-¿Viste, nana, las hermosas rosas que me mandó? -comentó emocionada Mary Anne a Margarita después de almuerzo. -Sí, niña, ¿lo ve? Él no quiere dejarla botada. -¿Y si me las mandó por haber metido a esa mujer a su casa? -preguntó alarmada. -No diga tonterías, niña, eso debe tener una muy buena explicación, si fueran amantes, no se hubiesen expuesto delante de usted y de sus padres tan descaradamente. -Tienes razón, nana, pero es que yo los vi -bajó la voz un tanto apenada. Margarita no supo qué decir, si su niña decía que los había visto, así debió ser, ella no era quién para poner en duda la palabra de Mary Anne, pero algo en su corazón le decía que la joven se equivocaba, esa mujer no era amante de Thomas, tampoco él la engañaba con nadie. Mary Anne se tornó taciturna después de