XI

1135 Words

—No agarres cosas que no son tuyas —murmuró con los ojos cerrados. Solté el libro asustada y cayó sobre la cama—. ¿Qué haces en mi habitación? —Te portaste mal —me crucé de brazos y miré hacia el suelo—. No tenías que pagarla con… — ¿Es solo eso? —fruncí el ceño ¿solo eso?, ¿acaso le parecía poco?—. Sal fuera, estoy cansado. —No sé lo que te ha pasado, pero tal vez si me lo cuentas… —No tengo nada que decirte, deja de molestar —respondió de malas maneras. —Solo estaba preocupada —murmuré dolida. ¿Por qué se portaba tan mal conmigo? —Joder, Sheila —se sentó en la cama y me miró con una ceja enarcada—. Quiero que mi vida privada sea mía, no necesito contarte nada. — ¿No estás enfadado? —pregunté, tragando un poco de saliva. —No lo estoy —respondió tras un bufido, miró hacia

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