Capítulo 12

1547 Words
Repuestos ya, de tan emotivos momentos, el Sacerdote dio por finalizada la ceremonia  y salimos todos, un poco desordenados, aun por la emoción de haber presenciado un acontecimiento nada común, que profundizaría, mas contundentemente, el fanatismo de Don Pascuale, y todos sus hombres, que ahora reconocían más la jerarquía sacerdotal de su jefe, certificada por el gran espíritu, atravesó de un obsequio muy especial; pero Macario, que era  un hombre, poco dado a expresar sus  emociones, no me perdió de vista en ningún momento y cuando los guardias, se desordenaron por un momento, el me tomo fuertemente por un brazo; el sería el primero en sufrir las consecuencia en caso de una escape  de su séptimo diamante ; no me soltó, hasta verme dentro del vehículo en medio de su jefe y el iluminado. Regresamos al pueblo ya por la tarde, entramos a la fortaleza y Macario, me llevo a mi habitación. Descanse un rato, retire la cena y me volví a acostar; Un torbellino de ideas, giraban en mi mente, no era fácil concentrarme en ninguna de ellas; después de un día de alucinantes acontecimientos, estaba aturdido; lo que había hecho el iluminado, me había movido el piso de mi escepticismo hacia estas creencias; hace algunas horas, había tildado de loco al iluminado por la acción tan temeraria que había emprendido y ahora estaba dudando de mi propio juicio sobre estas cosas; no sabía , en que dimensión ubicarlo; me tenía confundido, por un lado lo percibía, como un hombre muy  centrado e inteligente, al punto que había logrado penetrar el blindaje con el que había envuelto celosamente  mi corazón y que veía las imágenes del altar, con cierto desdén, pareciendo no estar tan interesado, o involucrado en estas creencias; y por otro lado era capaz, de un evento tan temerario, creyendo ciegamente ,incluso más que el propio Don Pascuale, en un verdadero encuentro con esos espíritus y después de varias horas regresar de las profundidades del agua con una prueba en las manos de que lo había logrado.  Esto sobrepasaba totalmente mi entendimiento, sembrando una terrible duda en mi corazón: ¿Creer o no creer?; me revolcaba en la cama; porque obviamente, yo no creía en esas cosas, y aun ante esta duda, prefería seguir no creyendo; pero, ¿Dónde ponía esa evidencia tan contundente que había visto hoy?; tenia, que haber una explicación razonable en todo esto; pero, ¿Dónde  y quien podía explicármelo?; más preguntas sin respuestas seguían sobrepasando mi capacidad mental para resolverlas. Me costaba mucho conciliar el sueño, con semejante cantidad de ideas revoloteando en mi mente, me imaginaba a Don Pascuale, acariciando la calavera e invocando su inspiración creativa, para determinar, cuantos dientes de oro le pondría y desempolvando sus tesoros de diamantes para ver cuál le  iba  mejor en los ojos; quizás estaría considerando, agregarle una calavera dorada a su sotana sacerdotal y probablemente, el rostro del iluminado en  la parte frontal de la cinta azul oscuro. Pasada la media noche logre quedarme dormido, con mucha inquietud; soñé que a  Don pascuale , se  le había caído la calavera de las manos ,y esta se había vuelto pedazos como si fuera de cristal; él se entristeció mucho y fue a llamar al iluminado, para que le consiguiera otra calavera en el pozo;  pero este, estaba más interesado en sacarle los ojos al león sonriente; desesperado, le ordeno a Macario, que se la reconstruyera, pero   el,  estaba ocupado, leyendo  una historia cómica; me desperté sobresaltado, en el momento en que mi padrino espiritual,  venia hacia mi cuarto vistiendo la sotana, para regalarme los dientes de la calavera; ya no pude dormir más.  Me levante temprano, y espere toda  la mañana, pero nadie vino a buscarme; recostado en la cama, hice un repaso, de todo lo acontecido el día anterior; a medio día, me dormite hasta que me despertó Macario. Te esperan en el santuario  –me dijo; luego se fue. Cuando estaba en la celda, pensé que pagaría “mi condena” limpiando zapatos y recibiendo regaños  de Don Pascuale, pero lo de los zapatos, solo había sido un ejercicio de docilidad y sumisión; ahora había un interés,  tanto en Don Pascuale, como en el iluminado, en ganarse mi confianza; aunque instruía,  que ambos tenían diferentes motivaciones; Don Pascuale no era muy sutil, para dejarme saber, que su interés en mi era meramente utilitario, en algo que no terminaba de aclararme, pero yo sabía, que el necesitaba un escalón para alcanzar algo y ese escalón era yo, y por eso me estaba guardando en su almacén, como un objeto más para usarlo en el momento adecuado  Otra cosa