Il Giardino Delle Stelle (Parte 1)

2564 Words
CAPITULO 9: Il Giardino Delle Stelle (Parte 1) Sienna Mi trabajo se ha visto entorpecido un poco debido a que no dejo de pensar en Alex y en como yo ilusamente creí que tenía mi numero guardado, fui una tonta al dejarme creer cosas que son casi que imposibles, no puedo pretender gustarle a alguien teniendo el vestido de su prometida en mis manos. ¿En qué clase de persona me convierte eso? Llevo apenas diez días de haberlo visto de nuevo o tal vez menos, ya no lo sé y cada vez me encuentro pensando más y más en ese hombre de mirada intensa y ojos bicolor, me encantaría decir que no me gusta, pero tu y yo sabemos que me gusta desde que mis ojos se toparon con él en medio de la multitud de la fiesta. Que me gustó mucho más cuando admitió que quería besarme y verme. Me sentí especial ante sus palabras, ante lo que él significa para mi y darme cuenta de que él es simplemente imposible parece ser la excusa en mi cabeza para que siga viviendo allí. Porque cuando sabes que algo es prohibido, con más fuerza lo anhelas. Y Alex está tan pero tan prohibido para mí que no dejo de pensar ni un solo segundo en él. Si me preguntan que del uno al diez de escala, cuánto estoy arrepentida de no haberlo besado aquel día en mi cabaña, responderé que mil. Fui tan tonta, tuve una oportunidad y la dejé escapar. Maldigo varias veces mientras continuo poniendo alfileres aquí y allá sobre Aurora y tengo una conversación conmigo misma de cómo soy tan ilusa. ¡Parezco una adolescente enamorada de su profesor de colegio! Así lo veo, tan imposible y lejano… Estiro un poco la tela con mi mano izquierda y tomo un alfiler para poner justo donde lo necesito, cuando estoy cerca escucho una voz que conozco perfectamente saludándome y el alfiler termina clavado en mi dedo. —¡Mierda, mierda! —alejo mi mano del vestido para no mancharlo de sangre, aunque sé que mientras tenga la punta metida en mi piel no saldrá ningún líquido rojo. —¿Estás bien? —Alex toma mi mano y hace una mueca de horror cuando ve el alfiler incrustado en mi piel. —Ay, eso debe de doler. Lo miro con los ojos muy abiertos, él examina mi dedo con cuidado mientras yo sigo extremamente sorprendida de que esté acá. —¿Qué haces acá? —pregunto con la voz temblorosa cuando toca el alfiler y me provoca más dolor. —¡Ay! —Lo siento, lo siento —acaricia el dorso de mi mano con su pulgar y deja un beso muy cerca al lugar en donde aún tengo el pedazo de metal —. Me pediste que viniera y acá estoy. Responde a mi pregunta anterior, alejo mi mano de él luego de aquel beso porque ha llegado hasta lugares que no debería, busco en los cajones de mi escritorio mi botiquín de primeros auxilios y tomo una pequeña gasa con jabón desinfectante y lo tengo listo para ponerlo luego de retirar el alfiler. Respiro muy profundo a la vez que saco esa pequeña aguja de mi piel y cubro mi dedo con la gasa haciendo una mueca ante el ardor. No hay día que pase en que no me haga daño con un objeto filoso, pero pocas veces queda tan enterrado en mi, aún así siempre estoy preparada ya que no ha sido la primera vez que me sucede, más no por eso estoy acostumbrada al dolor. Me encantaría ser de esas diseñadoras que están acostumbradas a ello, pero no lo soy y mi vida es una constante repetición de frases como «¡Ay!» «Auch» «Mierda» y demás maldiciones que he aprendido a lo largo de estos años. —No esperaba que vinieras tan pronto —le digo luego de soltar una respiración profunda y encararlo. —Lo noté —ruedo mis ojos y alejo la gasa viendo que como esperaba, ya he dejado de sangrar. Pongo una pequeña cura en el dedo para poder seguir trabajando sin contratiempos. —Mira —le entrego el cheque —, si te parece más rápido dividimos el total en tres para que hagas tres cheques o si tienes tiempo para hacer diligencias de banco, puedes ir directamente y pasar el dinero a la cuenta de la empresa. Le doy una pequeña tarjeta con los datos de la cuenta corriente que usamos, Alex me mira y mira mi dedo en repetidas ocasiones. —No quiero sonar grosera, pero debo seguir trabajando, aún falta muchísimo y no quiero perder tiempo —señalo el vestido de novia que usa Aurora, Alex lo mira durante tres segundos y luego vuelve su mirada a mi. —Lindo sí… ¿Estás libre esta noche? —enarco una ceja hacia él confundida. —Tengo un par de horas libres y no volveré a Londres prontamente, así que me gustaría poder conocer este lugar e ir a un lindo restaurante a cenar o así… ¿Qué dices, me