Me levanté para darle un gran abrazo. Samantha es una increíble amiga. Solo que esta vez no me aferré a ella, porque sabía que Megan la necesitaba más que yo, ((sigo siendo estúpida, pensando en esa traicionera)). Lamentablemente siempre fuimos las tres, en todo. —Lo siento tanto Fio —me susurraba Samantha —. No sabía que era Mohamed. Le creí. Megan siempre andaba con hombres casados. Jamás en la vida nos esperamos algo así. —No hay problema Samy —le dije —. No fue tu culpa. Ella se separa de mí y me mira con mucha paciencia. —¿Cómo es que no estás muriendo? Solté una risa y me volví a sentar en la silla. —Eso lo pasé hace meses, Samy —le señalé la silla de enfrente —. Siéntate y ponte cómoda. Porque te necesito para diseñar mi nueva galería. Samantha todavía no salía del as