era  el iluminado; sentía que  se guardaba una carta bajo la manga con respecto a Don Pascuale, que no estaba apegado totalmente a los proyectos de este, aunque estaba prestándole un servicio, aparentemente más allá de las mismas  expectativas del Sacerdote, parecía que estaba encubriendo otras motivaciones no espirituales, pero si usando, practicas espirituales para acercarse a él; El iluminado, sin duda alguna era conocedor de la mente humana y sabia manipular, el fanatismo ciego de Don Pascuale; por supuesto, yo no tenía evidencias contundentes para asegurar esta hipótesis, pero sus personalidades eran, diametralmente diferentes, y parecía ilógico, que estuvieran asociados incondicionalmente, en un proyecto cien por ciento personal de Don Pascuale; la personalidad del iluminado, ejercía una influencia magnética sobre el sacerdote, la cual aprovechaba para lograr su propio proyecto, que aparentemente iba más allá de un interés económico. Me levante y fui directamente al santuario, abrí la puerta y no había nadie en el recinto, y camine hasta la habitación  del iluminado, toque suavemente y el mismo, me abrió la puerta; siempre daba la impresión de que se alegraba de mi visita, me saludo con la cortesía de siempre, invitándome a pasar, me senté en el mueble de siempre y me pregunto: ¿Cómo te has sentido Sebastián?;  como me hablaba en confianza, le respondí sinceramente: confundido con lo que usted hizo ayer; él me dijo: haber; ¿Qué te tiene confundido?; ¿Cómo hizo para pasar tanto tiempo bajo el agua? – Le pregunte-; me respondió con otra pregunta: -¿no crees que los espíritus me ayudaron?-. -¡No!-le respondí.  -Eres muy inteligente Sebastián, nadie te engaña con facilidad, y por la forma como te vi, hurgándole los ojos a la bestia, sé que no crees en esto-.  -Muy observador – pensé, entras el continuaba con otra pregunta:  -¿has visto como los jugadores de cartas realizan sus trucos?-.  -Este es mi terreno –pensé, y le respondí:-se hacer trucos con las cartas-.   ¡Qué bueno! -dijo, y volvió a preguntar: ¿alguna vez le contestes, a tus víctimas, que les hacías trampas, aunque ellos lo sospecharan?-. - Nunca – le respondí.  -Entonces, ya tienes mi respuesta  –puntualizo.  Me admiraba su astucia, y aunque no me negó, ni afirmo nada, me hizo presuponer que habíamos sido víctimas de una  trampa, además me dijo:” nadie te engaña con facilidad”; eso me afirmaba muy sutilmente la confesión de un engaño.  Evidentemente el iluminado deseaba ganarse mi confianza, y evitaba responderme con negativas contundentes, y por eso me respondía, tratando de dejarme una ventana abierta que me permitiera suponer una respuesta; sin el comprometerse, pero igualmente, me dejo respirando aliviado porque, de alguna manera volvía a  la vida, mi convicción de no creer en esas cosas. El iluminado, sentado al otro extremo del mueble, tenía una libreta en sus manos, donde silenciosamente, estuvo tomando algunos apuntes por algún tiempo Siempre estaba ocupado, leyendo y escribiendo, mientras yo, trataba de ver los títulos de los otros libros que tenía sobre la maleta, al lado de la mesa, para ver si tenía algún libro de magia que pudiera ojear, con la esperanza de encontrar algún indicio, que me explicara el truco del pozo en el manantial, pero no tuve éxito, otro  detalle que tenía que considerar, era la calavera; ¿de dónde la había sacado?; estaba demasiado blanca para haber estado en el agua -¿En qué piensas Sebastián?  - pregunta el iluminado.  -En la calavera; no estaba en el agua –respondí.  Él me sonrió y me dijo: -Estas ansioso buscándole respuesta a muchas preguntas; yo puedo aclararte, cada una de ellas, pero no estás preparado para saber por qué y para que de muchas cosas; cuando descubras, que puedes confiar en mí, entonces muchas cosas cambiaran a tu favor, pero necesitaras mucha madurez, y sangre fría, para mantenerte imperturbable, ante una realidad que no podrás evadir, sino con mucha astucia y sentido común, y sobre todo una absoluta confianza en mí; tu tiempo, entro en una cuenta regresiva desde que entraste a esta fortaleza; por favor, no pierdas tu tiempo tratando de engañarme, como has tratado de hacer con Don Pascuale; a él le da igual, lo que tengas en tu corazón, eso no afecta sus proyectos, nada ganaras engañándolo, de aquí no podrás escapar; no te engañes soñando con esa posibilidad. Tendrás que decidir pronto, en que manos quieres estar; en las de él o en las  mías, y te aseguro que si te decides por él, abras tomado la peor decisión de tu vida y quizás la última decisión de tu vida-.
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