Rosa dio media vuelta, fue refunfuñando, diciendo frases que no se la entendía. Soledad tembló, lo conocía enojado, pero jamás pensó que la defendería de ese modo. —Me va a causar problemas con el personal, no haga nada, por favor —suplicó ella con voz temblorosa. Cris le tocó la barbilla, la miró con dulzura. —Lo pensaré, ¿estás mejor? Soledad asintió, aunque no era cierto, mientras el aroma estuviera presente, el estómago le seguía revoloteando. —Sí, ya me está pasando, por favor enséñeme lo que debo saber, no sé cómo funciona el sistema. Cris se acercó a ella, se inclinó para darle las indicaciones. Soledad mantenía la mirada fija en el computador, anotaba todo para luego no olvidarse, o tener que molestar al doctor; sin embargo, él la observaba por el rabillo del ojo, inhal