acompañas? «¡Dile que no!» —Claro, me encantaría —respondo con una sonrisa emocionada. «Eres una fácil» ¡Cállate! —Genial, entonces iré al banco a depositar el dinero y paso por ti a las… —mira el Rolex de oro blanco que adorna su muñeca —¿siete treinta te parece bien? —Esa hora es perfecta —él sonríe de medio lado y yo miro a un lado sintiéndome tímida. —Regálame la dirección de tu casa para ir por ti, por favor. Le anoto en un papel la dirección de mi casa y evito a toda costa poner corazones en el papel, le entrego la hoja y él lee rápidamente antes de guardarla en el bolsillo de su camisa lisa color azul oscuro manga larga. —Nos vemos esta noche —asiento hacia él y contengo el suspiro que quiero soltar cuando besa mi mejilla antes de salir de mi oficina. ¿Cómo fue que llegó tan rápido? Me asomo fuera de mi oficina y veo que ya no está por ningún lado y todos mis empleados continúan trabajando como si un magnate completamente guapo y millonario no hubiera estado acá hace tan solo unos segundos. Uff, por supuesto que no le iba a rechazar una invitación, podre estar tonta a veces, pero rechazar una invitación a cenar de Alex Wright no está ni cerca de ser evitada por mi. Me gustaría conocerlo un poco más, la verdad es que no lo conozco casi nada personalmente, hemos compartido muy poco y aunque su vida profesional no es secreto de absolutamente nadie, saber cosas que nadie más sabe de él me hace tener las ganas de que pronto sean las siete y media y poder verlo de nuevo. Iré preparando las mil preguntas que quiero hacerle. Trabajo poco más de tres horas antes de dar por terminada mi jornada de hoy. Guardo mis objetos personales en mi bolso y aseguro con llave los diamantes y demás objetos costosos que han ido llegando. He dejado mi bici a un lado del parqueadero junto con el respectivo casco de protección para mí cabeza. Me despido de todos antes de salir rumbo a mi casa. Debo darle una ducha rápida y organizarme para esta noche, no le he preguntado a dónde iremos, así que optó por ponerme un outfit casual que pueda utilizar tanto en zonas de lujo como en unas más relajas. Al llegar a casa, voy directamente a mi armario y elijo un pantalón color blanco de bota ancha y un top color verde de hombros caídos junto con unos tacones de color n***o que me hacen ver más alta. Entro a darme una ducha rápida evitando mojar mi cabello pues apenas está mañana lo he lavado. Al salir, comienzo a preparar mi piel para un maquillaje muy sutil, pero que se concentre en darle luminosidad a mi piel. El tiempo comienza a pasar muy rápido y cuando miro la hora en la pantalla de mi celular, veo que ya solo falta media hora para que Alex pase por mi y me pongo muy nerviosa. Le hago ondas sutiles a mi cabello y me hago una trenza de medio lado, me coloco accesorios que destaquen más mi cuello largo y lo estilicen, busco mis anillos favoritos de oro y mis aretes largos. Me miro en el espejo de cuerpo entero que tengo en mi habitación y me gusta mi apariencia, creo que he escogido un outfit correcto para una salida de noche y espero que a Alex también le guste. Aplicó mi perfume favorito y escucho el timbre de mi casa sonar. Vuelvo a ver la hora y me doy cuenta de que en efecto, ya es la hora en la que hemos quedado. Paso las manos por mi pantalón para quitar el rastro de sudor que tengo en ellas, tomo mi bolso y bajo las escaleras prácticamente corriendo para ir a abrir la puerta. Cuando lo hago, Alex me mira de arriba abajo con la boca abierta, me sonrojo ante la mirada que me lanza y me doy palmaditas en la espalda por haber terminado a tiempo y dejarlo sorprendido. —Hola… Susurro un saludo, lo veo sacudir la cabeza, cierro la puerta a mi espalda y bajo los pequeños escalones que hay a la entrada de mi casa, llego a su lado y se agacha un poco para besar mi mejilla. —Hola Sienna, estás hermosa —dice mirándome intensamente y yo intento cubrir mis mejillas para que no note lo sonrojada que estoy. —Gracias, tú también estás muy guapo. Él sonríe de medio lado y dice algo de que tenía que estar a mi altura a la vez que me guía hacia la parte del copiloto del auto con una de sus manos en mi espalda, como tengo un top, su palma hace contacto directo con mi piel y tiemblo un poco ante la sensación que desprende. Sube a su lado del auto y lo enciende. —Como no conozco mucho el lugar, me gustaría que me recomendaras algún restaurante en el que podamos pasar una linda noche. Conozco el lugar perfecto, nunca he ido por falta