Capitulo segundo.

3607 Words
Cuando la carrera termina estoy eufórica, debo ser honesta, no me gustaba el automovilismo hasta hoy, he visto a mi padre despertarse cada domingo temprano para ver la carrera de formula uno por televisión, algunas pocas veces solo por hacerle compañía veíamos a Michael Schumacher, aunque por lo general le dábamos al oponente mas cercano solo por diversión, sin embargo, ver a Oliver corriendo a un hombre que me gusta, hace que mi adrenalina este al cien. Sufro viendo cada vuelta que hace, cada vez que adelanta a otro corredor, y escuchó a su padre hablándome de cosas técnicas de las que no tengo la más mínima idea, de milagro se conducir mi auto automático que mis padres me regalaron el día que empecé la universidad. La carrera esta terminando, esta en la ultima vuelta y veo el auto verde punteando, mi corazón esta acelerado de la emoción, brinco y grito, para luego ver que atraviesa la línea de meta. Quiero salir corriendo a abrazarlo, pero su padre me detiene por el brazo. — Aun no es seguro bajar Emma, debemos esperar un rato. — SI, señor… — ¿Te gusto la carrera? – pregunta sonriente. — La verdad si, nunca había tenido la oportunidad de ver una carrera. — Para él esta es su vida, a mi nunca me ha gustado mucho y su madre no soporta verlo correr, le da miedo que algo le pase, sin embargo, como padre, mi única función es apoyarlo. — ¿Hace cuanto empezó? — Desde niño, ama los autos creo que desde que nació, mientras los otros niños pasaban pateando balones, el prefería jugar con sus pistas hot wheels, incluso en unas vacaciones con unas revistas viejas y cajas que encontró en casa hizo su primer auto. Madrugaba a ver las carreras en televisión, así que apenas pudo me pidió que quería correr autos de carrera, con su madre pensamos que era una etapa, nos rogó tanto que no tuvimos más opciones que apoyarlo. — ¿Siempre corre aquí? — No, hemos estado en diferentes partes del mundo, su madre solo puso la condición que estudiara, así que no se como ha hecho para mantener notas y hacer lo que ama, en especial que si va a correr trasnochar no es una opción… — hace un gesto extraño con su boca para luego continuar hablando — hasta que se accidento hace dos años en Estados Unidos, su madre lo obligo a volver, y ahorita retomó el deporte en una categoría mucho mas baja de la que estaba… — ¿Y que le paso? — Se chocó con la moto, su otra pasión, no se cuantos huesos se fracturo, los médicos incluso llegaron a decir que tal vez no volvería a caminar, y no solo eso, se recuperó y volvió a correr y ahorita está pendiente de una respuesta en Europa y ya terminaría la universidad el próximo semestre ¿Cuándo te falta a ti por terminar? — Un semestre… ya estoy casi. — Me alegro mucho, y ahora sí, podemos ir a saludarlo. Su cara es una sonrisa tatuada apenas me ve, corre a abrazarme, esta eufórico, me da un beso en los labios de esos a los que aun no me acostumbro, realmente es mi tercer beso en toda la vida, y me encantan, para luego susurrarme al oído. — Lo logré, lo logré hermosa. — Te felicito. Quise preguntarle que fue lo que logro, porque honestamente no creo que se refiera a la carrera como tal, sino a algo más. Suelta nuestro abrazo para ir a abrazar a su padre, le susurra algo al oído, lo que su padre asiente feliz, y en definitiva se que logró algo más, algo diferente al primer puesto de hoy. Vuelve a mi lado pidiéndome un momento para cambiarse, con su padre esperamos una hora donde hablamos de todo un poco, cuando por fin sale me abraza y con una sonrisa me habla al oído. — Mi madre nos esta esperándonos para almorzar, ¿vienes conmigo? — Me da pena… — Ya conociste a mi padre, vamos y si quieres mañana yo voy donde tu familia. — Es un trato… - le susurro sonriente. — ¿Tienes tu auto parqueado