás? ¿Todo bien?
Ella comienza a decirme lo que ya sabía que iba a decir y Duncan abre la boca sorprendido, me lanza un puñetazo en el hombro que no alcanzo a esquivar y suelto una maldición debido al dolor, sé que ha molestado a Duncan, es su día libre y ya sabe que le voy a pedir que vayamos de inmediato al aeropuerto, me conoce demasiado bien para saber que nada más terminar esta llamada volaremos hacia Italia.
Le comento a Sienna que revisaré mi agenda y Duncan rueda los ojos, no tengo nada pendiente en varios días, de hecho, he estado bajando mis horas de trabajo por recomendación medica ya que me estaban dando fuertes signos de estrés y podría acabar muy mal, así que estoy siguiendo al pie de la letra las palabras de mi medico de cabecera y evitando el trabajo que me pueda hacer más daño.
Sienna termina la llamada sin siquiera despedirse de mí, miro la pantalla de mi celular extrañado y me encojo de hombros. Ya nos veremos pronto.
—Eres un maldito, es mi jodido día libre. A veces dudo de que seas mi mejor amigo, pareces más mi jefe.
—También soy tu jefe, idiota. Y arto dinero que te p**o, mil euros diarios no los recibes sino tu.
—Si, pero no sirve de nada recibirlos si no los puedo gastar porque no tengo tiempo libre, ¿sabes cuanto dinero tengo ya ahorrado?
—No lo sé, pero cuéntamelo de camino al aeropuerto.
Hace una mueca, pero no refuta, por más en desacuerdo que este conmigo en muchas cosas, siempre calla y me sigue, por eso está prácticamente todo el día a mi lado y parecemos más un par de hermanos que unos mejores amigos.
—Algún día ella sabrá que lo hiciste apropósito —rio levantando los hombros.
—No me importa que lo sepa, antes mucho mejor, porque quiero verla a la cara y decirle que he volado de inmediato solo porque quería verla.
—Me gustaría saber que dice tu prometida sobre eso…
—Oh, vamos, cállate, no puedes simplemente dañarme el momento.
—No daño nada, solo digo la verdad.
—No hay nada de malo en querer verla, solo quiero verla durante unos minutos más no voy a tocarla ni engañar a Billie, eso no es lo que haré.
—Pues te conozco y sé que te durará muy poco eso de no voy a tocarla y espero que me cuentes si sentiste mariposas en el estomago por primera vez en la vida o no, porque ya me quedó muy claro que por Billie no sientes es nada y nunca lo has hecho.