—¿La defiendes? ¿No te entiendes que me faltó el respeto? —cuestionó Regina vociferando. —Sí, porque fuiste tú quien empezó la discusión, hubo testigos, ¿te parece correcto indisponer a una mujer embarazada? ¿Qué van a pensar tus pacientes? ¡Eres ginecóloga! —gritó Cris, agitando los brazos. —¡Ya, tranquilos! —Cristóbal intervino—, lleguemos a un acuerdo. —No quiero a esa mujer aquí en el hospital —insistió Regina. —Perfecto, si Soledad no puede venir, yo pondré mi renuncia —indicó Christopher—, pero hablaré con el directorio y le comunicaré de ciertas cosas que hacen algunos doctores con el gerente en horas laborables. Regina separó los labios, miró a Cristóbal, el hombre se quedó helado, empezó a aflojar el nudo de la corbata. —¿A qué te refieres? ¿De qué hablas? Cris soltó