Tres días han pasado desde que la empresa estrenó nuevo presidente y ya era tiempo de anunciarlo por todo lo alto.
- ¡Claro, bobo! ¿Por quién me tomas? El departamento de prensa, ¿te contactó?
- Stella, ese es mi trabajo, no tienes que decírmelo, no eres mi señora...
- ¡Dios libre...! Era la conversación que sostenían el director de Relaciones Públicas de la empresa, George Filmore con la publicista Patrick. No había día en que esos dos no discutieran, al momento que hace su entrada al salón de prensa el actual presidente del Emporio Dietrich, Scott Dietrich.
- ¡Delincuente!
- ¡Señor Filmore, mida sus palabras! Mire que no está en una barra hablando con su mejor amigo-, era reprendido severamente el director de Relaciones Públicas al mismo tiempo que Stella se burlaba en sus adentros, ya que a Scott no le gustaba que él fuera tan informal en el ambiente laboral.
Acto seguido a ese encuentro, George carraspea al mismo tiempo que llama a la señorita Alice para pedirle la carpeta de los puntos de la presentación formal de la empresa, los periodistas invitados y demás detalles.
La sala de prensa comienza a llenarse de los invitados correspondientes y todo fluye de manera natural, sobre todo porque el joven Dietrich es muy elocuente y contundente con las respuestas que expone para cada pregunta, aunque con una no tuvo buena resolución:
-¡Buenas tardes, señor Dietrich! Lauren Stewart del FlashStyle Mag
Mi pregunta señor es, siendo un hombre de negocios tan exitoso, y de paso atractivo, ¿Cómo es que no tiene novia?
Ante la pregunta todos los presentes comentaban en voz baja, los flashes comenzaron a centellear, y los suspiros no se dejaban esperar. Mientras que el entrevistado se tomó unos segundos para contestar buscando en su cabeza la mejor respuesta.
- No me gusta que vida privada esté en la mira de todo el mundo.
Con esto la presentación del nuevo presidente del Emporio Dietrich dio conclusión, y hubo paso para la nueva campaña de las nuevas marcas de temporada.
No obstante, todas las presentes veían a Scott con ojitos de ovejitas a medio morir... Tan varonil, alto, su piel blanca y tersa, pelo bien peinado, y esos ojos azules, con un porte que encajaba con cualquier vestuario, o sin él... Todas lo veían con mirada deseosa, dejando más que claro que quisieran comérselo, y era una sensación que este hombre odiaba. La única que se mostraba un tanto indiferente era Alice, la asistente de George.
- Eres de hielo, ¡Comprobado!
- ¿Tú crees, Lauren?
- Dame la fórmula. ¿Cómo es que ni te inmutas ante semejante escultura griega viviente?
- Es muy perfecto para mi gusto.
- No me vengas con eso. Te he visto estar con hombres tan atractivos como él.
- Digamos que no me interesa.
Así de apática era Alice con Lauren, ya que ella sabía que la periodista era muy inquisidora y que podría usar sus palabras en su contra. Mas ella sabía lo que quería y ser una arribista no era parte de su plan, al menos no con el presidente de la empresa donde ella trabaja.
Pasaron unas horas y terminada la velada todo el mundo se retiró de la sala de prensa. Al otro día, la prensa escrita y las r************* destacaron la presentación del evento, pero hubo un énfasis significativo en lo que tenía que ver con el atractivo del nuevo presidente y su supuesta soltería. Comentarios como: "¿Cuánto cuesta para comprarlo?" o "Yo puedo tenerlo y criarlo" rondaban por toda la internet. Y era algo en lo que Scott no reparaba. Sus pensamientos estaban ajenos a esas banalidades. Sin embargo, la actitud de la asistente de George le causaba curiosidad.
- Qué raro que ella no se derrite como las otras-, pensaba Scott en voz medio audible cuando Alexander entra a su oficina.
- ¿Qué balbuceaba el Adonis de todas las ninfas de esta ciudad?
- ¿Yo? No, nada.
Pero si había alguien que conocía los gestos del heredero mayor Dietrich, era su hermano.
- Mis ojos saben cuando tus ojos se interesan en algo, y mis ojos saben que ese "algo" no te conviene.
- ¿A qué se supone "tus ojos" se refieren que estoy mirando?
- A la asistente de George, Alice Jefferson. No creo que esa mujer sea para ti, y sobre todo tú, que no sabes de mujeres.
La mirada fulminante de Scott cayó sobre Alexander como con intenciones de matarlo.
- Como siempre, inventando y metiéndote... ¿A qué viniste?
- Pap... Tu antecesor me envió para que me asignaras mi puesto en la empresa.
- ¡Oh, Perfecto! Deja tu hoja de vida en recursos humanos y házmelo saber.
- ¿En serio, Scott?
- Se necesita hacer una evaluación para saber cuál podría ser tu puesto. No serás tratado con ventajas por tener el apellido Dietrich.
Tales palabras a Alexander sí que le cayeron como balde de agua fría. Salió malhumorado de la oficina, y camino a su salida, se topó con Alice, no sin antes decirle algo.
- Espero que él no sea tu nueva conquista.
- ¿Habla conmigo? Contesta con cinismo.
- Te conozco, Alice Jefferson, y lo sabes-, fueron las palabras de despedida de ese día de Alexander Dietrich dirigidas a ella.