afuera? — Si, ¿Por qué? — Me voy contigo… conduce tu, estoy agotado. — Claro que si señor piloto. Se adelanta unos pasos, le dice algo a su padre para luego regresar a mi lado, y como si fuese la cosa mas natural del mundo entrelaza sus dedos con lo míos, y es inevitable no bajar la mirada para comprobarlo, se siente tan extraño y bien al mismo tiempo. Cuando entro al auto siento como mi cuerpo exige comida, luego de trasnochar, dormir unas cuantas horas, apenas desayunar y luego la dosis de adrenalina, estoy que me como medio mundo. — ¿Por qué le dijiste a tu padre que soy tu novia? – pregunto con un poco de vergüenza en la voz, mientras pongo el auto en marcha. — Porque eso eres Emma… — Pues yo apenas me entere hoy… — le digo mientras lo miro y saco la lengua – creía que se necesitaban dos para ser novios, y yo no di mi consentimiento. — Perdóname por eso, como tu me gustas, yo te gusto y estamos saliendo pensé que… — No te preocupes Oliver, no se como se hacen algunas cosas, debo confesar que nunca he tenido una relación en mi vida, ni un novio, ni nada, es mas fuiste mi primer beso – y siento como mi cuerpo se enrojece de vergüenza – así que solo se algo por lo que mis amigas hablaban. — ¿Me estás hablando en serio? – el gesto de su mirada es de expectante y de incredulidad. — Si, totalmente en serio, eres la primera persona que me llama la atención, por la siento algo… por una época pensé que era asexual, incluso intenté que me gustaran las mujeres y nada, solo cuando llegaste tú, sentí que alguien movía esas mariposas que pensé que en mi cuerpo no existían. — ¿Es en serio Emma? todas las chicas que conozco de veinticuatro años ya por lo menos han tenido un novio. — Si yo sé, mi hermana y mejor amiga creo que llevan casi media docena casa una, pero por algún motivo nunca me gusto nadie. — ¡Wuao! No lo creo Emma… Cuénteme algo más de ti. — ¿Ya te dije que soy adoptada? — No, no me lo habías contado, y creo que empiezas a gustarme más. Pasamos el resto del trayecto hablando de todo un poco, le cuento cosas mías, me cuenta cosas de él, de su niñez, de su afición por los autos, por las carreras, lo que siente cuando va corriendo, la adrenalina, y yo me encuentro contándole cosas de mi niñez, de mi hermana, mi adopción, mis padres. Para mi sorpresa somos casi vecinos y él no se había tomado la molestia de informarme, vivimos solo a unas pocas cuadras de distancia, e ignoró porque hasta la fecha no habíamos hablado de esos temas. Cuando llegamos a su casa, su padre acababa de llegar, por lo que luego de parquear el auto, corre a abrirme la puerta, me da la mano para ayudarme a bajar, aunque honestamente podía hacerlo sola, sin embargo, me deje consentir, para luego entrar a la casa juntos. Cuando entro a la casa el miedo me invadió, ahora es momento de conocer a su madre. Paula es una mujer de también unos cuarenta y tantos, delgada, alta, muy bonita y elegante, sin embargo, Oliver es igual a su padre físicamente y la personalidad de su madre. — Que emoción, por fin conozco una novia de Oliver – dice mientras me abraza. — Mamá, por favor – reclama Oliver – no me la espante. — No te la espanto, solo que estoy feliz que este aquí de visita. — Bueno, pero si te adelanto que estamos muriendo de hambre… — A comer entonces. Su madre nos señala el comedor, mientras llama a otra persona, y honestamente, nunca había sentido tanta vergüenza en lo que llevo de vida, me quiero esconder debajo de la mesa, al tiempo que él sostiene mi mano con fuerza, como evitando que lo haga, y como si hiciera falta algo más, una vez me siento en una de las sillas del comedor que da vista al patio de la casa, que esta hermosamente cuidado; llega una chica un poco menor que nosotros, a quien me presentan como su hermana. — Hermanito, a quien debemos el honor