Después de avisarle a la señora que partirían a buscar ayuda, se sentó al lado de su señor y sonrió con poco disimulo. -¿Qué pasa, Markus, que te ríes así? -Ahora entiendo por qué no se quería ir con ella, milord -terminó en una sonora carcajada cuando ya los caballos galopaban a paso rápido. Thomas no pudo evitar reír al oír la contagiosa risa de su lacayo. -Cuéntame lo que pasó, por qué dices eso -le pidió Thomas. -Estaba lista y dispuesta esperándolo. -¿A qué te refieres con eso? -preguntó alarmado. -A que se había bajado el escote del vestido y su falda estaba levantada "casualmente", dejando gran parte de sus piernas al descubierto. Su cara de frustración al verme aparecer... Ya quisiera que usted hubiera estado allí para verla. -Puedo imaginarla -respondió Thomas-, es un