de tiempo y porqué a Matteo le desagradaba, pero espero y a Alex le guste mucho y a mi no me decepcione. —Vale, hay un lugar al que nunca he ido, pero siempre he querido cenar allí —comienzo a decirle. —Suena perfecto, tu solo dime dónde es y vamos. El restaurante queda a las afueras de la ciudad, tengo hacia mi cabaña, su nombre es «Il Giardino Delle Stelle» lo que traduce «El jardín de estrellas» Y al llegar entiendo por qué el nombre, el lugar es simplemente mágico y las mesas quedan al aire libre justo bajo las estrellas. —Es un lugar hermoso, ¿porqué no habías venido antes? —pregunta Alex sentado frente a mi. Apoya el codo en la mesa y su cabeza en la palma y únicamente me mira a mi. —Por falta de tiempo y así… —respondo nerviosa, el camarero llega en ese momento con los menús. — ¡Buona sera! Bienvenidos a Il Giardino Delle Stelle, Si desean algo para comenzar, les recomiendo nuestras bruschettas, son deliciosas y están hechas con ingredientes frescos de la región. —Miro a Alex esperando si desea o no. —Por mi puede traerme el menú completo —responde con una sonrisa, el camarero sonríe complacido —, pero como la dama manda esta noche, será ella quien elija todo lo que comeremos hoy. Alex me guiña un ojo y yo muerdo mi labio inferior. —Le haré caso a su recomendación —digo emocionada al hombre de pie a nuestro lado —y como eso suena maravilloso, puedes traernos un plato de bruschettas por favor —Certo, le porterò le bruschette y para beber, puedo recomendarles nuestro cóctel "Dolce Luna", una mezcla refrescante de limoncello, jugo de limón y un toque de menta. —Oh, ese me encantaría —dice Alex y me mira —¸ perdón, lo que tu quieras. Suelto una pequeña risa y le pido dos cocteles al camarero. —Eccellente scelta! Les traeré las entradas y los cócteles enseguida. Disfruten de la velada y no duden en llamarme si necesitan algo más. Buon appetito! —Grazie mille! —No te había escucaho hablar italiano y es bastante irónico teniendo en cuenta de que estamos en Italia. —La mayoría de mis empleados y clientes son extranjeros así que el italiano lo uso más para las personas locales o unos cuantos empleados ya mayores —como mi jefe de seguridad —, que no aprendieron otro idioma. —Dime algo en italiano. —¿Hablas italiano? —pregunto entrecerrando mis ojos hacia él. —No lo hago. El camarero vuelve en ese momento con nuestras entradas y nos recomienda el plato fuerte del chef. —Nuestros platos estrellas son el risotto de mariscos y Filete de ternera a la parrilla con salsa de trufa negra y puré de patatas trufado, ¿Les gustaría probar alguno de ellos? —miro a Alex mordiendo el interior de mi mejilla. —¿Te molestaría compartir? Digo, podemos pedir ambas entradas y comerlas los dos así degustamos más sabores de este restaurante —espero con las mejillas rojas su respuesta, él sonríe dando un trago a su coctel. —Me encantará compartir plato contigo, tráiganos uno de cada uno por favor —pide al camarero quien sonríe feliz. —En camino. —Non riesco a smettere di pensarti, e odio che sia proibito—le digo en italiano con suavidad, Alex suelta un suspiro profundo mirandome con intensidad al escucharme hablarle en italiano. —¿Qué dijiste ahí? —pregunta cautivado sin dejar de mirarme, su mirada ha permanecido en mi casi todo el tiempo que llevamos en este lugar y me siento muy bien porque a pesar de tener al rededor nuestro un paisaje maravilloso y una lluvia de estrellas sobre nuestras cabezas, él no deja de mirarme a mi. —¡No te lo voy a decir! —exclamo en medio de risas, Alex hace una mueca y mira las estrellas. —Espero que sea algo bueno al menos —señala las estrellas —, me esta encantando este lugar, y la comida esta deliciosa y esto —mueve la copa del coctel —, es lo más delicioso que he probado en la vida. Miro sus labios porque si me preguntan a mí, lo más delicioso que he probado en la vida son sus labios y me encantaría volver a hacerlo. —Tienes una tonada muy linda —dice refiriéndose a mi voz hablando italiano. —Me va mejor el español —comento con una sonrisa. —Te va bien cualquier lengua —quiero creer que no ha sido una indirecta, pero termino riendo echando la cabeza hacia atrás. —Cuéntame un poco más de ti, no te conozco en lo absoluto. —¿Qué deseas saber de mí? —pregunta con suavidad y no tengo que pensar la respuesta, ya la sé. —Todo. **Non riesco a smettere di pensarti, e odio che sia proibito: No puedo dejar de pensarte, y odio que sea prohibido…
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