Una marejada de pensamientos confusos, de sensaciones inexplicables envolvía en ese momento la vida de Christopher Duque, por primera vez no sabía qué hacer, ni qué decisión tomar. Soltó un resoplido cuando llegó al bar que solía acudir cuando deseaba desestresarse, se acercó a la reluciente barra de madera, se sentó un taburete, pidió un güisqui al barman. Las notas de una vieja canción de Emilio José sonaron en las bocinas. «Soledad es tan tierna como la amapola, que vivió siempre en el trigo sola, sin necesitar de nadie, ay, mi Soledad» Cris frunció el ceño, justo cuando no quería pensar en nada, tenía esa canción que recordarle a Soledad, bebió hasta el fondo de su copa. «Puede que no tenga el dinero que usted posee, pero tengo algo más valioso, sentimientos, y conciencia, es