que traigas a tu novia a casa – dice en voz burlona. — Andrea, te presento a Emma, y como le dije a mi mamá no me la espanten con sus bromas. — Yo no la espanto, es solo que me emociona por fin conocer a alguien que tu traigas a casa. — Andrea por favor, yo no molesto a tus novios. — Tranquilo hermanito, es solo digamos una bienvenida. Después de contarle a Oliver que él es la primera persona con la que salgo su expresión cambio y siento que quiere protegerme de su propia familia, verle su cara una mezcla entre vergüenza y frustración me da risa, así que estiro mi mano y lo toco pidiéndolo calma. — Tranquilo Oliver, estoy bien. — ¿Segura? no quiero que te molesten. — No te preocupes, sobreviviré. El almuerzo lo pasamos hablando de diferentes cosas, menos de la carrera de hace un rato, al parecer, aunque la familia le apoya y siempre están junto a él, la aberración de su madre hacia la pasión de su hijo es tal que ese tema no se toca en la mesa, y no hay ni una foto de ello en algún lugar de la casa. Cuando terminamos de comer, entrelaza sus dedos de la mano con los mios y me hala para ir hasta su habitación, la cual es un santuario del automovilismo, de su pasatiempo, sus trofeos y medallas invaden el lugar, así como las fotos en todos los lugares a donde ha estado y corrido, me sorprende mucho todo lo que ha hecho teniendo la misma edad mía, yo solo he sido la hija perfecta para mis padres. Me quedó de pie mirando las fotos mientras él se sienta en la cama observándome. Para luego tomarme de la cintura y tirarme hacia él, quedando sobre sus piernas, siento como cada parte dentro de mi tiembla, pienso en todas las cosas que podrían suceder en ese momento, y no se que tan segura estoy de seguir, suspiro de forma soñadora al tiempo que sus ojos me miran detenidamente cada parte de mi cara, me da un beso suave, y confieso que tengo miedo que se acerque más a mí, aunque también es lo que más deseo. — Emma, ¿Por qué no me contaste que nunca había tenido novio? no es que me moleste – se apresura a decir – solo que quiero saber que pasa por tu cabeza. — Quizás vergüenza, tal vez no quería que me vieras como una niña, mi madre siempre me enseño a no contarlo todo, a esperar que sean los hombres quienes avancen, nos metió muchos valores que ella consideraba que debía hacerse, y pues, se me fue ese día que me gustabas, además que también debo disimular – digo nerviosa y titubeante – y no sentí que fuese algo importante. — No es importante, pero si podía haber hecho las especial algunos momentos que vivimos, me hubiese gustado darte un primer beso mas especial, o haberte preguntado antes de presentarte a mis padres, no se tantas cosas… — Calma, apenas llevamos una semana saliendo – digo riendo – si me gustas, y mucho, me gustan tus besos y andar de tu mano, pero vas como corriendo… — Es una mala costumbre, siempre estoy corriendo, amo la velocidad, voy al todo o nada. — Me recuerdas al rayo McQueen – digo riendo – siempre corriendo… — Pues así me gusta, amo correr por la vida, no venga a hacer que otro se me adelante en la siguiente curva y te pierda. — ¿Todo lo llevas a esos términos? — No, pero me gusta ver tu cara – dice riendo – y ahora voy a hacer algo que debía hacer – carraspea para preguntarme - ¿quieres ser mi novia? – para luego sin querer reír. — Oye no te rías – digo riendo – si sigues riéndote no te doy una respuesta. — Perdón, es que es la primera vez que hago esa pregunta, y espero que sea la única. — ¿Cómo hacías con las novias del colegio o en la universidad? —Tal como hice contigo esta semana, les ponía el título, si no decían nada significaba que sí, si se enojaban, entonces no y seguía con mi vida. — ¿Así de fácil lo resuelves todo? — No, pero en este tipo de cosas si… y no me has dado la respuesta. — Mmmmm…. no