Soledad observó con los ojos bien abiertos la hermosa casa dentro del interior de la hacienda, bueno si a eso se le podía llamar, casa, lo que estaba frente a ella, era como un palacio escondido en medio del verdor de la vegetación.
—Qué bonita —susurró.
—¿Te gusta? —preguntó Cris, ambos aún permanecían en el interior del auto de él.
—Es hermosa, nunca había visto una casa tan linda, llena de jardines, terrazas, wao, es impresionante.
Cris sonrió.
—Por dentro te va a gustar más. —Bajó del auto y la ayudó a salir, la miró una vez más y suspiró.
El vestido de Soledad era bastante sencillo, en tono verde petróleo, el escote era redondo, discreto, bajo el busto tenía un resorte invisible, que hacía que la falda se soltara, e hiciera resaltar su pequeño vientre.
No era buena andan