sé, tal vez, déjame pensarlo. El empieza a hacerme cosquillas hasta hacerme caer en la cama, quedando totalmente acostada y el encima mío. — Vamos Emma, no me dejes esperando tu respuesta… — No te he dicho que no, ni me negué cuando me presentaste – digo riendo – y para las cosquillas. — ¿Eso que significa? – cae a mi lado riendo y yo aprovecho para ahora hacerle cosquillas subiéndome a horcajadas en su cadera. — Si, significa que sí. Toma mi cara acercándome a él besándome en los labios, para luego empezar a tocarme de una forma extraña. Mi primer impulso al sentir sus manos en mis piernas es retirarme, aun así, me dejo llevar, quiero saber hasta donde podemos llegar. Su mano viaja por dentro de mi ropa, me acaricia sueve, mientras que la otra mano sostiene mi cara para seguirme besando, se siente extraña la sensación de su tacto, es extraño ser tocada de esta manera. Para luego la puerta de la habitación ser tocada haciéndonos sobresaltar. — Oliver, ya es tarde, debes acompañar a Emma a su casa – dice su madre desde afuera. — Ya voy mamá – dice riendo – aquí no dejan ni hablar tranquilo con mi novia. — Pues yo no los escucho conversando y ya sabes las reglas de la casa. — Si mamá – responde divertido. Con la vergüenza tatuada en la cara me incorporo, me siento en la cama mientras respiro para relajarme, y ahora no quiero salir de la habitación. — Oliver, no soy capaz de verle la cara a tu mamá, tengo pena. — No le pongas atención, realmente a ellos les gusta molestarme todo el tiempo, es más, creo que prefiere que estemos aquí los dos, a que este embriagándome con mis amigos. — Igual, eso no quita que me de vergüenza de pasar frente a ella. — En serio no es nada… — ¿No soy la primera que traes a casa? — Eres la primera que presento como novia, pero si he venido con muchas, digamos, amigas… Por algún motivo, esa declaración me hace sentir mas incomoda que alagada, debo ser honesta, es un hombre apuesto, que siempre esta corriendo por la vida disfrutando cada momento, por obvias razones yo no soy la primera, y tal vez no duremos mucho tiempo. — Emma, ¿estas bien? – pregunta preocupado. — Si, solo me quede pensando en lo que acabas de decir. — Emma, no quiero que te llenes de ideas que no son, si he salido con muchas mujeres, pero en este momento, estoy contigo, no le tengo fecha de finalización a lo nuestro, solo quiero disfrutar lo que tengo que disfrutar contigo. — Es que me siento tan inexperta, y tu me llevas tanta ventaja. — No te preocupes por eso, si quieres practicamos un poco para que me alcances – sonríe de oreja a oreja. — Oliver, es en serio. — Yo también hablo en serio, no tienes idea lo que me halaga saber que soy la primera persona en la vida que te gusta. — Creo que no debí darte esa información. — ¿Por qué no? Emma pongamos una regla clara, si en este momento estoy contigo no voy a estar con nadie más, pero por favor no me celes, así como yo no lo hare contigo, puedes hablar con quien quieras y yo también, lo importante es tenernos confianza, yo confió en ti y por favor, te lo suplico, confía en mí, en verdad me gustas mucho, dejemos que la relación crezca sana y sin fantasmas. — Está bien, yo no se que es tener una relación, así que me voy a dejar llevar. Sus palabras me hacen pensar y me hacen sentir insegura en la relación, aun así, creo que lo mejor es tomármelo con calma, no llevamos ni una semana. La puerta de la habitación vuelve a sonar. — Oliver, que no se haga tarde. — SI mama, ya voy, créeme que no te quiero hacer abuela aún – dice desde la cama riendo muy fuerte. — Oliver con eso no se bromea… — Yo no bromeo mamá. El se gira hacia mí, me toma de la mano poniéndose de pie y tirando de mi al mismo tiempo, encaminándonos a la puerta. — Vamos, antes que mi madre se vuelva loca. Salimos de la habitación encaminándonos a la salida, antes hicimos paradas para despedirme de su hermana, su padre, quienes hicieron un gesto de despedida mientras sonríe para luego ir donde su madre que ve televisión en la sala de estar, quien solo dice. — Adiós Emma, espero volverte a ver pronto. Y sin más salimos de su casa para dirigirme a la mía, estamos tan cerca que en cuestión de minutos en un corto recorrido de auto ya estaba parqueando frente a mi casa, no dio tiempo de conversar de ni un tema. — Emma, es temprano, apenas son las siete de la noche ¿parqueamos y salimos a comer por aquí cerca? — O entras y conoces a mis padres… — ¿Está segura? — No, pero ya que andamos de novios y me presentaste a tus padres a quemarropa, ¿Por qué no puedo hacer yo lo mismo? — Está bien, conozcamos a tus padres – dice en un tono monótono. — Y te salvas que mi hermana y mis mejores amigos están fuera del país. — Y hablando de amigos, los míos al parecer quieren salir – dice mientras responde el celular. Se toma unos minutos a hablar con ellos mientras veo las ventanas de mi casa moverse y algunas luces encenderse y apagarse, creo que se dieron cuenta que estoy parqueada en la entrada y por algún motivo no entro en los siguientes minutos, y si no hago algo ahora, ellos saldrán. Y efectivamente minutos después mi padre se está acercando al auto. — Emma, hija, ¿esta bien? ¿Por qué no has entrado a la casa? — Papá, estoy con un amigo – corrijo automáticamente – papá te presento a mi novio. Y siento como algo extraño me invade, creo que nunca en la vida me había sonrojado tanto, y la mirada de mi padre es una mezcla de curiosidad y tensión, respira profundo antes de hablar, al tiempo que Oliver termina la llamada. — Hija me preocupe viendo el auto parqueado tanto tiempo. — Pasen, y conversamos adentro, aquí hace mucho frio. Así que siguiendo las indicaciones de mi padre parqueamos el auto en el garaje para luego entrar a la casa agarrados de la mano, y por impulso en mas de una vez quise soltarla, me es difícil que mis padres me vean agarrada de la mano con un hombre, si fue difícil ante sus padres, con los míos es peor la sensación. Mi madre se acerca sonriente y feliz a donde nosotros, saluda a Oliver y se lo queda mirando detenidamente, para luego susurrarme. — Hija tienes buen gusto. Nos invito a pasar para conversar unas cuantas cosas, y no se porque me siento tan incomoda, mi madre hace preguntas que a mi juicio son personales, las cuales el responde tan de buen agrado y sonriente que pareciera que tuviera mucha practica en lidiar con mamás como la mía, para luego darme cuenta que la risa es una forma de evadir los nervios. Varios minutos después mi madre decide dejarnos solos. — Hija, están en su casa, solo que ya sabes, no cierres la puerta de tu habitación. — Si mamá – respondo en tono monótono. — ¿Peli o miedo? – preguntó dirigiéndome a Oliver. —. ¿Pedimos pizza? Luego de pedir la pizza subimos a mi habitación, nos quitamos los zapatos, colocamos un tapete para no ensuciar la colcha, y buscamos algo en Netflix. Cuando terminamos de comer nos acomodamos uno junto al otro, para terminar dormida en sus brazos viendo la película. Cuando reacciono son las cuatro de la mañana, la puerta de la habitación esta abierta, el televisor encendido y el dormido también junto a mí; por lo que apago el televisor, voy al baño a cepillarme los dientes, me coloco el pijama y me acomodo junto a él para seguir durmiendo. A la mañana siguiente nos despierta el olor a desayuno y a mis padres felices cantando unas canciones viejas que tanto les gusta poner los fines de semana. — Emma, buenos días – dice con una sonrisa – creo que es la primera vez que duermo con una mujer y puedo acostumbrarme a la sensación.
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